CAPÍTULO XI - 1004 (Angel)

405 69 5
                                    



Narra YoungJae

–Si esto es lo que querías, entonces duérmete ya. Siento lo de antes. Nunca te haría daño o trataría de hacer algo que tu no quisieras, por algo somos tus guardianes. ¿Sabes? Estamos aquí para protegerte.

–Deja de decir que sois mis guardianes a cada rato, ni siquiera tiene sentido. ¿Por qué lo seríais? No me conocéis, no sabéis quien soy, solo me habéis visto por las noticias y en las estúpidas portadas del diario Nacional. Que, por cierto, es una mierda y ni siquiera saben decir algo más que mentiras y más mentiras sobre mí, y...

–Se cómo funcionan en la prensa, no tienes que decírmelo. ¿O es que no lo recuerdas? "Billy El Niño ataca de nuevo" o "Las diez curiosidades sobre Billy El Niño" son dos de los titulares más espantosos que pude leer cuando vine a parar aquí. ¿Curiosidades? ¿Habilidades? Joder, recuerdo que pensé en el parecido que tenía yo con los anuncios de los típicos juguetes que quieres piratear o aprender sus trucos, y reí como un jodido loco después de joder toda la sala de lectura. Luego somos nosotros los morbosos. ¿Sabes? ¿Y es que quien en su sano juicio quiere saber cómo un asesino mató a su víctima con lujo de detalles? Ni siquiera yo quiero recordarlo, aunque me obligo cada día pensar en ello. Estúpidos locos...

–Nosotros somos los locos, Zelo. –Dije sin más, subiendo uno de mis dormidos brazos hacia el brazo de Zelo que más apretaba con fuerza mi cuerpo, y lo posé justo encima de él. Sentir su piel era lo único que necesitaba en aquel momento. Sentir el contacto humano para no olvidar que yo era humano también. –Zelo, tú... ¿Te arrepientes? –Pregunté de nuevo, rompiendo el silencio al mismo tiempo que unas pocas lágrimas volvían a resbalar por mis mejillas. Y los dedos de Zelo las borraron de ahí.

–Sí, todos los días de mi vida. –Contestó, y yo cerré los ojos con fuerza.

–Zelo, yo...

–Me arrepiento de no haber acabado con todos ellos antes. Me arrepiento de no haberlos asesinado con mis propias manos cada vez que tuve oportunidad, de no haber sido capaz de actuar, de haber seguido lo que se supone que era correcto a lo que querían mis instintos animales. De haberlos dejado tomar todas y cada una de las cosas que me importaban y tirarlas a un profundo pozo de donde jamás podré recuperarlas o sanarlas. –Añadió Zelo, apartando un mechón de pelo de mi cara. –Me arrepiento porque, tal vez, si yo hubiera actuado antes mi hermano pequeño aún estaría vivo. Y yo ya no puedo sanar a los muertos. –Finalizó Zelo, apretando de nuevo mis manos al mismo tiempo que entrelazaba las suyas con las mías y besaba mi cuello. Pero aun así, aun sabiendo que hacer ese tipo de cosas con él no era correcto. ni siquiera pude moverme. No después de escuchar aquello. Y si él estaba tan dañado, entonces le dejaría sentir un poco de mi dolor también. –¿Y tú, YoungJae? –Su pregunta me tomó por sorpresa, haciendo que yo abriera los ojos y me centrará en sentir algo más que sus labios en mi cuello. –¿Te arrepientes de algo?

Y sí, por supuesto que me arrepentía. Aunque no de la manera que todos creían.

–Sí. –Contesté fríamente, mirando sin poder evitarlo un punto fijo en aquella habitación al mismo tiempo que perdía cualquier tipo de contacto con el mundo que me rodeaba, y dejaba de sentir el calor de sus besos en mí. –Zelo, yo no maté a Johnny. Pero me arrepiento todos los días de mi vida de no haberlo hecho.


- FIN DEL FLASHBACK-

–Vamos, ya casi es la hora del desayuno. –Dijo Zelo de pronto, ignorando el hecho de que yo no hubiera contestado a su cumplido totalmente fuera de lugar, al mismo tiempo que avanzaba hacia mí. –Por cierto... –Añadió, sonriendo pícaro en el momento en el que vio mi cuello y mi mano tratando de tapar cualquier cosa que hubiera en él. Lo sentía, sabía que había algo. Maldito Zelo, estuvo mordiendo y succionando ahí durante casi toda la noche... –Tápate ese cuello. –Dijo sin más, sonriendo y corriendo lejos después cuando vio mis claras intenciones de pegarle en toda la cara por ser tan insolente y desvergonzado. Aunque con eso, ya éramos dos.

–¡Niñato pervertido, ni siquiera respetas a tus mayores!

–No, pero no intentes quejarte. Tú tampoco respetas a Johnny. –Sería mentira decir que el tiempo no se paró para mí en el momento en el que escuché como, de la nada, la voz de Taeyong resonó en la celda.

Sin poder ni querer evitarlo, mi cuerpo se volvió hacía él instantáneamente, observando su cuerpo colocado justo delante de la puerta y su mirada clavada en mi cuello. Una de mis manos golpeó con fuerza los cardenales que tenía ahí, tratando de taparlo como acto reflejo.

–¿Es a esto a lo que te dedicas el primer día de cárcel después de ser acusado de matar a tu novio a sangre fría? ¿A liarte con el primer preso que te ponen de compañero de celda? ¿A follártelo en medio de la noche, cuando seguramente tu madre está llorando por ti y por tu suerte en esta misma ciudad? –Añadió, golpeando varios de los barrotes de mi celda con una fuerza que ni yo mismo supe que tenía. Él sin duda lo había mal entendido todo, ni siquiera yo sabía a lo que se estaba refiriendo, Zelo solo, solo...

–...me estaba consolando. –Logré decir, totalmente perceptivo de la actitud que podría o tomaría Taeyong después de escucharme decir aquello.
Pero lejos de contestar o decir algo más que eso, simplemente se calló, retirando su arma al mismo tiempo que se daba la vuelta y bajaba su mirada directo al frío suelo.

–Tsk. Date prisa, hoy también tienes que ir a entregar la bandeja de comida a la prisión del sótano. –Dijo Taeyong, actuando como si todo lo que había dicho y actuado anteriormente hubiera ocurrido solo en mi enferma imaginación. Y es que tal vez, así había sido. –YoungJae. –Añadió, parando en seco en medio del pasillo. Mi vista se mezcló con la suya en el momento en el que él levantó su mentón hacia mí. –Me gustaría decirte que no estás en peligro, pero no es así. Así que voy a darte un consejo y espero que lo escuches atentamente. –Dijo, y yo no pude evitar sentirme nervioso hasta el punto de olvidar que, si muerdes el interior de tus mejillas con fuerza, estas empiezan a sangrar. Aunque yo ya no sabía si lo odiaba. –No te enamores de nadie aquí, YoungJae. Ni siquiera trates de sentir algo.

–¿Qué...? –Pregunté sin pensar, simplemente tratando de no parecer inseguro delante del estúpido consejo que me acababa de "regalar" Taeyong. Era algo de locos. –Yo aun quiero a Johnny. Si lo dices por Zelo, Taeyong, yo...

–Ojalá lo dijera por él.

Y eso fue lo último que escuché decir a Taeyong poco antes de que este saliera de mi celda, dejándome totalmente pensativo por sus anteriores palabras y su absurda actuación. Pero lejos de molestarme que se hubiera ido dejándome con la duda, realmente lo agradecí. Eso solo significaba que yo, por fin y después de pasar toda la noche deseando solo y únicamente aquello, podía bajar de nuevo al sótano de la cárcel.

Sótano donde se encontraba encerrada la persona que más deseaba ver desde el primer momento en que lo conocí por primera vez.

Porque sí, era real, necesitaba ver a Daehyun. Incluso más que a mí mismo.

EL EGIPCIO: LIFE IN JAIL [DaeJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora