EL EGIPCIO: LIFE IN JAIL [DaeJae]

CAPÍTULO XXII - Te lo juro, acabaré contigo

[Hola, aquí Yourmyreligion

No sabéis lo feliz que estoy de estar aquí de nuevo. No os lo podéis ni imaginar. Y tampoco sabéis lo agradecida que estoy con todos vosotros por seguir aquí conmigo, y haberme esperado tan pacientemente durante dos largos años.

No volveré a irme, lo prometo. Esta vez voy a quedarme de verdad. Por lo que vamos a continuar donde lo habíamos dejado y como si el tiempo nunca hubiera pasado. Estoy segura de que conseguiremos crear una infinidad de bellas historias juntos.

Os aprecio mucho. Gracias, gracias de nuevo.]

By Yourmyreligion

***

Narra YoungJae

– ¿YoungJae, estás ahí? – Escuché decir a Zelo a través de la puerta de la ducha de la cárcel. La misma en la que yo llevaba metido desde hacía más de una hora. Ni siquiera sabía cómo había llegado hasta ahí, por qué razón o por qué motivo. Solo sentía que lo único que necesitaba después de haber tenido esa conversación tan horrible con Daehyun, era deshacerme completamente de él. Y qué el agua borrara sus huellas de mí solo por un momento. – Sé que lo estás... vamos, sal de una vez. Llevo más de una hora buscándote por todas partes. Todos hemos terminado de hablar, así qué necesitamos que estés presente para tomar las decisiones necesarias. Tú eres nuestro... – Zelo hizo una pausa. – Líder, después de todo.

– ...Ya veo. –Dije, tratando de no hacer demasiado ruido con mis palabras. Ni siquiera sabía la razón por la que había contestado, o porqué en ese instante empecé a odiar mi propia voz. Quien sabe, quizás ya la odiaba desde mucho antes. Quizás la odiaba desde el segundo en el que supe que no podría escapar, ni de Daehyun, ni de Zelo, ni de esta cárcel, ni de nadie. Estaba atrapado en una pesadilla que se repetía en bucle desde el momento en el qué apreté el gatillo, y esto era solo el principio. – Solo espera un poco más, solo un momento, por favor... – Añadí, sacando la poca fuerza que reuní y que estaba atrapada en mi garganta. – Por favor...

Y aunque pensaba que estaba salvado, no paso ni un minuto hasta que Zelo reacciono.

– ¡Maldición! –Gritó de la nada, agarrando con fuerza la puerta de metal que nos separaba y abriéndola de golpe, a pesar de que tenía puesto el seguro. Seguramente había usado su hombro para hacerlo. – ¿¡Por qué de pronto hay tanto vapor!? –Añadió, para después dejar escapar mil y una maldiciones al notar como efectivamente, lo único que salía de la ducha en la que yo estaba, era agua hirviendo. Un tipo de tortura que no aguantaría nadie... que no fuera yo. – ¡YoungJae, joder! ¡Sal de ahí! – Zelo no dejaba de gritar, pero yo casi no podía escucharle. Mis ojos estaban cerrados debido a todo el calor sofocante que estaba en el aire, y mi cuerpo no respondía a su petición. Naturalmente, porque estaba quemado. Y lo que más me dolía era qué, aun así, a pesar de todo, yo no sentía nada.

Ni frío, ni calor, ni dolor, ni arrepentimiento.

Ni siquiera pude despertar del letargo a pesar de todo el ruido que estaba haciendo Zelo, de sus gritos, o de él empujándome a los bancos del vestidor y quitándome el pesado uniforme mojado que llevaba encima y que ni siquiera yo había sido capaz de remover.

Entre todo el alboroto que yo mismo acababa de causar, mis ojos viajaban de lado a lado en su cara, mirándola fijamente al mismo tiempo que él se quitaba la camiseta y la empapaba de agua fría, para después pasarla por todo mi cuerpo como si de un paño mojado se tratara. Poco a poco empezaba a notar la frescura que causaba ese roce en mi piel, y como no, las quemaduras que ya tenía en gran parte de mi cuerpo. No eran demasiado graves, pero si lo suficiente como para saber que no me dejarían dormir bien esa noche.