El sentido de humor de la vida

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El trabajo corrió sin mucha novedad, solo Manuel que entró en paranoia todo el día debido al paseo, 

  —¿Crees que sea necesario, llevar más de un traje de baño? , ¿y si se me olvida el repelente?. Por mi salud, le hago una lista de esenciales y le doy fin a su estrés, me abraza,se va tranquilamente, y puedo continuar con mi trabajo. 

Justo antes de salir del trabajo, recibo un mensaje  de otro número desconocido:

'Irina, soy Eder, el primo de Alina, ¿cómo estás?, llegaré a tu casa a las siete, Alina me compartió la dirección, quería saber si te gustaba la pizza o las hamburguesas, yo invito la cena por la cortesía de permitirme dormir en tu apartamento.'

Me da una primera buena impresión, bueno, al menos por mensajes, le respondo que me encanta la pizza, y que luego de un día duro de trabajo, se lo agradecería mil veces.

Son las seis, decidí limpiar un poco más el departamento, arreglarme yo, como hace muchas semanas no lo hacía, entiéndase peinarme y maquillarme, pero me abrigaba un sweater de Batman justo y necesario para las frías noches del D.F; Alina me aseguró que me llevaría bien con él y que es muy simpático, así que solo me queda esperarlo.

Me avisa que viene de camino; a los quince minutos, tocan el timbre, llaman por el intercomunicador, y solo alcanzo a escuchar:

  — Hola soy Eder, podrías abrirme por favor, me congelo.—

Toco el botón de abrir el portón y me dirijo a la puerta a abrirle, lo escucho subir las escaleras, sus pasos por el pasillo, estoy revisando mi teléfono y de repente veo unos tennis negros y siento un olor a pizza de pepperonni.

  — Hola Irina, mucho gusto, ¿cómo estás?— 

Guardo mi teléfono, levanto la vista, y un escalofrío me recorre de pies a cabeza, tenía un  parecido a más no poder al muchacho con camiseta de Pokemón,  me quedé estática y mi mente en blanco,de verdad que no lo podía creer, la manos me temblaban, cuando me sonríe y reacciono;

  — Mucho gusto Eder, bienvenido, estás en tu casa, pasa por favor.— No puedo quitarle la vista de encima, coloca sus cosas en el sillón y la pizza en la mesa, y alcanzo a ver su camiseta, con la esperanza de no sea de Pokemón, para evitarme el paro cardíaco.

Decido recomponerme, respiro profundo, y digo:

  —¿Quieres que comamos ya?, tengo los platos y el refresco listo. —

  — ¡Empecemos por favor! No quiero que se enfríe la pizza. —  me responde con una sonrisa muy entusiasmado, mientras se frota las manos. 

Logro calmarme, y empezar a conversar con él, hablamos de su novia, de mi novio, de política, de filosofía, de Star Wars, de cine, y de un pronto a otro, lo sentí como un amigo que conocía hace mucho tiempo, Alina estaba en lo cierto al decir que nos llevaríamos muy bien.

Le invité a ver televisión, le entregué el control, un tazón de palomitas y le dije:

— Pon lo que quieras, haré una llamada y vuelvo en un ratito para enseñarte donde duermes y explicarte el truco para el agua tibia de la ducha. —  

Se pone cómodo en el sillón*, me sonríe y me dice:  —no pasa nada, te guardo palomitas —

Me meto a mi habitación, y marco de inmediato a Joaquín, no lo dejo ni siquiera decir 'hola', y con el tono más bajo de mi voz le digo:

   — Conocí al muchacho de la camiseta de Pokemón, bueno, no exactamente, pero es muy parecido. — 

Escucho un grito, de emoción, y pregunta de inmediato: —¿lentes, barba, camiseta y todo?, ¿cómo se llama?, por favor, ¡dime que está soltero!. 

Respondo a todas sus preguntas, lo pongo en contexto, y antes de terminar de hablar con él, oigo que me llama desde el salón,  —¡Irina, está empezando la última de Lord of the Rings, por si quieres verla!

 —¡Ya voooooy!— le grito.

  — ¡No puede ser, es igual de friki que tu al parecer!, ¿cúantas veces has visto esa película? ¿20 veces?, anda disfruta de la película y de la compañía, el destino te tiene muchas sorpresas al parecer, así que disfruta, te amo.— Joaquín se despide y me deja seguir asombrada de lo que acaba de ocurrir hace unas horas.

  — Espero no haberme perdido de mucho.—  Me siento en el otro extremo del sillón, agarro palomitas.

— Llegaste justo a tiempo.—  Me responde concentrado en la pantalla.

Termina la película, y ya algo cansados, le muestro su cuarto, le entrego sus cobijas, y me mira fijamente y me dice:

— De verdad mil gracias por recibirme.— 

Sonrío, alcanzo a decirle buenas noches, cierro su puerta; entro a mi habitación me pongo mi pijama, me acuesto y no puedo pegar un ojo, al hacer conciencia de lo que me había pasado, pero decido no darle mucha mente y disfrutarlo, sentí en ese momento, que había ganado otro amigo. 



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*Sillón: sofá. 





Antología de Amores PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora