Antología de Amores Perdidos

La sonrisa que no se puede disimular

Han pasado dos días desde mi no tan romántico accidente de almuerzo, he pasado  en la oficina, poniendo mi celular justo a la par del teclado en caso de que me escriba, honestamente, en cuanto a las relaciones, tengo mis reglas, pero en ocasiones, no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. 

No sé si escribir yo, esperar un poco más para ver si él tiene la iniciativa, en fin, empiezo a amargarme al respecto, y debemos ser honestos, la gracia de la conquista y el romance, no es amargarse,; así que decido, que en la noche al llegar a casa, luego de una merecida cena con mis amigos para ponernos al día, voy a escribirle para saber como va todo, y agradecer como por décima vez el buen trato del otro día y por salvarme la vida, que en realidad, seria el punto más importante de mi agradecimiento. 

En medio del postre, sin ninguna expectativa al respecto, recibo un mensaje, sacó mi celular de mi traje, y aparece en la pantalla su nombre, la sonrisa fue pequeña pero instantánea, y se agrandó aún más cuando vi lo que decía: 

—No me he olvidado de ti,me quiero asegurar de algo,¿te gusta el cine?,espero no haber comprado las entradas en vano.— 

No me dio chance de guardar el teléfono,cuando el novio de Joaquín; Andrés, ataca con la pregunta necesaria en estas ocasiones: ¿Quién es el hombre que te escribe?.

Tardo en reírme, cuando inicia el ataque de preguntas:

 —¿Cómo se llama?, ¿Qué hace?, ¿Hace cuanto hablas con él?—  Nunca vi a Joaquín más intrigado en mi vida.

Mis respuestas se ve interrumpidas por el grito de Andrés:  —¡No puede ser que encontraras al tipo de la camiseta de Pokemón!—

Dirijo mi mirada enojada a Joaquín, a quién en 'mesa redonda' se le hizo prometer no decir nada ni siquiera a Andrés; me miró, subió los hombros, y me dijo: —lo amo, era una historia muy interesante, que podía hacer.—

La estabilidad y el amor que existe entre ese par, es algo que admiro, su tolerancia, su respeto y sobretodo su entrega el uno con el otro, es un ejemplo, si Joaquín llegara a dejarlo; lo mato, hablo enserio. 

Terminamos nuestro segundo postre (nuestra tradición por excelencia, algo así como el segundo desayuno de los Hobbits), hablando de Luca, de nuestras 'citas'; de viajes próximos que tenía planeados y por supuesto, un millón de consejos para que esta vez, fuera distinto. 

Respondo su mensaje al llegar a casa, no quería interrumpir mi cena con mis amigos (detesto la gente que da prioridad a sus teléfonos, no soy de esas además) y digo: —Yo tampoco me he olvidado de ti, me encanta el cine, ¿que veremos esta vez? —

  —  Espero que te guste Leonardo DiCaprio, iremos a ver 'The Revenant'.—  me dice con desconfianza.

El hombre es un ángel, no solo amo a DiCaprio, sino que debía entregar una crítica a una revista de cine en la que participo, justo sobre esa película, era la salida perfecta. Salida que celebramos más adelante, juntos, viendo en el sofá a DiCaprio recibiendo el Óscar. 

  — Amo a DiCaprio, estoy ansiosa por ver la película y por verte a ti.—  me doy cuenta que mis sentimientos salen, y ya no hay nada que pueda hacer.  

Hablamos el resto de la noche y parte de la madrugada, haciéndonos esas típicas preguntas que nacen para conocernos más, y en ocasiones, nos decíamos que nos gustaba el uno del otro, la sonrisa, no desapareció ni siquiera al dormir. 

Este fue el día de la promesa, que marcó mi vida por mucho tiempo, cuando se atrevió a decir: — Irina serás lo primero al despertar, y mi último pensamiento al dormir.—

Aún siento el mismo 'vacío' en el estómago, como cuando la cumplió por primera vez.