Nuevos amigos, novios desaparecidos.

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Heme aquí, una semana en México; y no he podido salir, entre acomodar mi nueva casa, tratar de aprender donde estoy, y adaptarme a que, literal, no conozco a nadie, no he tenido chance de disfrutar. Hoy en mi primer día de trabajo, lidié fantástico con el metro, y llegué a tiempo; durante el viaje, hice a mi primer amiga.

Íbamos de camino y diagonal a mi asiento, alcancé ver a una chica bastante pálida y enferma; la vi como se desvanecía y como nadie le preguntaba siquiera si ocupaba algo; la gente se vuelve tan egocéntrica que se les olvida que en cualquier momento es uno el que puede estar en sus zapatos. Justo al llegar a mi destino, veo que es el suyo también, adelanto algunas personas, y logro alcanzarla. 

  — ¡Hey disculpa! noto que estás un poco mal, ¿necesitas que te ayude con algo, que me comunique con alguien? —  algo muy atrevido de mi parte, dado que es mi primer día explorando la ciudad.

— Hola, la verdad que si tienes agua y algún dulce te lo agradecería, olvidé tomar un medicamento y es algo importante, y por eso parece que estoy a punto de morir.—  

Noté como sus manos temblaban y como el sudor bajaba por su frente, haciendo un esfuerzo gigante por no desmayarse; le doy de inmediato unos dulces que traje de mi país, y una botella de agua fría que siempre cargo, con la esperanza que mejore.  A los quince minutos, sin decir una sola palabra; y al ver que faltaba media hora para mi entrada, rompo el silencio;

  — ¿Te sientes bien?, ¿necesitas algo más? —  sonrío esperando que la respuesta sea afirmativa, y que realmente mejoró.   

  — De verdad si, muchísimas gracias, creo que deberíamos empezar a caminar para llegar a nuestros destinos, ¡me salvaste! ¡prometo devolver el favor!, ¿hacía donde te diriges?.— 

  — Me dirijo a Lando Associates, es mi primer día de trabajo, espero llegar a tiempo.— miro el reloj que indica que tengo 15 minutos para llegar, y empiezo a entrar en pánico.

  — ¡Pues es el momento de devolverte el favor!, trabajo a dos cuadras de ese lugar, así que te dejaré primero y mañana invito el almuerzo, ¿vale?, no lo tomes a mal, es lo menos que puedo hacer; por cierto, mucho gusto me llamo Alina. —

  — ¡Vale!, y mucho gusto Alina, yo soy Irina, nueva en la ciudad.—

  — ¡Se nota! Ya me contarás tu historia mañana.—  entre risas, continuamos conversando y caminando y en cuestión de cinco minutos estábamos en mi oficina, nos despedimos, y justo en el tren de vuelta a casa volvimos a encontrarnos, cambiamos números, y me ayudo con algunas cosas que necesitaba, la verdad eso me alegra bastante. 

Me llevo muy bien con mis compañeros nuevos, y mi jefe es una persona muy amable, así que las cosas pintan bien,más que todo porque además está Manuel, un compañero que tuve por un mes en las oficinas de mi país, pero que nunca logró adaptarse y se regresó, somos muy amigos y la verdad que encontrarlo aca fue una sorpresa para mi, ¡ya tengo otro amigo!;  eso alivia otro de mis miedos que tenía al llegar aquí. 

Hablando de miedos, he hablado solo dos veces con Luca, desde que llegué, trato de comunicarme con él y no recibo respuesta alguna, es bastante extraño; llamé ayer a Merith, y dice que no sabe nada de él, así que apenas tenga noticias se comunicaba conmigo; pero por el momento, me concentraré en lo positivo de las cosas que ocurren ahorita en mi nuevo hogar. 


Antología de Amores PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora