Sueños, conexiones y pasta.

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Son las tres de la mañana, me levanté asustada, por un sueño, exactamente: un sueño. 

Mi día fue relevante, agradable, entretenido; sumándole un día increíble de trabajo y una cena perfecta con el primo de mi amiga,siempre me gustó su nombre. 

Luca, no es exactamente lo que me imaginé, resultó ser un hombre muy decidido, gracioso, atento y muy fácil de tratar, es médico de emergencias y trabaja justo en el hospital de la capital, a veinte minutos de mi casa. La cena estuvo increíble, esta vez, invitó él, y me comprometí a invitar la siguiente, a lo que sonrió y exclamó: 

— Espero sea pronto, me encanta pasar tiempo contigo.—  me dejó en la puerta de mi edificio, me abrazó y se fue; y con ese resumen, volvemos al punto de que son las tres de la mañana y estoy asombrada por lo que acabo de soñar.

Mi sueño estuvo protagonizado nada más y nada menos, que por el muchacho (espejismo para mis amigos) de camiseta de Pokemón; mi shock ante la situación, es que si tengo alguna dosis de realidad en mi subconsciente , pues debería estar soñando con Luca, luego de la increíble noche. Trato de reponerme y continuar durmiendo, sin darle muchas vueltas al asunto sin sentido, que acaba de ocurrir. 

Me levanto, en medio de una de las mañanas más lluviosas, muy poco motivada para tomar una ducha y dirigirme al trabajo; me resigno y  llego a tiempo.  Antes del almuerzo siento que a pesar de que no han pasado ni veinticuatro horas, podría llamar a Luca, estoy realmente interesada en él, y las reglas del romance se me hacen absurdas, ya que cada uno, en mi criterio se plantea sus propias reglas. Tomo el teléfono, sudando frío y temblando de los nervios, ante la expectativa:

  — Buenos Días, ¿En qué puedo servirle?. —  Dice con el tono más amable del mundo.

  — Ho..Hola, Luca, ¿cómo estás?,soy Irina, espero no molestarte. —  Trato de no morir de los nervios, sigo asombrada de que pudiera controlarme. 

  — Irina, espero que estés llamándome para invitarme a almorzar, porque estaba justo por llamarte para eso.—  Mi cara de asombro y emoción fue tanta, que la secretaria, en algún momento tuvo que pensar que me daría un infarto. 

  — Llamaba para eso, estamos conectados, es mi turno de invitar, y conozco un lugar increíble de comida italiana y pensé que podíamos aprovechar.—  Cruzando los dedos y que dijera que sí, porque realmente tenía antojos de pasta carbonara.  

  — Paso por ti en 15 minutos, te veo en la entrada principal.—  Colgamos, y de inmediato termino lo que estaba haciendo, dejo todo listo para volver luego de almuerzo; y corro al baño, a ver de qué manera puedo hacer para verme más arreglada y con menos ojeras, patrocinadas por el chico de camiseta de Pokemón. 

Me monté en el auto y nos abrazamos, mientras de fondo sonaba Eagles con Hotel California, es una de mis favoritas, para mí eso significaba presagio, y del bueno. Al llegar al restaurante, me abrió la puerta y solo me dijo: —me encanta que te animaras a que nos volviéramos a ver, de todos modos, yo te hubiera buscado también.—

El almuerzo transcurrió sin mucho alboroto, hasta que de la nada, me percato, que en mi plato en el fondo, hay un camarón; llamo a la mesera que me atiende con la sonrisa más amable y que había sido una belleza durante todo el tiempo que estuvimos ahí, y le pregunto: 

  — ¿La salsa de la pasta carbonara tenía camarón?— en mi garganta empiezo a sentir la picazón que solo da pie al shock anafiláctico, porque si, soy alérgica a los mariscos, incluso al atún, tengo una vida culinaria un poco miserable, igual como sushi de pollo o carne, que en algunos restaurantes se toman la molestia de pensar en nosotros, 'los limitados'. Les juro que el sabor de camarón era nulo. 

La mesera ve como mis manos hinchadas se ponen rojas y solo alcanza a decirme: —Señorita, que pena con usted, pero si, tiene caldo de camarón, no es un ingrediente común, pero el chef lo hizo así, y no salía en el menú.—

  — Tienes que llevarme al hospital—  es lo último que alcanzó a decirle a Luca, que trata un minuto después, de estabilizarme con un medicamento que andaba en el botiquín de su auto.  

Reacciono según lo que dijo Luca, a la media hora, conectada a una vía con mi salvación Benadryl, en medio de la sala de emergencias del hospital. Sostenía mi mano, y me hacía cariños en el cabello, diciéndome que todo estaría bien.Apreté su mano fuerte, y sentí que no debía estar con nadie más, fue una conexión tan fuerte entre los dos, que no tengo manera de describirla, ni siquiera ahora. 



Antología de Amores PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora