Tres.

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Tres.

Camila se había dirigido a su habitación por un lado diferente al que se había dirigido la ojiverde. Se fue con una pequeña sonrisa en su rostro, pero un poco nerviosa. Al llegar allá se había aplicado un poco de perfume, y esperaba pacientemente pero estaba segura de que ya habían pasado más de 10 minutos. Cuando estaba un poco enojada por la espera quería dirigirse a buscar a su madre o algo de comer porque quizás un postre era buena idea, pero justo allí tocaron suavemente la puerta y se dispuso abrirla.

- ¿Alguien pidió entrega especial? – Lauren tenía otra ropa, que consistía en unos pantalones negros ajustados y un abrigo blanco junto con un par de tenis en tela y sus manos tras su espalda.

- Te demoraste. – La morena se cruzó de brazos mientras Lauren solo sonreía.

- Siento la demora bella dama pero.- sacó de detrás suyo las manos con una bandeja mediana. – No es fácil robar fresas con chocolate de la cocina.

- ¿Robaste comida? – Camila abrió los ojos, mientras la pelinegra solo se ponía un poco nerviosa. – No comeré comida robada. – Se volteó y siguió derecho hasta su cama, y Lauren la siguió cerrando la puerta detrás de ella.

- Realmente ya pagaron por ella con esos pasajes tan costosos que tuvieron que comprar. – La morena lo dudo un poco así que Lauren hizo un pequeño puchero, y entonces allí asintió.

- Está bien, pagamos muy caro por todo esto. –La sonrisa de la ojiverde fue más sincera que cualquiera que hubiera dado tiempo atrás. - ¿Qué tienes allí?

- Ya te había dicho, fresas con chocolate. – La morena asintió y se sentaron en la cama una en frente de la otra, sin decir ni una sola palabra, solo mirándose y sonriendo. ¿Por qué creía que la sonrisa de la morena era la más hermosa? Y Camila ¿Por qué no quería dejar de ver los ojos de Lauren? Pero solo siguieron así hasta que desapareció la última de las fresas.

- ¿Sería raro si te dijera que quiero lamer el resto de chocolate que queda aquí? – Dijo un poco apenada la ojiverde señalando el recipiente donde tenían antes la comida.

- ¿Sería raro si dijera que quiero hacer lo mismo? – La morena sonrió y así juntas comenzaron a de a poquito sacar lo que quedaba de chocolate hasta que Lauren lleno su dedo y lo paso por todo el cachete de la morena.

- ¿Qué acabas de hacer? – Lauren no pudo contener su risa, y Camila se le abalanzo encima haciendo que las dos cayeran de la cama, aun en medio de las risas.

- Volveré a decirle señorita Cabello que usted es muy hermosa. – Camila se sonrojo y se levantó lentamente de encima de Lauren. – Aún tengo algo que mostrarte. – dijo ya de pie, pero acercándose a Camila para limpiar lo que quedaba de chocolate. – Ven conmigo. – Beso su mejilla, le tomo de la mano y salieron de la habitación hasta los últimos pisos, recorriendo un largo pasillo, y dando algunas vueltas, bajando escaleras y escondiéndose de ser vistas.

- ¿Porque nos escondemos? – preguntó la morena susurrando.

- Recuerdas que te dije que habían prisioneros aquí. Bueno, después de la hora del almuerzo comienzan a escoger los grupos para las "luchas" los primero son más suaves, pero si pierdes tendrías que pelear con los de la noche, son los tipos rudos, y dos de los míos ya han caído. – Le dijo calmadamente la ojiverde

- ¿De los tuyos? – cuestionó Camila.

- Sí, ya sabes, los débiles que estamos aquí por pequeñas cosas. - La morena enmarco una ceja.

- ¿No que no hacían daño? ¿No que eran inofensivos? Anoche dijiste eso. –

- Tampoco te podía asustar Camila. – Lauren se acercó y la tomo de las manos. – Vivimos en mundos diferentes, una niña que nunca ha cocinado, ni aguantado hambre, y siempre tenía un abrazo de alguno de sus padres y todo lo que quisiera. A alguien que creció sin familia, tenía que buscar que comer y nunca tuvo un abrazó y mucho menos una buena educación. – suspiró un momento. – Somos muy diferentes.

La embarcación - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora