Cinco.

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Cinco

Se supone que los ladrones son personas valientes ya que cometen esa cantidad de actos delincuenciales, se tenía en cuenta en el siglo XX que las personas que delinquían no tenían sentimiento y no pensaban en los demás. Pero en ese momento Lauren Jauregui que estaba allí en el barco como prisionera por robar, solo que en ese segundo ella estaba como si a ella la hubiesen robado, demasiado pálida para el gusto de cualquiera, sus manos estaban frías Camila las sentía por tenerla agarrada de la mano y creía que si la soltaba se desmayaba ya que sentía un ligero temblor en ellas...

- ¿Qué le pasa a tu amiga? – Preguntó Louisa y dirigió la mirada a la morena. – ¿Sabes cómo está tu madre Camila? ¿Tienes idea? – movió su mano con desdén para enfatizar el regaño, pero volvió a dirigir su mirada a Lauren. – Por dios, siéntala va a desmayarse.

- Sí, Nana. – Lauren estaba un poco nivel "estatua" así que tuvieron que empujarla para que entrara a la habitación, pero era más difícil de lo que se veía.

- Muévete niña, o ¿quieres que la madre de Camila venga a hacer un escándalo? – Eso hizo reaccionar el cuerpo casi petrificado de la ojiverde y entraron a toda prisa.

Cuando estuvieron las tres en esa amplia habitación, las dos jóvenes se sentaron en la cama mientras Louisa le daba un poco de agua a la pelinegra que estaba con ellas. Después de unos minutos muy incomodos de silencio Louisa habló

- ¿Puedo saber dónde estabas? – Puso sus dos brazos a cada lado de la cintura.

- Estaba con Lauren, Nana. – susurró Camila

- Así que su pongo que esta guapa señorita debe ser Lauren. – Las dos asintieron. - ¿Y Qué no te vas a presentar o qué niña? – regañó la mujer mayor. – Tus padres no te enseñaron modales.- Esa pequeña espinita le dolió en el corazón a La ojiverde, sin embargo se levantó y saludó.

- Mucho gusto señora, mi nombre es Lauren Jauregui. – se miraron a los ojos y por más extraño que pareciera tenían la misma tonalidad en ellos. – Y supongo que usted debe ser Louisa. – asintió. – Y no, mis padres no alcanzaron a enseñarme bien cómo comportarme, puesto a que no sé de ellos desde que tengo cuatro años. – ese pequeño comentario hizo estruendos en el alma de cada mujer en la habitación. – Pero he aprendido yo sola, así que me disculpo si me equivoco

- No tenía idea de eso. – lo dijo en tono de disculpa.

- Yo tampoco. – dijo Camila y Lauren le dio una sonrisa en disculpa.

- Bueno, como sea. – Volvieron a la conversación. - ¿De qué parte de Inglaterra eres? Tú acento es muy refinado.

- Londres, pero crecí en Oxfordshire.

- Es muy buen lugar, jovencita. – asintió Louisa. – Yo tenía familia en ese lugar, hasta que lo perdieron todo.

- Nunca me llevaron a Oxfordshire. – susurró Camila. – MI madre decía que allí no había nada para mí.

- Es solo un pequeño pueblo, es entendible. – aclaró la ojiverde.

- Bueno, en fin. Creo que me iré, es un placer conocerla señorita Jauregui. – La nana se levantó del lugar y se dirigió a la puerta. – Arréglate antes de que tu histérica madre venga por ti. – Camila asintió.

- Sí, nana. –

- Y ¿Lauren? ¿Cuántos...veranos tienes?

- 19. – Silencio incómodo.

- Un placer. – abandonó la habitación.

- ¿19 Veranos? – Cuestionó Camila algo alterada.

La embarcación - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora