Seis.

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Seis.

Noche romántica.

En ese atardecer dos mujeres que apenas sabían sus nombres y quizás su edades, mujeres que compartían el mismo barco pero no la misma suerte, solo ellas dos perdidas en su mundo, mirada contra mirada en una lucha de colores llegando hasta sus corazones.

- ¿Qué es lo atrevido? – Lauren se acercó hasta llegar a su oído.

- Tener una cita contigo – En el oído de Camila eso sonó como lo más sensual que había escuchado en su vida aunque esa intención no era la que tenía Lauren.

- ¿Una cita? – se separaron un poco hasta quedar de frente otra vez.

- Una cita. – Afirmó

- ¿Por qué? – Cuestionó

- Porque eres tan brillante como el sol. – beso su la comisura de sus labios y salió corriendo.

- ¡Espera! ¿Dónde te veo? – gritó Camila desde la misma posición en la cual la habían dejado.

- Yo te buscaré. – Me dio se escuchó ya que sus palabras se las llevaba el viento.

Y fue así, según Camila. Lauren no la busco en una hora normal o la que la morena esperaba, pero la mujer tenía una desventaja, Dinah había" luchado" esa noche para salvar su vida, y claro que había ganado, pero su cuerpo era tan débil como un pequeño papel siendo llevado por los vientos más suaves. Kevin no dejaba de llorar mientras veía el estado de Dinah, pero lloró aún más cuando vio que la escogían a ella y Lauren no estaba por ninguna lado, Entonces cuando volvió todo era un caos así que durante dos horas los planes de Lauren se retrasaron.

10Pm

- Hija, Cristo te ha mandado a dormir desde hace mucho tiempo.-

- ¿Perdón? – Respondió Camila a la desconocida.

- Cristo nos dio la noche para descansar, solo mira la hora y el frío. – un suspiro. – Mi nombre es Ally. Yisus, que modales. – Extendió la mano

- Camila Cabello. – Volvió a buscar con la mirada ya algo desesperada y enojada a aquella mujer que la había dejado plantada.

- ¿Crees que no sé quién eres? – se sentó en una de las sillas cercanas. – Sales en todas las revistas y periódicos juveniles.

- Lastimosamente, yo si no sé quién eres. – respondió sensatamente.

- Trabajo con el padre Carlos, venimos a predicar la magia de la palabra. – La sonrisa que había en su cara no podía tener más brillo y orgullo.

- Pero eres mujer. – Muy bien, hasta ahí le llego la sonrisa.

- El que sea mujer, señorita Cabello, no significa que no pueda aspirar grandes cosas. – respondió Ally levantándose el asiento.

- No quería ofenderle, solo que no esperaba que una mujer predicara. – Camila trató de ser cautelosa.

- Desde que tengo unos pocos veranos vivo con el padre Carlos. Perdí a mi familia cuando vivía en Oxfordshire.- Los ojos se le opacaron rápidamente, pero su sonrisa seguía siendo tan cálida como cuando había llegado.

- De allá también es Lauren. – Susurró la morena, más para ella que para su acompañante.

- ¿Perdona? – volteo a mirarla tratando de descifrar que cara tenía la hija de cristo que a las diez de la noche no roncaba ni soñaba con el canto de los ángeles en sus aposentos.

La embarcación - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora