Diez

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Fiesta de disfraces 1.

Naturalmente todo debería estar bello y calmado esa mañana, pero ni el clima lo creía así, lo que se pronosticaba como un día soleado terminó siendo el día más opaco de todos lo que habían visto a pesar de que eran las 7:10 de la mañana se sentía como si fuera una oscura tarde a las 6:30

No muchas personas se habían levantado, solo aquellos que estaban encargados de toda la organización del gran salón; sillas, mesas y hasta una pista de baile se había formado allí en medio de todo así como lo había pedido Harold, que se encontraba allí supervisando todo, luego caminó hacia la proa mientras saludaba por aquí y por allá a las personas con que se encontraba, paro en la solitaria punta, estaba esperando su oportunidad. En solo unos minutos más sus compañeros se irían todos a desayunar lo cual de creaba una ventaja sobre su "maravillosos" plan y como lo tenía el planeado así fue.

Uno a uno fueron saliendo hasta dejar a solo el pequeño Mike que era el último en comer siempre menos ese día. Camino hasta acercarse a él.

- ¿Por qué no vas con ellos mientras yo me quedo aquí?- Dijo Harold.

- No creo que sea posible, capitán. Nunca lo hago.

- Te estoy dando la oportunidad, hoy es un buen día. – Harold puso una exagerada sonrisa en su rostro.

- Parece contento hoy, mi capitán. – dijo un poco tímido el joven. No era apuesto, era un chico promedio comenzando a vivir, ese era su primer viaje lastimosamente, tenía unas gafas que ocultaban lo maravillosos que podían ser sus ojos sin ellas, un par de pecas por aquí y por allá, dentadura perfecta y una estatura promedio, nada fuera de lo normal, exceptos sus ojeras que no eran para el tamaño que tenía su cabeza.

- Lo estoy, tengo motivos para estarlo. – Aunque era más su nerviosismo que cualquier otra cosa. Ahí recordó que tenía que hacerlo ahora.- Ve con ellos disfruta este maravilloso día.

El chico asintió y se dirigió al lugar en donde debían estar sus compañeros. Esperando un momento, el capitán Harold camino en reversa sin apartar la vista de la puerta por la cual salía el joven hombrecito, cuando se giró comenzó a mermarle la velocidad lentamente al barco, primer grave error, luego de eso se movió sigilosamente entre los comandos para buscar el del taque de la gasolina, aún iba muy llena, por lo cual, abrió la compuerta por la cual entraba todo el líquido pero esta vez, haciendo que se expulsara en el agua, mientras el barco se movía lentamente sobre lo que se esparcía, segundo grave error.

- Harold?- se volvió asustado.

- Ahora no, Harry. – y sin más salió de allí

Cuando iba caminando sin rumbo alguno recordó el día de su primera cita con Carol Anne, no fue algo planeado, el solo estaba abatido y abandonado en un salón de clases que poco era utilizado así que el joven Harry lo utilizaba de refugio. Carol Anne lo vio cuando iba de paso, pensó que se veía guapo mientras estaba concentrado, así que fue, compro un par sándwiches junto con un zumo de naranja, o eso le había dicho su ahora esposa unos años después, pero sin salirse del recuerdo él la vio llegar con una hermosa sonrisa y un ancho vestido color blanco, un moño recogiendo su abundante cabello en un intento fallido.

Sin embargo otro recuerdo inundo su mente, el día que se comprometió con Carol Anne, eran jóvenes y estaban teniendo su primera discusión como pareja, todo por el color de un vestido que usarían para una de las tantas cenas familiares ya que querían combinar porque el mismo día cumplirían 14 meses saliendo.

- Te dije que yo no iré con un moño rosado. – así había comenzado la discusión

- Es mi color favorito, Harold, ¿Qué tienes contra ello?

La embarcación - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora