El misterio de la piedad,
Dios manifestado en carne.EL joven oficial permaneció atónito al darse cuenta del efecto que su solo nombre había producido.
Y reaccionando dijo: -Por qué todos tembláis de ese modo? Es por ventura a causa de mi?
Honorio le contesto: -Ay de mi. Aunque proscritos nos hallamos en estos lugares, tenemos constante comunicación con la ciudad. Estamos enterados de que nuevos esfuerzos han de hacerse para perseguirnos con mas severidad, y que Marcelo, capitan de los pretorianos, ha sido designado para buscarnos. Y en este momento a ti te vemos en nuestra presencia, a nuestro principal enemigo. No es esta suficiente causa para que temamos? Por qué habrías tu de perseguirnos hasta este lugar?
Marcelo exclamo: -No tenéis causa para temerme, aun en el caso que yo fuese vuestro peor enemigo. No estoy en poder de vosotros? Si quisiereis detenerme, podría yo escapar? Si quisiereis matarme, podría yo resistir? Estoy sencillamente entre vosotros tal como me veis, sin ninguna defensa. El hecho de encontrarme aquí solo es prueba de que no hay peligro de parte
mía.Honorio, reasumiendo su aire de calma, dijo: -Verdaderamente, tienes razón; tu de ninguna manera podrías regresar sin nuestra ayuda.
-Escuchadme, pues, que yo os explicare todo. Yo soy soldado romano. Nací en España y fui criado en la virtud y la moralidad. Se me enseño a temer a los dioses y a cumplir con mi deber. Yo he estado en muchas tierras y me he dedicado por entero a mi profesión. Sin embargo, nunca he descuidado mi religión. En mis habitaciones he estudiado todos los escritos de los filósofos de Grecia y de Roma. Como resultado de ello he aprendido a desdeñar nuestros dioses y diosas, los que no son mejores, y mas bien son peores que yo mismo.
-Platón y Cicerón me han enseñado que hay una Deidad suprema a la que es mi deber obedecer. Pero como lo puedo conocer y cómo le debo obedecer? También he aprendido que yo soy inmortal, y que cuando muera me he de convertir en espíritu. Como seré entonces? Seré feliz o miserable? Cómo puedo yo asegurarme la felicidad en la vida espiritual? Ellos describen con derroche de elocuencia las glorias de la vida inmortal, pero no dan instrucciones para los hombres comunes como yo. Pues el llegar a saber todo esto es lo que constituye el anhelo vivo de mi alma.
-Los sacerdotes son incapaces de decir nada. Ellos se encuentran enlazados con antiguos formalismos y ceremonias en las cuales ellos mismos jamas han creído. La antigua religión es muerta; son los hombres los que la mantienen en pie.
-En las diferentes tierras por donde he andado, he oído mucho sobre los cristianos. Pero encerrado, como lo he estado en mi cuartel siempre, jamás he tenido la feliz oportunidad de conocerlos. Y para ser franco, no me he interesado por conocerlos hasta últimamente. He oído los informes comunes de su inmoralidad, sus vicios secretos, sus pérfidas doctrinas. Y desde luego hasta hace poco yo creía todo eso.
-Hace unos pocos días estuve en el Coliseo. Allí recién aprendí algo respecto a los cristianos. Yo contemplé al gladiador Macer, un varón a quien el temor era desconocido, y él prefirió hacerse quitar la vida, antes que hacer lo que él creía que era malo. Vi un venerable anciano hacer frente a la muerte con una pacifica sonrisa en sus labios; y, sobre todo, vi un puñado de muchachas que entregaron su vida a las fieras salvajes con un canto de triunfo en sus labios:Al qué nos amo
Al qué no ha lavado de nuestros pecadosLo que Marcelo expresó produjo un efecto maravilloso. Los ojos de los que escuchaban resplandecían de gozo y vehemencia. Cuando él menciono a Macer, ellos se miraron los unos a los otros con señas significativas. Cuando él hablo del anciano, Honorio inclino la cabeza. Cuando hablo de los niños y muchachas, y musitaron las palabras del himno que cantaron, todos voltearon el rostro y lloraron.
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El mártir de las Catacumbas
Ficción históricaUna historia de amor escrita con sangre. Suflamados* del amor a Jesucristo, los primeros cristianos estuvieron dispuestos a sufrir la mas espantosa de las persecuciones de la antigua Roma. El mártir de las catacumbas narra de forma vivida los sacrif...