CAP 4. UN EVENTO DESAFORTUNADO

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Existen varios tipos de amigos, o al menos podemos diferenciar a los verdaderos de los falsos, pero si quieres saber si tu amistad con alguien está destinada a trascender y es absolutamente pura y auténtica, solo basta con mirar a esa persona a los ojos y encontrarte dentro de ese brillo del que también eres parte.

—Y bien... ¿de qué quieres hablar conmigo? —preguntó Pablo.

—Primero que nada, quiero que sepas que estoy muy apenado por aquel incidente de hace tres años —respondió Gabriel.

—Preferiría que dejáramos las cosas como están.

—Por favor, solo déjame explicarte.

—No me siento cómodo hablando de esto, Gabriel, en verdad, no tienes que explicarme nada.

—¿Sabes que Carlos es homosexual, verdad?

—No sé a qué viene tu pregunta.

—Sé que lo sabes, eres su mejor amigo, por supuesto que debes saberlo.

—¿A qué viene todo esto, Gabriel?

—Lo que sucedió aquel día... Sé que Carlos se echó la culpa y te dijo que le estaba enseñando a besar, que me había tomado por sorpresa y que por eso reaccioné de ese modo, pero la realidad es muy distinta. —Tomó aire—. Solo te diré que él y yo, por más demente, inmoral o imposible que te parezca, tuvimos algo muy serio.

Pablo lo miró sorprendido.

—Todo empezó como un juego, un simple juego de dudes explorando su sexualidad, pero después todo se nos salió de control y ambos terminamos enamorándonos.

—¿Te das cuenta de la estupidez que estás diciendo, Gabriel?

—No es una estupidez, es verdad. No entiendo por qué la gente se espanta por algo así cuando hay cosas mucho peores en el mundo. En esta vida, nadie elige de quién enamorarse.

—Estoy de acuerdo contigo en eso, pero por Dios, Gabriel, independientemente de tu sexualidad, estamos hablando de que son primos hermanos. ¿Puedes siquiera imaginar los problemas que eso les traería a sus familias si se llegan a enterar? Estamos hablando simplemente de que hay reglas morales que se deben seguir... Mira, no lo voy a negar, ese día descubrí que había algo entre ustedes dos, y no porque él me dijera algo, sino porque yo vi cuando se estaban besando, yo vi que fue un beso que ambos desearon, algo en lo que los dos estuvieron de acuerdo, y nada de esa tonta historia con la que me quiso ocultar lo evidente.

—Y entonces ¿por qué no le dijiste nada?

—¿Qué querías que dijera? Estaba impactado. ¿Acaso creíste que iba a ir a evidenciarlo con su madre? No soy esa clase de persona, y mucho menos de amigo. No es que no supiera que Carlos fuera diferente, porque lo intuía, pero jamás imaginé que lo encontraría en esa situación —comentó angustiado.

—Pablo, en verdad siento mucho que esto sea algo difícil de entender para ti. Tanto Carlos como yo tuvimos que pasar por momentos difíciles intentando luchar contra esto, pero simplemente no pudimos.

—Pues por lo que veo, quien no pudo eres tú, porque él sí lo logró.

—Sí... creo que de eso me acabo de dar cuenta —exclamó acongojado.

—Escucha, Gabriel, yo sé que Carlos es gay, y también sé que fue duro para él aceptar que lo de ustedes estaba mal... Cuando te marchaste no volvió a ser el mismo, todo el tiempo hablaba de ti, estaba distraído, ausente, sumergido en su propio mundo y pegado a la computadora, supongo que escribiéndote. Muchas veces intenté acercarme a él y hacerle saber que podía hablar conmigo y contarme lo que fuera, pero sencillamente no pude. Yo fui criado en una familia cristiana, así que si el hecho de saber que mi mejor amigo era gay me lastimaba, no tienes idea de lo que sentía cada vez que él decidía pasar más tiempo frente a un monitor aferrado a ti que conmigo. No sabía qué hacer, traté de entenderlo, incluso de aceptarlo, así que la mejor forma de apoyarlo fue no dejando de quererlo...

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