Capitulo 41

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POV Marinnette.

Tan pronto Gabriel se despidió, yo salí a hacer las entregas como siempre lo hice cuando Fu estuvo presente.

Todos me abrazaron con añoranza, e inclusive Monsieur Pierre me dio unas palmadas en la espalda.

Fue difícil explicarles mi ausencia, pero al comprender que no quería hablar de ello (estaba avergonzada) no hicieron más preguntas y me dejaron partir.

Después llegué a casa y el almuerzo ya estaba preparado. Realmente parecía que todo había sido un sueño.
Que todas esas semanas de tristeza no habían realmente pasado.
Fu actuaba con gran naturalidad como siempre.

Inclusive ahora que terminaba de explicarnos y enseñarnos con más detenimiento el proceso del viaje a Papillon y a mí...

–¡Bravo!–aplaudió cuando terminamos de practicar.– Lo hiciste perfectamente Papillon.–la felicitó, y después se giró hacia mí.– Debes mantenerte más concentrada, recuerda que lo más importante es mantener sano el hilo...

–...que une el alma y el cuerpo, lo sé.–continué.

Fu puso sus manos en la espalda.

–Trabajaremos en ello.–informó. Volvió a mirar a la chica a mi lado y sonrió.–Fue un gusto tenerte aquí, Papillon.

–El gusto fue mío, maestro Fu.–dijo mientras se inclinaba en una reverencia.–Espero podamos vernos pronto.

–Te aseguro que lo haremos.–respondió.– Por favor, Marinnette, acompáñala a la salida.

Suspiré y obedecí.

Mientras caminábamos a la puerta, sentí que los nervios picaban. Era el momento, debía confesarle que no podía emparejarla con Gabriel.

Así que antes de que siguiera su camino la detuve.

–Cha-Charlotte...–tartamudeé.

–¿Si?

Sus grandes ojos verdes me miraron.
Me sentí culpable.

–Debo decirte algo...–me rasqué la cabeza.–Co-con respecto a Gabriel.

Hizo una mueca.

–¿Qué cosa?

–No-no creo que pueda cumplir nuestro trato.–confesé finalmente.

Ella levantó una ceja y me miró con curiosidad.

–¿Puedo saber la razón?–negué con la cabeza. Se mordió el labio.

Nos quedamos en silencio hasta que volvió a mirarme a los ojos y preguntó:

–¿Hablaste con Gabriel?–abrí los ojos sorprendida.–¿Te dijo la verdad?

¿Ella era consciente de que a Gabriel no le gustaba?

Apreté los labios y la miré apenada.

Asentí con la cabeza. Vi el pánico en su mirada.

–¿Tú-tú lo sabías?–tartamudeé. Y esta vez fue su turno de asentir.– Realmente lamento no poder ayudarte...me parecían una muy linda pareja. Es bastante ciego como para no enamorarse de ti de inmediato.–Mis palabras eran de consuelo.

Eterno [MLB] // Gabrinette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora