Capítulo II

4.7K 238 16
                                    


-Hola, mi vida -lo saludó Cristina.- ¿Cómo va todo por allá?

Esteban suspiró.

-No muy bien, mi cielo. Hubo un pequeño problema y....

-¿Es grave? -lo interrumpió con preocupación.

-No, no es grave, mi amor pero no podré llegar mañana a casa, creo que voy a tener que quedarme un par de días más.

-¿Qué dices? -¿Un par de días más fuera de casa? ¿Precisamente por esas fechas?, pensó un poco molesta.- ¿No puedes dejarlo para después? -intentando persuadirlo.

-No, mi cielo.

-Pero...

-Cristina, solo será por un par de días...

*Un par de días* pensó Cristina, dolida. ¿Acaso su marido no recordaba que a día siguiente era su aniversario de bodas? Cumplían 9 años de feliz matrimonio y él no iba a estar con ella...

-¿Cristina? -al ver que ella no decía nada.- ¿Mi cielo, estás ahí?

-Sí -dijo secamente.

-¿Todo bien?

*¿Cómo se atrevía a preguntarle eso?* pensó furiosa.

-Todo perfecto -mintió, sin suavizar el tono de su voz.

-¿Estás molesta porque me quedaré unos días más, verdad?

-¿Debería estarlo?

Él calló un momento.

-Prometo que te recompensaré, mi cielo...

-Sí, sí, sí, ten por seguro que para entonces ¡será demasiado tarde! -exclamó furiosa antes de colgar con un movimiento brusco.

¿Recompensarla? , pensó furiosa. ¿Cómo iba a recompensarla por olvidar su aniversario? ¿Qué era más importante que eso? Se preguntó dolida.
Sin poder evitarlo, un suave gemido escapó de sus labios y ella se llevó las manos a la cabeza. El teléfono comenzó a sonar y Cristina lo miró fijamente. Sabía que seguramente sería su marido pero ella no quería hablar con él en esos momentos.

-¡El teléfono! -escuchó decir Cristina a Rosa.

-¡Yo contesto, abuela! -respondió Luisa.

Cristina escuchó los pasos de Luisa desde la cocina, acercarse a la sala.
Luisa entró a la sala y al ver a Cristina de pie frente el teléfono, detuvo su andar ¿Porque no contestaba?
El teléfono seguía sonando insistentemente y Cristina no daba signos de coger el teléfono.

-Señora... ¿No piensa contestar?

-No. -dijo con voz seca, aún con el enfado en la voz. Lentamente se giró y la miró con expresión dura.- Y no quiero que nadie en esta casa conteste los teléfonos hasta que yo lo diga -levantó la barbilla.

-¿Y si es algo importante, Señora?

-Ninguna llamada, dije -repitió.

-Pero...

-¡¿Entendido?! -exclamó con voz alta, comenzando a perder la paciencia.

-Sí, señora. -susurró.

-Perfecto. -Cristina suspiró profundamente.- Estaré en mi habitación, no quiero que nadie, absolutamente nadie me moleste. -ordenó, acto seguido salió de ahí rumbo a su habitación.

<<<


Al llegar a casa de Alejandra, Acacia se preocupó un poco ya que las luces de la casa estaban apagadas.

-Ulises, algo está pasando -dijo mientras Ulises estacionaba la camioneta frente a la casa de Alejandra.

Ulises sonrió sin que Acacia se percatara de ello.

-¿Tú crees?

-Sí. -se giró a él, quien había dejado de sonreír.- Es algo que presiento, no sé...

Ulises le tomó una mano.

-Vamos a comprobar si tienes razón, veamos si está Alejandra en casa.

Acacia asintió. Ambos bajaron de la camioneta y subieron por las escaleras. Al estar frente a la puerta, Acacia levantó una mano para tocar y al hacerlo, la puerta, ésta se abrió un poco por sí sola, asustando un poco a Acacia.

-Ulises, está abierta -murmuró asustada.

-No entres -dijo Ulises detrás de ella.

Acacia estaba asustada, pero Alejandra estaba dentro...

-No entres... -repitió él.

-Tengo que hacerlo -decidió Acacia.

Armándose de valor abrió la puerta y entró a la casa, al hacerlo, las luces se encendieron y un borrón de mil colores, muchos gritos de alegría la recibieron.

-¡Sorpresa! -gritaban las personas.

Acacia los miraba perpleja. Jamás se hubiera imaginado aquel detalle tan lindo.

<<<

Dionisio caminaba por las pequeñas calles principales del centro del Soto, observando los establecimientos nocturnos de aquel pueblo. Después de salir de la Benavente, había ido al hotel y tomado una ducha para refrescarse después de pasar la tarde en medio del polvo. Había decidido cenar algo en el hotel, pero de último momento había decidido salir a recorrer el pueblo.
Era una noche fresca por lo que no iba con su habitual traje negro. Iba vestido con unos vaqueros azul marino, una camisa negra y una chaqueta de cuero color café, a pesar de ir vestido de manera "informal", estaba muy elegante y atractivo, razón por la cual, más de una mujer se lo quedaba mirando más de lo que era considerado "educado", pero a él no le importaba, de hecho, si la mujer era atractiva, él también les daba un vistazo y les regalaba una sonrisa, él era un fiel admirador del arte femenino.
Estaba por cruzar una calle, cuando de pronto, un desconocido se le acercó.

-Buenas noches, Señor...

-Buenas noches. -respondió Dioni, sin detener su andar.

-¿Busca diversión?

Dionisio miró con cara de pocos amigos a aquel extraño, pero el hombre ni se inmutó.

-No sé de qué me está hablando.

El hombre le sonrió con complicidad y Dionisio detuvo sus pasos.

-"Diversión", caballero... Diversión masculina. -Dionisio enarcó la ceja.- ¿Sabe? Conozco de un buen lugar donde puede conseguir a alguna chica -se metió la mano en la chaqueta y sacó una tarjetita que le tendió a Dionisio.- Tómela -agregó al ver que Dionisio no la tomaba.- No se la voy a cobrar -se burló. Dionisio aceptó la tarjeta.- En esa dirección puede encontrar una buena chica y pasar un buen rato -le sonrió con complicidad.- Nada más no diga quien le dio la tarjeta. -advirtió, antes de dar media vuelta y desaparecer por el oscuro callejón por donde había llegado.

Dionisio lo vio alejarse y luego miró la tarjeta con interés.

-Prostíbulo "La Victoria".


<<<<<

Cristina se encontraba en su habitación. Sola. Sin su marido. Y al día siguiente sería lo mismo.

*No, lo mismo no.* se dijo.

Al día siguiente era su noveno aniversario de matrimonio y su marido estaba de viaje. Ni siquiera se había disculpado con ella por no pasar a su lado un día tan especial como ese.
Sus ojos comenzaron a arder como signo de las lágrimas que enseguida comenzaban a llover su rostro.
¿Cómo era posible que su marido se olvidara de su aniversario? Alonso jamás se había olvidado de una fecha tan importante...
Alonso.
Al pensar en su difunto primer marido, las lágrimas comenzaron a caer con más fuerza por el rostro de Cristina. A pesar del tiempo desde su partida, no podía arrancárselo del corazón. No había día en que no lo recordara y aunque hacía mucho que ya había superado su muerte, había ocasiones como esa en que la nostalgia se apoderaba de ella y lo anhelaba con toda su alma poder tenerlo ahí con ella, que su muerte no fuera más que un mal sueño, que nunca...

*¿Qué nunca te hubieras casado con Esteban?* se mofó de sí misma.

*Sí*se dijo, enfadada.

En esos momentos estaba furiosa con su marido. Lo quería pero a veces él actuaba como si le importara más la hacienda que ella misma.

"-Usted es estás tierras y ¿sabe qué? Yo amo esta tierra." -recordó Cristina que su marido en una ocasión le había dicho esas palabras.

"-El solo está contigo por interés, ¡Por favor, date cuenta!" -recordó las palabras de su hija.

¿Sería cierto? ¿Esteban solo se habría casado por ella por su dinero? ¿Por eso salía de viaje constantemente?

-No, no. Eso no es cierto -se dijo así misma, limpiándose las lágrimas.- Yo sé que él me ama.

*¿Entonces por qué se olvidó de su aniversario?* le dijo su mente.

-Si lo olvidó, seguramente fue por el trabajo o...

*O quizá tiene otra mujer. Por eso estará un par de días más fuera, por estar con ella* la pinchó su mente cruel.

-¿Otra mujer? -susurró con dolor.

Esteban. Su marido. Engañándola...

-¡No! -gritó lanzando la almohada.- ¡Eso no es verdad!

*¿Entonces porque te deja sola el día de su aniversario?*

¿Dejarla sola? ¡Para nada! Pensó furiosa. Ella no estaba sola. ¡No lo estaba!

*¿Ah no? Tu marido está lejos, tus padres están en San Jacinto y tu hija se va a San Jacinto por la mañana... ¿Y dices que no estás sola?*

Ella sabía que era verdad, pero no tenía fuerzas para admitirlo ante sí misma. Estaba sola, muy sola...
Las lágrimas invadieron su rostro y ella no las reprimió. Dejó que fluyeran libremente toda la noche.

<<<

La Mujer Que Yo RobéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora