Capítulo 5

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Los días de tormenta de verano han llegado, y toda el agua ha inundado mi vida. Necesito arreglar las cosas, esto no puede quedar así, necesito pedirle perdón a Maggie, por una vez arrepentirme de lo que he hecho y dar la cara, aunque me cueste, pero es lo que debo hacer. Me queda muy poco tiempo para cambiar la situación que hay entre nosotros dos, hoy se va a las seis y media y no puedo dejarla ir sin decirle que la quiero, y que quiero que sigamos siendo mejores amigos, los hermanos que éramos hace una semana, tengo que hacerlo. Son las 07:59 de la mañana, no he podido pegar ojo en toda la noche pensando en Maggie y en que hoy se va. No sé cómo hacer para arreglar mi error, no sé si debo ir a su casa antes de que se vaya o llamarla, aunque creo que lo mejor es dar la cara. Sí, ¡eso hare! Iré a su casa y me disculparé. Me imagino que Maggie me perdonará, aunque no me merezca que me perdone, pero ella es una chica con un corazón enorme, y sé que ella también quiere mantener nuestra amistad y que todo se arregle.

- ¿A dónde vas a estas horas? – me dijo Afri cuando vio que iba salir de casa.

- A despedirme de Maggie – le contesté.

- ¿Pero no estabais enfadados?

- Sí... pero quiero arreglarlo.

- ¿Tú? ¿Con lo orgulloso que eres? ¡Me sorprendes! – dijo.

- Me voy mamá – dije mientras abría la puerta.

- ¡No llegues tarde! Que hoy viene tu tía de visita.

- Que sí, que sí...

No sabía a qué hora iba a volver a casa, no sé cuánto tardaría en hablar con Maggie, y mucho menos sabía que cuando llegara a su casa no iba a haber nadie.

- Si buscas a la familia Willians no están, se han ido a vivir a Múnich hoy mismo – me dijo una vecina que estaba barriendo la entrada a su vivienda.

- ¡Pero si yo tenía entendido que se iban en el vuelo de las 06:15 de la tarde! – dije confuso.

- ¿En el vuelo de las 06:15 de la tarde? Se han ido a esa misma hora pero por la mañana – me dijo.

En ese momento me sentí muy mal, me empezó a doler el estómago, como si tuviera un nudo, las ganas de llorar y la impotencia por no poder haber arreglado las cosas me invadían el cuerpo, me sentí horriblemente mal, me sentí un estúpido en un mundo estúpido. ¿Por qué? ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí? Pero en verdad me lo merecía por todo lo que había hecho, todo esto me lo merecía y no podía quejarme.

Volví a casa, mi tía aún no había llegado, mi madre y mis hermanos habían salido y el único que estaba en casa era Apolo. Subí a mi habitación, cerré la puerta con llave y me acosté en la cama a intentar llorar, pero las lágrimas no me salían, aunque tenía muchísimas ganas de llorar no podía, y eso me hacía sentir aún más mal.

Hubo un momento en el que me quedé dormido, cuándo me desperté vi la silueta de alguien sentado en el borde de mi cama mirando hacia la ventana, era una chica vestida con un jersey azul y con el pelo castaño y liso.

- ¿Ya te has despertado? – me dijo.

- Esa voz... ¡no puede ser!

En ese momento ella se giró, y la vi, era ella en carne y hueso, era Maggie sentada en el borde de mi cama, en mi habitación, en mi casa. No lo podía creer, ella debería haber estado volando hacia Alemania, no sentada en mi cama, pero allí estaba, a mi lado.

- Pero, ¿qué haces aquí? ¿Tú no te habías ido hoy a Alemania? – le pregunté desconcertado.

- Sí, debería haberme ido, pero el avión ha tenido una avería, y como estamos en época alta de vuelos no podíamos cambiar de avión, así que nos iremos mañana a las cuatro de la tarde – acabó la frase con una sonrisa.

- ¿Y por qué cuándo fui a tu casa esta mañana ya no estabas? Una vecina tuya me dijo que os habíais ido esta mañana temprano.

- Resulta que nos fuimos al aeropuerto, y fue ahí cuando nos informaron de lo que ocurría, y como ya la casa no es nuestra no podíamos volver, por lo que esta noche nos quedaremos en casa de mi abuela.

- ¡Aún no me lo creo! ¡Pensé que no te iba a volver a ver! – le dije emocionado.

- Yo también lo creí, pero ya ves que el destino se ha puesto de nuestra parte y no quiere que nos separemos sin vernos antes.

- Lo siento Maggie, he sido un puto estúpido, y me he comportado como un idiota, te he tratado como si no me importaras y no es así, te quiero muchísimo, eres muy importante para mí, y no quiero que pienses lo contrario, porque eres gran parte de mi vida, y tú me has enseñado muchas cosas, gracias a ti he decidido luchar por mis sueños, porque siempre has estado ahí, apoyándome y brindándome tu mano cada vez que la he necesitado, y yo en cambio... y yo en cambio te lo he pagado así, gritándote y tratándote mal. Lo siento de verdad, te lo prometo – le dije al fin.

- Charlie, no eres un estúpido, eres tú, con tus bajonas y tus momentos de furia, esos momentos en los que no sabes controlarte y sueltas por la boca lo primero que se te viene a la cabeza, y así es como te quiero, quiero al Charlie que conozco, el que siempre se ponía conmigo en el recreo cuando estábamos en primaria, el que me perseguía para dónde yo iba, el que me copiaba en los exámenes, el que me ha metido en líos impensables, el que está ahí cuando lo necesito, el que siempre atiende mis mensajes de madrugada, el que está en esos momentos malos y buenos, yo te quiero a ti tal y como eres, con tus defectos y virtudes, como tú eres, y aunque me hayas hablado mal errores cometemos todos, yo también debería haberte dicho lo de Alemania desde que lo supe y no haber esperado a la semana anterior, y mucho menos al día de tu cumpleaños. Los dos hemos cometido un error, y es de esto de lo que se aprende, de situaciones como esta las amistades se hacen más fuertes, superando los baches, y es en ese momento cuando se demuestra que una amistad es verdadera. Gracias por ser mi mejor amigo, mi hermano y por haberme dado tantos momentos que recordar a lo largo de mi vida, gracias Charlie.

Me quedé sin palabras, lo que me había dicho era tan bonito, sus palabras me habían llegado directamente al corazón e hicieron que me emocionara. Me puse a llorar como un niño y me abracé fuertemente a ella. Noté en ese abrazo el amor que hay entre nosotros dos, que nuestra amistad es única y que siempre seremos inseparables. Me di cuenta de cuanto la quiero, fueron sensaciones extrañas pero agradables, cosas que nunca había sentido por ninguna persona, y me gustó sentirme así. La lluvia en mi vida había cesado por unos momentos, solo éramos Maggie, yo y nuestro abrazo, ese abrazo largo y reconfortante, un abrazo lleno de amor y sentimiento, porque como ella me dijo, en momentos como este se demuestra el amor que hay entre dos personas, porque uno más uno son igual a dos por vida.

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora