Capítulo catorce.

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Justin la observaba mientras ella estaba sumergida entre las letras del menú. Su ceño estaba levemente fruncido y su pierna repiqueteaba en el suelo con nerviosismo bajo la mesa.

—¿Puedes dejar de mirarme? —pidió sin alzar la vista. Justin rió y se mordió el labio.

Tras pedir la cena, las miradas silenciosas por parte de los dos no tardaron en hacerse presentes. La incomidad era latente, así como también lo era la tensión sexual.

—Creo que no fue una buena idea venir aquí —dijo Eva mientras bufaba y se acomodaba el cabello.

—¿Por qué? Basta de jugar conmigo, Eva —le pidió Justin un poco molesto.

—¿Que yo estoy jugando contigo? —preguntó en un tono bastante alto de voz. Las personas de la mesa contigua miraron por encima de sus hombros, intentando escuchar de qué iba el pequeño enfrentamiento.

—Haremos esto: cenaremos y nos iremos a mi apartamento. Allí podrás decirme lo que se te dé la gana pero no aquí, no es el momento ni el lugar. Intento que esto funcione, no lo fastidies —Eva iba a contestarle pero el mesero llegó, dando por finalizada la conversación.

Ninguno de los dos comió demasiado. Desde un principio la cena era con la intención de romper el hielo, pero claramente no había funcionado ni siquiera un poco. Justin casi no comió, al igual que Eva. Pasada una agobiante hora, decidieron irse.

—Ponte cómoda —le dijo cuando abrió la puerta de su apartamento. Ella asintió y automáticamente se dirigió hacia el gran sofá, para luego quitarse los tacones.

Justin volvió con dos copas de vino y las depositó sobre la pequeña mesa que estaba frente a ellos. Se cruzó de brazos y se negó a mirarla, porque sabía que si lo hacía, no tendría autocontrol y la besaría.

—¿A qué estamos jugando con esto Justin? Sólo dímelo de una maldita vez —le pidió con la voz entrecortada.

—No estoy jugando a nada. Quiero que me escuches un momento —se acomodó mejor para verla a los ojos. —En mi vida siempre estuve acostumbrado a que las mujeres me usen y desusen a su antojo. Claro que tuve oportunidades de enamorarme como un idiota, pero en sus corazones sólo había lugar para los regalos, el dinero y el sexo. No pretendo que me perdones por la idiotez que hice pero no quiero que sigas condenándome por mis errores. Tienes que tomarme como soy, Eva. Me equivoqué, sí... Te he comparado con las demás sin darme el lujo de darte una oportunidad y averiguar si eras diferente. Soy un idiota, intento que nada me afecte pero en realidad no soy el tipo rudo que todos creen. Formé un escudo alrededor de mi corazón para que nadie me hiera y terminé hiriendo a otras personas que nada tenían que ver con mis problemas. Y me odio por eso, porque no es justo que vaya por la vida desconfiando de todos cuando, en realidad, fue mi culpa confiar en personas que sabía que me estaban traicionando —finalizó. Tomó las manos de Eva entre las suyas y las besó. —Lo siento. Dame una oportunidad para demostrarte que sí sé valorar a una mujer y hacerla feliz.

Eva lo miró durante unos segundos y se lanzó sobre él para envolverlo en un abrazo. Besó todo su rostro para después darle uno sobre los labios.

—Lo siento, también. Nos hemos equivocado los dos... A mi también me han traicionado y sé que no es nada agradable, pero yo no lo haría jamás Justin. No podría hacerte algo así, porque yo te quiero de verdad —aseguró.

—Yo también te quiero —le dijo.

Sus labios se unieron en un espiral de locura y pasión que los llevó al éxtasis.

I'll be gentle. ➳ [j.b]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora