01. Boy meets evil

10.7K 843 121
                                    

Fue aquel fatídico momento el que me hizo perder el control. Sin mirar, cogí uno de los jarrones de porcelana que adornaban la mesa del salón y lo lancé en dirección a mi oponente. En sólo unos minutos se había convertido en mi rival; mi enemigo. Grité con la fuerza de un animal salvaje al ver que aquel monstruo esquivaba mi ataque y aparté la vista, desesperanzada. Él desapareció durante unos instantes en los que pude aprovechar para continuar con mi terrible llanto, aunque la paz no duró mucho tiempo más. Un estruendo hizo que me despertara de nuevo de mi letargo. Desconcertada, me giré, encontrando mi maleta tendida en el suelo frente a mí, a medio cerrar.

—Si te atreves a volver no tendré piedad, ¿me oyes? —gritó con voz ronca señalando la puerta del apartamento, ahora adornado por muebles descolocados y cristales rotos. Sin embargo, no hacía falta que me dijera nada. Yo ya sabía que lo único que podría hacer a aquellas alturas no era otra cosa que huir.

Agarré con rapidez el asa de mi pesada maleta y tiré de ella hasta la puerta, sin mirar atrás. Bajé las escaleras y salí a la calle. Aquel veinticuatro de octubre llovía a mares, pero no me importaba. Corrí sin parar, hasta que los gritos que blasfemaban por la ventana de mi ahora antiguo apartamento se apagaron. Aminoré el ritmo al darme cuenta de que estaba sofocada. A pesar de que estaba calada hasta los huesos pude notar cómo el calor me recorría el cuerpo entero. Mi pecho subía y bajaba a causa de la carrera, y mi corazón latía con fuerza por tantas razones que me sentía abrumada. Me aparté el mojado pelo de la cara y dejé de andar, parándome a pensar por un momento.

Las condiciones de la situación definitivamente no estaban a mi favor. Era un país extranjero, no tenía dónde ir y para más inri había pasado la medianoche, así que no parecía haber signos de vida humana en la calle. Suspiré y cerré los ojos para intentar calmar el horrible dolor de estómago que se estaba empezando a apoderar de mí, y proseguí mi camino. Al menos tenía mi móvil y mi cartera, por lo que podría alojarme en algún hostal de la zona -si es que encontraba alguno-. Con la mano que me quedaba libre rebusqué en el bolsillo de mi pantalón hasta que encontré la cartera, rezando para que mi tarjeta de crédito estuviera dentro de la misma. Solté un largo suspiro de alivio al dar con ella, una sensación que no duró demasiado.

—¿No te han dicho nunca que es peligroso salir a la calle a estas horas?

Di un respingo al escuchar aquellas palabras, con la mala suerte de que la tarjeta que sostenía entre mis dedos calló. Ignoré las palabras y me agaché para cogerla lo más rápido que pude, pero para mi sorpresa ya era demasiado tarde. Levanté la mirada y observé cómo un hombre agitaba mi tarjeta en el aire. A pesar de que la capucha de su sudadera tapaba sus ojos pude ver cómo se formaba en su cara una sonrisa de satisfacción. Lo que me faltaba.

—Esto me va a venir de perlas. ¿Qué más tienes para mí, encanto?

Le miré paralizada por el miedo y retrocedí un solo paso. No podía creer que aquello me estuviera pasando. Parpadeé incrédula y noté cómo las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Por detrás, alguien me empujó, haciendo que me golpeara instantáneamente con el pecho de la persona que tenía delante. El contacto con aquel hombre me produjo un escalofrío, así que intenté volver a retroceder, pero él ya me había cogido de la muñeca y la apretaba con fuerza.

—Suelta eso, zorra —dijo con desprecio mientras estrangulaba el comienzo de mi mano. No pude soportar más la presión y dejé caer la cartera. Quería gritar, llamar a alguien, marcar algún teléfono de emergencia, pero me sentía tan acorralada que lo único que pude hacer fue llorar. El hombre se agachó para recoger aquel pedazo de tela y rebuscó hasta que encontró el dinero que llevaba en efectivo—. Gracias —hizo una reverencia y se apartó de mi vista, aunque no dejé de escuchar su despreciable voz—. Chicos, ¿alguien quiere ropa de mujer? —escuché risas a mis espaldas y sentí cómo de un tirón me arrebataban la maleta a medio cerrar que aún conservaba. No quise mirar. En aquel momento sentía que no sólo había perdido mis pertenencias, sino también mi dignidad y mis ganas de seguir con vida.

Boy meets evil  » TaehyungWhere stories live. Discover now