Amanda estaba segura haber muerto cuando su lengua siguió el camino de sus dedos. Despacio, lánguidamente, su lengua recorrió el pequeño valle cómodo, juntando los jugos que habían reunido a lo largo de él cuando ella se arqueó en sus labios.
Sus manos sostuvieron sus caderas apretadas mientras él lamía pliegues de carne que nunca habían sabido del toque de un hombre.
La realidad retrocedió, ya no le importaba quién era él, cual era su nombre o qué tenía la intención de hacer con ella después de que hubiese terminado. Todo lo que sabía era de la necesidad abrasadora que se extendía de golpe por su sistema, y de su lengua lamiendo caliente como el fuego sobre su carne.
Él gimió en su sexo, lamiendo y absorbiendo en los lisos pliegues de carne, entonces su lengua se movió más arriba, finalmente, ah querido Dios, finalmente raspando sobre su ardiente clítoris.
¾Sí ¾gimió ella delirantemente¾. Sí, por favor, por favor...
Él gruñó, un sonido animal bajo, cuando su lengua circundó el pequeño brote apretado, torturándola con su necesidad de orgasmo, hundiéndola con un placer tan brutal que ella no podría apenas encontrar sentido de lo que sucedía.
¾¿Así? ¾Susurró él, su aliento soplaba sobre la masa congestionada de nervios.
¾Sí. ¾Ella lo necesitaba más, lo necesitaba más cerca.
¾Tú sabor es perfecto ¾gruñó él¾. Como jarabe de miel caliente, suave y dulce en mi lengua.
Ella gimió, su cabeza se agitó en la cama cuando ella luchó contra la necesidad de pedir más.
¾¿Quieres correrte, nena? ¾Preguntó él, su voz la atormentaba terriblemente¾. Tu pequeño clítoris está tan duro e hinchado. ¿Quieres que yo lo haga sentirse mejor?
¾Sí ¾gritó ella¾. ¿Quieres que suplique?
¾Oh sí ¾se rió él, un sonido bajo y oscuro¾. Dime lo que quieres, amor. Pídeme que te haga correrte.
Ella estaba más allá de la vergüenza. Más allá de los límites normales de las vacilaciones virginales.
¾Chúpalo ¾pidió ella¾, chupa mi clítoris. Con fuerza. Hazlo con fuerza. Como hiciste con mis pezones.
¾Mmm. ¾La vibración de placer cuando él lamió en la ardiente raja casi le envió sobre el borde.
¾¿Te gustó cuando te hice daño? ¾Le preguntó él¾ ¿Cuando pellizqué tus pequeños pezones y tiré de ellos con mis dientes?
¾Oh Dios. ¾Ella tembló como una hoja en un huracán¾. Sí. Hazlo. Por favor, por favor haz algo.
Sus dedos se deslizaron por sus jugos, moviéndose abajo, acariciando sobre la entrada a su vagina antes de rodear el pequeño agujero fruncido de su trasero. Ella se sacudió por la caricia, pero se quedó inmóvil, temblando, cuando él lo hizo otra vez, entonces otra vez. A la cuarta vez ella ahogó un grito cuando la punta de su dedo se deslizó en ella.
Fuego. Calor.
Él reunió más de sus jugos y repitió el movimiento repetidas veces mientras su lengua lamía en su sexo hinchado, hasta que ella gritó por la presión en aumento cuando su dedo se deslizó profundamente, profundamente dentro de su ardiente trasero.
Sus labios sujetaron con fuerza su clítoris entonces, su lengua lo raspó cuando él lo absorbió en su boca. Su dedo se movió en su interior, jodiendo en el canal intocado y enviando esas muy necesitadas llamas hambrientas que quemaban por su cuerpo.
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Alma profunda (H.S)
FantasyLa madre naturaleza tiene una manera de hacer "adecuadas" las parejas más inverosímiles. ¿Y qué podría ser más inverosímil que la descarada e independiente hija del Presidente que no sabe cuándo mantener la boca cerrada y un solitario de la casta de...