¿Cómo se suponía que iba a dormir? Su mente no colaboraba pero, aún peor, tampoco lo hacia su cuerpo. Ella contempló el techo débilmente iluminado, siguiendo a las frágiles motas de luz que lograban colarse por las cortinas oscuras y pesadas y trató de encontrar algún modo de aceptar esta nueva realidad a la que la habían arrastrado.
Harry estaba furioso. Ella podía verlo ahora. Donde su padre y hermano se volvían helados, dejando sentir su cólera helada en vez de ardiente, Harry lo reprimía. Él la sepultaba bajo años de aceptación, bajo la tragedia de una infancia que nunca lo fue y de los sueños que nunca se atrevió a tener.
Recordó la mirada en su cara cuando él tiró de ella, su miembro hinchado estalló libremente en ella, el nudo apenas había disminuido cuando ella levantó la mirada hacia él con horror aquella primera vez.
Un animal lo había llamado ella.
Su expresión se había cerrado inmediatamente, haciéndose serena, sin emoción, cuando tranquilamente dejó el Jeep. Esto había sido cólera. Él luchaba contra ello, simplemente como ella luchaba por la libertad. Ahora su cólera se escapaba y ella estaba ligada a una persona de un modo que, temía, nunca podría liberarse realmente.
Si lo que ella había oído por casualidad decir a Callan fuera cierto, entonces la naturaleza le había arrebatado su opción.
Se dio la vuelta a un lado, acurrucándose como una pelota y haciendo a un lado la necesidad punzante a través de su cuerpo. Esto iba a peor. Horriblemente a peor. Ella cerró sus ojos y trató de contar a ovejas, se mordió el labio hasta que probó la sangre. Se cubrió la cabeza con las mantas, pero el dolor sólo crecía y crecía.
Sus pechos estaban tan apretados e hinchados que temía que sus pezones reventaran. El toque de sus propias manos contra ellos envió una desgarradora sensación a su matriz, advirtiéndola de que tendría que librar una batalla difícil y larga si pensaba negar qué su cuerpo tenía hambre.
¿Lo habría querido incluso sin la hormona derramándose en su sistema? Lo habría hecho, pensó, recordando su inclinación natural a tocarla como siempre había soñado con ser tocada. Sus dientes que atormentaban sus pezones. Su mano aterrizando dura y pesada en el montículo desnudo de su sexo.
Se estremeció ante el pensamiento mientras un rayo candente por el placer recordado chamuscaba aquel botón hinchado de nervios. Y su miembro. Apretó los muslos al pensar en ello. El dolor del placer de ser empalada en aquel tallo grueso hacía que sus jugos fluyesen abundantes y espesos de su coño hambriento.
Gimió ante la triste aceptación del hecho de que sólo sería capaz de luchar contra la excitación durante poco tiempo. El dolor en aumento era casi una agonía, su matriz se apretaba, se convulsionaba mientras el síndrome de abstinencia se extendía por ella.
Síndrome de abstinencia. Eso era exactamente lo que parecía. Su cuerpo protestaba por la ausencia de Harry, exigiendo su toque, exigiendo el calor y fuerza que eran parte de él.
Amanda no podía creer que algo pudiese doler tanto. Aquella excitación podría transformarse en agonía, desgarrando las terminaciones nerviosas y abrasando la mente. Tenía que escaparse de él. Tal vez, si podía estar completamente lejos de él, entonces esto se pararía. El síndrome de abstinencia necesitaba una fuente, sin la fuente el cuerpo se adaptaría. ¿O no? Esto volvería a ser normal, ella podría volver a ser normal. Sólo debía huir de Harry.
En alguna parte distante de su mente era consciente de que no pensaba racionalmente. De que el dolor en aumento y la necesidad de su toque eran tan extremos que su capacidad de tratar la realidad no era la que debería ser.
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Alma profunda (H.S)
FantasyLa madre naturaleza tiene una manera de hacer "adecuadas" las parejas más inverosímiles. ¿Y qué podría ser más inverosímil que la descarada e independiente hija del Presidente que no sabe cuándo mantener la boca cerrada y un solitario de la casta de...