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No te levantes. No te arriesgues a ser vista. Permanece a cubierto.

Definitivamente quédate a cubierto.

Amanda estaba tendida de lado, dando su espalda a Harry mientras intentaba abrazar la cubierta de la rueda para evitar tocarlo.

La dura y fría realidad casi había vuelto. Lo bastante como para advertir lo que había sucedido y recordar con dolorosa claridad horas antes cuando todo había comenzado. ¿Cuanto tiempo había pasado? Ahora eran casi las tres de la mañana, Simon se lo había dicho a Harry hace un rato. Las luces del vehículo que los seguía se movieron dentro y fuera del cristal trasero, derramando sombras singulares alrededor de ella.

Casi tres. Había sido poco después de las siete cuando ella había cerrado su puerta a los "truco o trato". Siete horas. En siete horas su vida había cambiado de forma tan drástica que estaba segura de que nunca podría enderezarla otra vez.

Ella se estremeció ante ese pensamiento. No con repugnancia. Desearía sentir repugnancia, eso lo haría todo más fácil. Aliviaría las lágrimas que resbalaban silenciosamente hacia abajo por su cara y del dolor que pesaba en su corazón.

¿Qué había hecho? ¿Cómo había sucedido? ¿Y por qué aún se torturaba con la necesidad de más?

¾¿Cuánto falta, Simon? ¾espetó Harry al lado de ella, su voz era áspera mientras exigía respuesta.

¾Un poco más de una hora ¾replicó Simon¾. Callan tiene una de las nuevas cabañas listas. Están mirando ahora en la red. Deberíamos tener algo cuando lleguemos.

¾¿Sinclair está allí? ¾Su voz era un gruñido chirriante. Estaba cabreado. Bueno, ella también.

¾Está llegando ahora en avión con Elizabeth y Cassie. Debería estar allí apenas delante de nosotros.

Ella podría sentir la tensión llenar ahora el Jeep. Entre ella y Harry. Cuanto más se quemaba ella, más parecía él enloquecer.

¿Podría él saberlo?, se preguntó. ¿Sentía la excitación en aumento? Sólo lo que ella necesitaba. El hijo de puta no sólo la había drogado con una especie de afrodisíaco animal extraño, sino que podía sentir sus efectos.

¾¿Dash Sinclair está metido esto? ¾habló ella entonces, reprimiendo las lágrimas mientras la cólera se derramaba sobre ella.

Ella había conocido a Dash Sinclair y su esposa Elizabeth. Su hija Cassie era dulce, una niña singular. Se habían encontrado con su padre durante una de las reuniones interminables el mes anterior.

¾Ninguno de nosotros estaba metido en nada, Srta. Marion, excepto en la protección de su casa ¾le dijo Simon severamente¾. Las cosas resultaron mal, lo confieso, pero lo hicimos lo mejor posible.

¾Su mejor apesta ¾le informó ella furiosamente¾. Ellos me encontrarán.

Su padre no se tomaría bien esto, pensó ella. Si las castas pensaban que tenían problemas antes, no sería nada comparado a lo que su padre y su hermano les harían ahora.

¾Primero tendrían que saber que te has ido ¾le espetó Harry¾. Los cinco hombres que saqué detrás de tu casa desaparecieron, Manda. Y no se fueron por su propio pie. Tu servicio de seguridad todavía dormía pacíficamente y respiraba. Por el momento. Y tu padre no tiene ni la menor idea de que te has marchado.

Ella parpadeó hacia él. Recordó entonces a Tammy Brock, su nerviosismo y su petición de usar el cuarto de baño. ¿Cómo habían convencido a Tammy de que les ayudase? ¿Todavía mejor, por qué no habían hecho caso sus guardaespaldas de la luz del indicador secreta cuando debían? En ningún momento se suponía que debiese usar aquella puerta después del anochecer. Nunca debía hacerlo.

Alma profunda (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora