¿Son novios?

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Luego de las costillas, todos salieron menos yo. Dijeron que irían a comprar cosas que necesitaban y como ya lo había comprado el resto de la semana no necesitaba nada.

El vuelo saldría a las 10:00 p.m. pero era necesario ir dos horas antes por si el vuelo se adelantaba o algo así, por lo que me quedaba toda una tarde, bueno, al menos la mitad de una tarde, pase dando vueltas por toda la casa.

Revisando unas cuantas cosas del ático, vi un collar que mi abuela me dio antes de morir, era de oro y tenía un diamante que lo decoraba, ella me hizo prometerle que no lo perdería. Recuerdo que amaba a mi abuelita ella fue una gran persona, incluso hoy, aunque pasaron 10 años, aun la quiero y extraño, metí el collar en uno de los bolsillos de mi chaqueta y baje por las escaleras, luego lo guardé en mi maleta de viaje y baje a la sala a ver televisión, puse un canal de televisión al azar, luego, fui a la cocina donde busqué algo para comer y me senté en el sofá a ver tv y comiendo.

Dos horas más tarde llegaron mis amigos y hermano, a las 8:00 llegamos al aeropuerto, me quede por dos horas esperando con mi celular y a las 10 subimos al avión. Finalmente, a las 5 a.m. llegamos a casa y bueno, básicamente en el avión yo me la pase leyendo mis amigas conversando y Oliver y mi hermano durmiendo.

El día siguiente, debía ir al instituto, pero por lo tarde todos llegamos –excepto Oliver– se quedaron a dormir en mi casa.

Al siguiente día ni mis amigas ni yo fuimos al instituto, así que mis amigas y yo la pasamos viendo películas todo el día y mi hermano no se podría salvar del trabajo por lo que se fue a las 11:00 a.m.

Sin embargo, no era una opción faltar al día siguiente por lo que pronto regresaríamos a nuestra rutina: levantarme temprano, ir a estudiar, aguantarme el muy largo discurso del director luego de unas pequeñas vacaciones y bueno, absolutamente casi todo lo aburridor de estudiar, claro que tiene sus privilegios pero a veces me dolía la cabeza de solo pensar que tendría que aguantar regaños injustos, la comida de la cafetería que al parecer compraban por cantidad y no calidad y soportar los gritos del profesor de inglés que si decías hola ya te estaba regañando, a mí me gusta esa materia, pero no el profesor.

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El día anterior la había pasado con mis amigas viendo películas toda la tarde, ellas se habían ido temprano para el instituto, pero, como yo era más floja, ahora iba tarde.

Entro en el salón de clases con mi cabello hecho un lío y unas ojeras que claramente no pude cubrir con maquillaje.

—Buenos días –entro al salón con clara vergüenza en mi rostro.

—Llega tarde, Emily. ¿Alguna excusa válida? –el profesor de matemáticas me mira sobre sus gafas.

—Ni una sola. Pereza, quizá –me encojo de hombros. Odiaba enserio cuando un profesor hacía el más mínimo intento de avergonzar a un alumno. El salón rió.

El profesor de al menos unos 40 años suspiró — Pase y siéntese en su lugar.

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Las clases transcurrieron normales, al llegar a mi casa hice las tareas y me acosté a dormir.

Al día siguiente para ir al instituto me puse un vestido y unos tacones, al llegar parece que había una pelea, pero no lograba ver de quienes, no le di mucha importancia y fui a mi casillero por el cuaderno de matemáticas, cuando se acabó la pelea, sonó el timbre y fui a mi clase, durante la hora del almuerzo Oliver se sentó en mi mesa, al levantar la vista para saludarlo vi que estaba algo golpeado

Cupido... ¡En persona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora