Besos y gomitas

376 26 4
                                    


—¿Cuándo te vas? —era una pregunta que no quería hacer pero que debía hacer.

—El viernes. A media noche.

—¿Tu vuelo sale a esa hora?

—Ummm... Algo así.

—Así que te vas exactamente cuándo cumples los 3 meses aquí. Es algo triste... ¿No?

—¿Pensabas darme algo de nuevo?

—Uh... Algo así.

Oliver sonrió. —¿Qué me querías dar?

—Una cosa mínima. No sé si valga la pena, pero...

—Cualquier cosa que me des me haría feliz.

Sip, amigos, ahí estaba yo, tan roja como un tomate. Mi cara estaba llena de mil tonos que jamás podría haber tenido con Ethan. Esa persona innombrable.

—Quiero que sea una sorpresa. Aprovechemos ésta semana como si fuera le última en el mundo entero ¿quieres?

Oliver asintió. Unos minutos más tarde, llegamos a mi casa. Donde Oliver estuvimos hablando un rato más hasta que vi al chismoso de mi hermano en la ventana como imitando a nuestra vecina quien, al parecer, no tiene muchas cosas interesantes además de mirar hacia la habitación de mi hermano. Juro que lo espera incluso cuando sabe que no está o que no llegará.

Me despido de Oliver quien parece algo triste, y tiene una razón para aquello. Al ingresar me voy directo mi habitación ignorando a mis padres quienes estaban en el sofá preguntándome el por qué llegue más tarde que los demás. 

< > < > < >

La semana ha pasado muy rápido. Los momentos con Oliver parecen casi nulos. Ésta semana ha estado muy ausente incluso en sus clases. Sus notas se están viendo algo afectadas, y los profesores han comenzado a insistir en que si pasó algo entre nosotros. Pero, hasta yo misma me comienzo a preguntar eso.

El viernes ha llegado finalmente. Y la última hora ­–como usualmente lo es- se ha hecho eterna, de hecho, las horas sin Oliver siempre se me hacen eternas, es más, a ésta hora estaríamos enviando mensajes sobre la profesora de sociales y sus talleres largos tan aburridos. Pero no ha contestado ni un solo mensaje.

¿Se le cayeron las manos o qué?

—Emily, cuando acabe la clase quiero que vengas. —de seguro es para hablar de nuevo sobre Oliver.

Las dos horas de clase han terminado. Y la profesora me espera en su puesto con la típica carita de cuando te van a dar el regaño del siglo.

—Tus calificaciones están bajando.

—Señora Park, le juro que si no me dice no me entero.

La profesora suelta un suspiro pesado para luego decir —¿Esto tiene que ver con Oliver?

—Estoy cansada de que me hagan preguntas referentes a éste tema. No, no tiene que ver con Oliver.

—Entonces, ¿por qué estás así?

—No lo sé, últimamente estoy diferente, pero, ¿usted no ha cambiado en nada?

—Has dejado de ir al orientador, ¿verdad?

—Tal vez sí, tal vez no, es posible. Pero no de su incumbencia.

—Me preocupo por mis estudiantes. Es todo.

—Sí, sí ha faltado al orientador —oímos una voz a nuestras espaldas. Cameron.

—No, no lo he hecho. Vete, por favor.

Cupido... ¡En persona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora