Transcurrieron varios días y de nuevo sin noticias de Elijah. ¿Debería pedirle el número de teléfono o sería una indiscreción por mi parte?
Después de terminar mi jornada en la farmacia, me atrajo la idea de acercarme a la biblioteca para buscar algo leer, ya que en mi diminuta maleta, apenas tuve espacio para traerme mis libros favoritos. Con este clima otoñal, no me apetecía nada más confortable que sentarme a leer, arropadita con una manta y con una taza caliente de té.
Entro en la biblioteca y encuentro en el mostrador a una bibliotecaria bastante mayor, aunque no tenía cara de muchos amigos, todo lo contrario a mi querida Mary. Me paseo rodeando los estantes para elegir un libro. Los voy ojeando poco a poco, sus portadas, sus páginas, su olor... no hay nada que me fascine más que el aroma de un libro.
- ¿Buscas alguno en especial? – me sorprende Elijah con una sonrisa, apareciendo justo a mi lado.
- ¿Alguna recomendación? – Le correspondí con una sonrisa, sabiendo que mi cara se estaba sonrojando. Sentí como revoloteaban las mariposas en mi estómago. Cálmate, me decía a mí misma, apenas lo conoces.
- Bueno, como novela creo que esta te puede gustar – sacó un libro de la estantería – si prefieres algo de poesía- apuntó mientras revisaba los estantes – éste es perfecto.
- Algún día me gustaría escucharte leer poesía, tienes una voz muy apropiada para ello - ¿en serio le estás diciendo eso Lara?
"Shhhh" nos llama la atención la bibliotecaria mirándonos amenazante por encima de sus gafas.
Elijah sonríe. En ese instante, abre el libro de poesía y comienza a recitar en voz alta y gesticulando con las manos.
"SHHHHHH" la bibliotecaria está muy enfadada. Entre risas y algo de miedo, pongo mi dedo índice sobre los labios de Elijah, para hacerle callar antes de que nos meta en un lío.
Nos quedamos petrificados, estábamos muy cerca el uno del otro. Sus ojos me miraban penetrantes y eso me estaba derritiendo literalmente.
Me aparto un poco, incómoda por la situación que acabo de crear, sin saber dónde mirar. Elijah se coloca su camisa mientras esboza una leve sonrisa. Eso me calma.
- Será mejor que salgamos de aquí antes de que nos asesine. – dije sonriendo, mirando a la bibliotecaria. Elijah asintió divertido y salimos de allí.
- Oye, Lara, qué te parecería tomar algo ahora. Ya que te has quedado sin el libro para esta tarde- bromea.
- Por supuesto. Aunque te toca escoger el sitio, aún hay muchos lugares de esta ciudad que no conozco.
Elijah mira su reloj y sonríe. – Acompáñame- tiende su brazo cortés, esperándome.
Caminamos divertidos, hablando sobre particularidades de la ciudad. Elijah parecía mucho más cercano, ya no me intimidaba su mirada. Sujetada a su brazo paseando me sentía tan bien, que olvidaba todo lo de alrededor. Paseamos hasta un parque donde había un pequeño lago, con una gran explanada de césped, donde había muchos grupos de personas sentadas o tumbadas pasando la tarde. Había un ambiente muy ameno.
"Elijah!" gritó una voz femenina. Una chica que estaba con un grupo de gente agitaba su mano para llamarle la atención. Nos acercamos.
- Hola Elena. Hola chicos- saludó. – Esta es Lara
Saludé tímidamente a todos.
- Qué alegría encontrarte por aquí. Queda muy poco para que comience el atardecer, hemos venido a verlo. ¿Por qué no os unís a nosotros? – le dijo Elena
Elijah me mira y asiento con la cabeza. – Está bien. Voy a coger unas bebidas. – Se acerca al quiosco que había detrás.
Me siento con el grupo y se presentan: Elena, Bonnie, Caroline y los hermanos Salvatore. Les cuento que soy nueva en la ciudad y enseguida me siento integrada en el grupo. Elijah vuelve y se sienta justo detrás de mí. Noto que Elena le sonríe con aprobación. Tenía las mejores vistas para ver el atardecer, estaba rodeada de un grupo encantador de gente y él. La tarde estaba siendo perfecta. Pasamos charlando bastante parte del tiempo. Bonnie intentaba tocar su guitarra mientras, pero una de sus cuerdas se rompió.
- Puedo arreglártelo, Bonnie. – Cojo su guitarra y me dispongo a arreglársela.
- No sabía que también tocabas, Lara. Como te dije, eres una caja de sorpresa. – Dice Elijah
- ¿Podrías tocarnos algo?- pide Elena.
- Si, estaría bien escuchar a alguien con un poco más de experiencia- dice Damon vacilón. – Elena lo hace callar divertida mientras Bonnie le lanza un trozo de papel.
Me acordé de una nana preciosa y empecé a tocarla y a cantarla mientras el sol desaparecía.
Terminé y vi a todas las chicas emocionadas. – Me has dejado la piel de gallina- se sinceró Bonnie. – Hacía tiempo que no me emocionaba tanto con una canción, preciosa, Lara- me sonrió Elena. Le devolví la guitarra a Bonnie. Se notaba que comenzaba la noche y me estremecí un poco de frío. Elijah no dijo ni una sola palabra, me abrazó por detrás, envolviéndome fuertemente con su cuerpo y me dio un suave beso en la mejilla. Ya podía morir tranquila.
Pasamos un largo rato abrazados, hasta que vimos que todos se levantaban para volver a casa. Nos despedimos de los demás y casi sin mediar palabra, Elijah pasó su brazo por encima de mi hombro y yo instintivamente rodee su cintura con el mío. Caminamos despacio de regreso a casa.
- Ha sido una tarde fantástica, Elijah. Muchas gracias por todo.- le digo, al detenerme frente a mi casa
- Estoy totalmente de acuerdo contigo- acaricia mi mejilla y me besa suavemente en los labios. Fue cálido y suave. Sentí como el tiempo se detuvo en ese instante.
Nos quedamos un leve instante mirándonos a los ojos, intentando hablar con la mirada. Sin saber que decir.
De repente un coche se detiene junto a nosotros.
- ¿Dónde llevas toda la tarde metido? Te hemos estado esperando- Era Klaus. Cuando se percata de mi presencia esboza una sonrisa –Ahora lo entiendo. Hola Lara – Vamos, Freya te necesita para arreglar unos asuntos.
- Hasta la próxima – se despide Elijah con una sonrisa.
Y allí me quedo yo con la mía puesta. A veces las historias de verdad son más increíbles que la de los libros.
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Chica nueva en New Orleans (Elijah Mikaelson's FanFic)
FanfictionLlevaba tiempo queriendo cambiar mi rumbo. Estaba cansada de la rutina de siempre, de los mismos problemas y la misma gente. Por eso, cuando me concedieron la beca para trabajar en New Orleans, para mí fue una auténtica lotería. En dos días salía...