Capítulo 13

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—¿De... De lo que usted siente por mí, doctor?

—Sí, de lo que yo siento por usted. —Le contestó mientras se tomaba sí, otro trago de güisqui—Serena, por favor, no me mire así.

—¿Así cómo?

—Así, como si estuviera viendo a un loco que solo habla idioteces. —Le respondió Darien mientras se le acercaba más. Él se le acercaba, y ella se alejaba—Lo que le estoy diciendo es en serio, muy en serio. De un tiempo para acá he empezado a sentir cosas por usted y la he estado buscando por eso, porque necesito saber si me estoy enamorando de usted o solo estoy obsesionado con usted, por saber a qué puede saber uno de sus besos...

—Doctor, yo creo que lo que pasa es que usted bebió de más y, sí, eso debe ser. Usted esta un poco pasado de tragos y lo mejor va a ser que...

—Lo que le estoy diciendo es verdad, créame. —Volvió a acercarse mientras Serena le daba un sorbo a su jugo y ya no se le podía alejar, ya no había a donde más moverse en ese sofá —Yo sé que usted cree que yo lo que estoy es borracho, pero no, créame, lo que estoy diciendo es muy en serio.

—Pero, doctor, —reía nerviosa —¿por qué va a estar usted obsesionado conmigo, si tiene una mujer tan bonita como doña Rei a su lado? Y no solo eso, usted puede tener la mujer que quiera. ¿Por qué yo?

—Porque es un reto.

Y en ese momento lo entendió, era como si se le hubiera iluminado una bombilla sobre la cabeza, por fin entendió, por fin le quedaba claro (aún en medio de semejante borrachera) lo que había querido decir Seiya aquella vez. Por fin entendía que Serena era la única mujer que conocía cada una de sus facetas y lo aceptaba así, tal cual y como él era. Por fin entendía que el reto de poder conquistar una mujer con la que sentía afinidad, con la que tenía cosas en común y con la que se sentía bien, aceptado y querido, respetado y valorado, era todo un reto, un desafío. El caso de Seiya era muy, muy diferente al suyo. Seiya tenía esperanzas, en cambio él no. Pobre Darien, él estaba tan borracho y tan confundido por lo que estaba sintiendo, que no se estaba dando cuenta que Serena no le estaba creyendo media palabra. Ella, como cualquiera que viera a una persona en el estado en el que se encontraba Darien, pensaba que lo que estaba era muy borracho y estaba hablando incoherencias, tonterías.

—Lograr que una mujer tan especial como lo es usted se enamore de mí y me quiera, es todo un reto, Serena.

—Doctor, espere, ¿qué cree que hace?

Le preguntó nerviosa cuando vio cómo él se le empezaba a acercar al rostro con la firme intención de besarla.

—Regaleme un beso, uno, solo uno. Déjeme darle un beso y poder comprobar si lo que siento por usted es amor, o obsesión.

Darien se le acercó, cerró los ojos y llevó una mano hasta su rostro para acercarlo al suyo, para besarla como llevaba días, semanas planeandolo. Él, borracho, perdido de la borrachera, estaba absolutamente seguro de querer besarla pero Serena, aún muriéndose por saber cómo sería besar al que hasta hacía unos pocos minutos era su amor platónico, no, Serena no estaba segura y por eso, y con lo mucho que quería besarlo, puso dos dedos sobre sus labios cuando estuvo a centímetros de los suyos y evitó que la besara, empezó a llorar.

Sin poder dejar de llorar y aún con dos dedos sobre sus labios, lo miró con amor y le dijo sabiendo que al otro día, o cuando se le pasara la borrachera, no se iba a acordar de nada...

—Como me hubiera gustado que hubiera sido verdad.

—Sere, Sere, ¿por qué llora? ¿Por qué no me dejó darle un beso? Sere, Serena....

"Yo soy Sere, la fea"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora