Capítulo 24

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No podía negar que le dolía haberlo visto, menos que su corazón saltó y vibró de emoción cuando le habló, cuando le dijo todo lo que le dijo; se veía tan sincero… parecía tan honesto que si Serena no llevara tanto dolor en el corazón, en el alma, le habría creído, habría caído de nuevo… en su casa y en su cama, se dispuso a hacer una llamada.

—Qué hubo, Lita, habla con Serena.

—Qué hubo, Sere. —Sollozó Lita, estaba en su cama acostada llorando—¿Cómo está?

—Mejor.

Le respondió esbozando una medio sonrisa, si alguien entendía por lo que Lita estaba pasando, lo mucho que estaba sufriendo, era Serena, que seguía cargando con una pena de amor.

—Créame, Lita, esto también va a pasar.

—Ya le contaron, ¿cierto? Sere, perdóneme, yo no sabía nada de lo que Andrew y ese infeliz de don Darien le hicieron, me vine a dar cuenta anoche y no se preocupe que las muchachas no saben, yo no les dije nada.

—No se preocupe, Lita, yo sé. Yo sé perfectamente quién es usted y, Lita, de todo corazón lo siento mucho. Siento mucho que las cosas con don Andrew no hayan salido bien.

—Ay, Sere, Sere, —lloraba sin consuelo —parecía tan sincero, tan honesto… que yo creí que había cambiado, yo hasta llegué a pensar que de verdad me quería. Ay, no, no, me siento horrible, como una estúpida.

—No se preocupe que no es ni la primera ni la última mujer que ha creído en un hombre, que ha caído en sus mentiras. La llamo porque quería saludarla, saber cómo estaba, y comprobar si lo que me imaginaba era verdad.

—¿Qué?

—Quería saber si la razón por la que usted renunció a su trabajo y acabó su relación con don Andrew era yo y mire, no estaba equivocada.

—Es un monstruo, Sere, un infeliz. —Lloraba—Él y ese perro infeliz de don Darien, ninguno de los dos tiene perdón de Dios.

—Lita, mire, ¿por qué no nos vemos esta noche con las muchachas y charlamos? Hoy que fui a Mundo Moda me las encontré y quedamos de salir y charlar.

—Sere, yo me siento muy mal, yo no quiero salir y hablar con nadie, menos con las muchachas, usted sabe como son de chismosas, que todo lo quieren saber y contar. ¿Usted se imagina donde yo les cuente lo que pasó? No, no, no me quiero ni imaginar lo que podría pasar.

—Es peor que se enteren por alguien más diferente a nosotras, ¿no cree? —Sonrió —Lita, si quiere veámonos en el apartamento de mi hermana y de Seiya. Charlamos un rato y después nos vemos con las muchachas y les contamos todo. Yo creo que es bueno que ellas sepan. Uno esas cosas no las puede esconder por mucho tiempo.

—¿Selena no se enoja?

—No, usted sabe como es ella, —rio—ella es muy relajada para esas cosas. ¿Nos vemos a las seis?

—Hágale pues. —Le dijo más tranquila, dejando de llorar —Sere, le contesté y estoy aceptando que nos veamos porque usted no sabe lo mal que me siento de que de pronto usted crea que yo tuve algo que ver con esa porquería que ese par de idiotas le hicieron. No veía la hora de que habláramos, de poderle aclarar las cosas.

—Usted y yo somos amigas, por eso la estoy llamando y le estoy pidiendo que nos veamos, porque yo sé que usted sería incapaz de una cosa de esas. Nos vemos más tarde entonces y, Lita, tranquila que yo sé por lo que esta pasando, yo sé perfectamente lo que le está doliendo.

—Gracias, Sere. —Lloraba de nuevo —Nos vemos más tarde entonces en el apartamento de su hermana y su cuñado.

—Bueno, allá nos vemos. Chao, Lita.

"Yo soy Sere, la fea"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora