diez

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Harry

Duramos unas horas más en la playa. Mia regresó al sitio donde estaban nuestras cosas y tomó una siesta mientras que yo me quedé flotando sobre mi tabla en las pequeñas olas, hasta que un cangrejo me mordió en el dedo grande de mi pie. Cojeé de regreso a donde estaba Mia, quien estaba casi dormida, y le empecé a contar lo que me había pasado pero respondía cosas sin sentido.

Después de mi incidente con el cangrejo, decidimos que era suficiente por el día y regresamos al remolque para alistarnos (Aunque Mia se volvió a dormir sobre el sofá y tuve que despertarla otra vez). Me sentía un poco nervioso por la fiesta de David. Yo no estaba muy metido en la escena de la fiesta y no quería que nada malo le pasara a Mia cuando estuviese conmigo. Ella había pasado por mucho en las últimas dos semanas.

Abotoné mi camisa roja mientras me miraba en el espejo de la habitación. Mi cabello prácticamente se secó con la brisa y caía sobre mis hombros en ondas sueltas, y tenía que admitirlo, me veía bastante elegante.

“¿Estas lista?” le grité a Mia. Ella se estaba vistiendo en la sala, y la última cosa que quería hacer era interrumpir en la habitación mientras ella estuviese desnuda.

“¡Sí, estoy lista!” ella me gritó de vuelta. Abrí la puerta para verla cojeando arriba y abajo mientras trataba de ponerse unos tacones. Estaba usando el vestido que había escogido para ella y se veía tan hermosa que encontré imposible dejar de mirarla.

“Los tacones son imposibles” ella resopló. “Me rindo, iré descalza”

“Consíguete un par de botas como las mías” le sugerí. “Son bastante cómodas”

Ella me ignoró por un momento, hasta que lanzó los tacones a un lado de su equipaje.

“Usaré zapatillas, ni siquiera me importa” Mia decidió finalmente. Me reí de ella y caminé hasta la parte delantera del bus. Estábamos a unos cinco minutos de la casa de David, y ya íbamos tarde.

Unos minutos después, encendí el bus y nos alejamos de la playa. Mia se unió a mí, sentándose en el asiento de copiloto como de costumbre. Tuve que utilizar mi teléfono como GPS porque realmente no sabía a donde iba y Mia prácticamente no tenía sentido de ubicación (Ella trató de dirigirnos de vuelta a Nueva York y sujetó el mapa al revés).

“¿Acaso robaste mi blusa?” ella soltó, fastidiándome.

“¡Oye!” dije a la defensiva. “Quiero que sepas, señorita Roden, que esta es una camisa muy varonil y esa no es la manera de tratar a un chico con el dedo gordo lastimado”

“Lo siento” ella dejó escapar unas risas. “Estoy bromeando, si es una camisa varonil y me disculpo con tu dedo gordo”

“Bueno él no te perdona” le fastidié de vuelta mientras hacia un cruce hacia la izquierda en la calle de la casa de David.

“¿Él?” Mia preguntó. “¿Estás diciendo que tu dedo gordo es un chico?”

“Hombre” le corregí, tratando de no reírme. Todas las conversaciones que solíamos tener parecían ser siempre sin sentido y estúpidas, pero sin embargo entretenidas. Disfrutaba tener compañía en mi viaje y de tener a alguien con quien poder decir todo lo que me provocara decir.

Estacioné el bus a un lado de la calle y saqué las llaves del encendido. Tenía que admitirlo, nuestro gigante bus definitivamente no encajaba en medio de los elegantes carros negros que lo rodeaban. Mia se arrastraba detrás de mi mientras nos acercábamos a la puerta de entrada, la fuerte música desde adentro traspasaba por las ventanas.

Ready To Run | Harry Styles (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora