Ready To Run | Harry Styles (Español)

treinta y dos

Mia

Cuatro meses después

Cuatro largos meses han pasado.

Dentro de esos cuatro meses, traté sobre todo de mantenerme sola. Matthew y yo vivíamos en una lujosa mansión la cual estaba a no menos de tres millas de la mansión que tenían mis padres. Teníamos a quince empleados en la casa: cinco para la limpieza, cinco para la cocina y cinco para los jardines. Mientras Matthew se la pasaba todo el día en la oficina, yo pasaba mis días rodeada por el personal, quienes me preguntaban insistentemente si había algo que ellos pudiesen hacer por mí.

"No, gracias" les sonreía con cordialidad. Apenas se iba una persona, no pasaban diez minutos para que llegara la otra a preguntarme lo mismo. Era agotador y al final del día deseaba que no tuviésemos a nadie y yo tener que hacer todo el trabajo. Al menos eso ocuparía mi tiempo.

La relación con mis padres todavía no era buena pero ahí andaba. Mi madre me invitaba cada jueves a su casa a tomar el té en el gran Gazebo en el jardín, mientras escuchábamos el cantar de los pájaros. Bueno, al menos yo intentaba escucharlos, porque mi madre sólo hablaba de como quería tener un nieto pronto y de lo demasiado flaca que ella pensaba que yo estaba. Poco sabia ella que me había estado saltando tantas comidas porque ya no tenía apetito. Mis huesos han sobresalido y me hacen ver como un palo andante.

Mi padre y yo no hablábamos. Todavía estaba horrorizada con todo lo que me había hecho. Estaba espantada por todo eso, en serio. El dolor y el sufrimiento que he estado soportando en estos cuatro meses han sido suficientes como para hacer que una persona se matara. No solo Matthew era físicamente abusivo sino que mi padre era mentalmente abusivo. Los dos combinados me hicieron no ser rival para ellos, así que después de intentar una y otra vez defenderme, finalmente lo dejé. Era demasiada energía intentar ayudarme a mí misma, así que me hice indefensa mientras me sentaba y me revolcaba en lastima.

La noche era la peor parte del día para mí. Matthew y yo compartíamos una gran cama king size con bastante espacio como para que cada uno tuviese su propio espacio, pero él insistía en que yo tenía que estar a su lado cada noche. Por horas me mantenía despierta mientras él roncaba a mi oído, sus brazos a mí alrededor, encerrándome. Él era parecido a Harry en el hecho de que le gustaba abrazar, pero con él me sentía más claustrofóbica que cómoda.

Harry. Trataba de no pensar tanto en él. Pensarlo solo me traía dolor. Algunas veces, durante el día que Matthew no estaba en casa, solía llorar. Pateaba, gritaba y lloraba, los mocos caían por mi nariz y las lágrimas caían hasta mi barbilla. Lloraba hasta que no me quedaban lágrimas, y luego me acostaba en mi gran cama e intentaba dormir. Dormir era mi escape. Pero entonces, cuando despertaba, recordaba que Harry no estaba conmigo, acostado a mi lado en la cama. Ese simple hecho era suficiente como para empezar otra rabieta.

Pero algunas veces, al menos una vez al día, dejaba que mi mente pensara en él. Habían tantas cosas que me preguntaba, como: ¿Dónde estaba Harry hoy? ¿Me extrañaba? ¿Me superó? Pero no había manera de descifrarlas. El primer día que me convertí en la señora Miles, me quitaron cualquier acceso con el mundo exterior. No podía sentarme con mi teléfono y ver mis redes sociales y la única vez que tuve acceso a una computadora fue bajo supervisión.

Incluso si Harry ha intentado contactarme, la única manera de que habláramos seria cara a cara, y sé que eso no ocurriría ni en un millón de años. Algunas veces pensaba en Cat y en lo mucho que quería sostenerla y abrazarla. Me preguntaba si ella se había dado cuenta que la había dejado y no regresaría jamás.

"Señora Miles", una voz profunda me llamó desde la puerta de mi habitación, en donde pasaba más tiempo día a día. Eran las 5:15, la hora en que Matthew suele llegar del trabajo.