Perfecta Imperfección

Perdónenme

Es gracias al tiempo que podré empezar este capítulo de forma tan convencional, refiriéndome al mismo de este modo tan sumamente simple. Yo soy el autor, y siempre me han explicado cientos de cosas sobre la literatura y la metodología de escritura, esas supuestas técnicas que existen para que uno pueda salpicar escupitajos decentes sobre el papel pero que en realidad solo están allí para sacar de quicio al autor por medio de numerosas conjeturas que no llevan a ninguna parte.

En este interpreludio, me gustaría pedir disculpas y contradecirme soberanamente. Yo nunca he sido partidario de decir qué y por qué escribo a menos que la persona que me escucha sea de confianza y merezca saberlo, por eso no explicaré el que no haya avanzado en esta historia en tanto tiempo, ni tampoco el motivo de este discurso tan convencional que seguro me hará parecer un típico escritorzucho soñador que intercala sus fantasías con un par de poemas (dígase también conjunto de palabras robadas mal ordenadas) y alguna que otra perorata metalingüística cutre. Porque es imposible escapar de este círculo vicioso, de este proceso en el que solo la mención me desmenciona más, y el silencio sólo añade a tu persona falsas apariencias.

Le agradezco a usted, lector, el que aguante el peso de mis edificios, pero ahora me gustaría, me encantaría preguntarle si obtiene algo de ellos. Porque creo que solo una reducida asamblea de habitantes sabrán valorar la casa que yo les ofrezco, y creo que quien lee esto, ya cumple cualquier requisito necesario.

Así pues, comuníquemelo en este mismo trozo de supuesta literatura. Escríbame en los comentarios si merezco mantenerme en este bello mundo perfecto o es mejor decisión el irme para siempre.

Le hablo, yo, el constructor, y admirador de muchos otros.
Espero su respuesta.