Cuando la lluvia apaciguó, sintió el ser mojado, chorreante, que las gotas de agua le habían purificado. Se sentía fresco y nuevo, sin hedores pestilentes, inodoro prácticamente. Vio que, entonces, situado bajo un árbol, las hojas de encina se veían traspasadas por la luz de una farola, y un papel de misterio llegaba a sus pies, resquebrajándose en sus manos por la acción de la humedad. Pensaba entonces «¡Jodida lluvia!», y sin embargo se convencía de que era bajo el amparo de las aguas donde la paz era alcanzable, y la fraternidad común se hacia existente.
Viéndose a sí mismo, observó que él, viéndose, era él. Él.
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Perfecta Imperfección
Non-FictionLos humanos están aburridos. El aburrimiento los condena... Después de la segunda venida de Cristo al mundo, el ser humano habita tres planetas, y las personas tienen la posibilidad de alargar sus vidas por medio de la inmortalidad. Sin embargo, ent...