Capítulo 16

7 2 0
                                    


Max

- Hey, ¿por qué tan triste? – me pregunto por milésima vez Andro.

Luego de que me fui de la casa de Lena no tuve a otro lugar a donde ir. Cuando Andro me abrió la puerta salto hacia mi diciendo que venga más seguido y viendo mi cara dijo que si quería hablar, le dije que no, y pues, por eso ahora me encuentro solo en boxers arrecostado en el suelo mientras Andro hace un cuadro mío, quiere que sonría pero no tengo ganas de hacerlo.

No me es raro estar en ropa interior delante de ella, yo prácticamente me voy paseando por su casa así cuando vengo, a decir verdad, estar así: arrecostado en el suelo es relajante, claro, dejando de lado que Andro pregunta de todo.

- No me pasa nada – me rasque el cuello – ¿ya vas a terminar? – la castaña me miro con cara de pocos amigos y dejo el pincel en el vaso.

Trate de levantarme pero su pie en mi pecho me lo impidió.

- Tú no te levantas, no he terminado, segundo...

- ¿Había primero?

- Tú te callas.

Rodé los ojos.

- A lo que quiero ir, es que a ti te pasa algo – me miro con ojos de mamá - ¿Te rompieron el corazón? ¿Te llega la menopausia? ¿Te la chuparon?

- 1. Ignorare que dijiste lo último, 2. No Andro, no tengo la menopausia 3. ... No, no me rompieron el corazón – la mire con cara de pocos amigos.

Me miro con cara pervertida.

- A mí no me mientas a ti ...

- Andro si sigues así me largo de tu casa y no tendrás a quien dibujar por las ideas locas que tienes – la castaña bufó y se fue a su puesto.

- Bueno, si tú no me dices le llamare a Lena – me dio una última mirada y empezó a pintar de nuevo.

No me preocupaba que la llamara, no creo que Lena la vaya a decir algo aunque la castaña le ruegue y le ruegue.

Andro aún no me dirigía la mirada cuando empezó a hablar de nuevo.

- Ah, olvide decirte algo, el niño raro dijo que le diera la dirección de tu casa.

Levante un ceja y Andro empezó a reír.

- Justo así estas perfecto, no te muevas.

No me moví y le volví a hablar.

- ¿Qué niño raro? – pregunté.

- ¿Cuántos niños raros conoces?

- ¿No te han dicho que contestar con otra pregunta es de mala educación?

- ¿Y a ti no te han dicho que respetes a tus mayores?

Nos miramos por un momento y luego nos sacamos la lengua. Empezamos a reír.

- Es ese niño Carl, el de pequitas, chiquito, castaño pelirrojo y que tiene una rara obsesión de observar a las personas como si fueran unos extraterrestres.

- Ah. ¿Por qué te pidió mi dirección? ¿no se la diste verdad? – me miro con cara ofendida.

- Sí se la diste.

- ¡Estaba insistiendo mucho! ¡y ese niño sabe dónde vivo! ¡tenía miedo!

- Y prefieres que me atormente a mí que a ti.

Un Mundo SolosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora