Primeros pasos.

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Los días transcurrían de manera rutinaria, me levantaba temprano en las mañanas para ir a cumplir mi jornada laboral y por las tardes pasaba bailando hasta que el cansancio me invadía.

Trabajo en un café donde debo atender a los clientes y mantener la limpieza del lugar. Lo que más me gusta de ese sitio, sin contar el horario que no es demasiado extenso, es que no solo podías degustar algunas de las delicias que allí se vendían, sino que también tenían un pequeño sector lleno de libros que los clientes podían elegir. Nunca había sido muy asidua a leer, pero era bonito ver a las personas totalmente abstraídas en las páginas de alguna historia, que les hacía reír o incluso llorar, como a una chica que concurría de forma frecuente y más de una vez me había quedado observándola.

En algunas ocasiones me perdía en mis pensamientos y me preguntaba, ¿qué se sentiría llorar por algo que causara felicidad? O simplemente llorar por algo que no fueran los recuerdos tortuosos del pasado. Estuve tentada a ir a preguntarle, ¿qué tenía ese libro que era capaz de sacarle sonrisas y lágrimas también? Pero mi incapacidad de relacionarme con otros me lo impedía.

Mis lágrimas sólo adornaban mis ojos cuando las pesadillas me visitaban por las noches, donde todo se manifestaba de forma muy real, donde podía sentir que todo se repetía de nuevo. Sólo ahí notaba la cara empapada, con el cuerpo sudoroso y mis manos temblando.

Mi sonrisa, la verdadera, no esa que uno suele dar por compromiso o educación, surcaba mi rostro en contadas ocasiones. Por ejemplo como ahora, cuando antes de dormir mishu enredaba su peluda cola entre mis piernas, y ronroneaba como si tratara de decirme algo de vital importancia.

O también cuando se escapaba de la casa y al regresar traía algún bichito con el que jugar. Incluso esas veces en que acariciaba su pancita y luego de un rato trataba de morderme y golpeaba mis brazos con sus patitas, como si en vez de brindarle caricias la estuviera torturando.

Era una loca en toda regla, quizás demasiado parecida a su dueña, pero era mi única compañía y a diferencia de los seres humanos ella no decía palabras hirientes, no disfrutaba con mi sufrimiento ni lo provocaba adrede.

La casa que tenía era muy pequeña, tan sólo se componía por un cuarto muy amplio donde estaba mi cama y una pequeña cómoda, el baño, una cocina y un patio. No tengo demasiado presente como logré conseguirla, si a la señora que la alquilaba le di pena o si en mi cara se reflejaba cuanto necesitaba esa vivienda. Lo que si sabia era que, la alquilaba por un módico precio, sin garantías de ningún tipo, que mi escaso sueldo me alcanzaba para cubrir.

No tenía demasiadas cosas, comer me resultaba una prioridad antes que tener miles de muebles. No poseía televisión, la cual ni siquiera me gustaba mirar, ni adornos de ningún tipo, más que alguna entrada del ballet pegada a mi pared y un enorme espejo donde me obserbava practicar.

Cualquiera que viera mi hogar pensaría que era espantoso y que nadie en su sano juicio viviría en él. O incluso, se preguntarían porque no había ni una sola foto adornando mi mesita, ningún recuerdo en donde dejar que mis pensamientos se perdieran rememorando buenos tiempos.

Pero, para una persona como yo, demasiado acostumbrada a la soledad y a no recibir nada de nadie, tener un sitio así más que tristeza era algo que provocaba orgullo, por haberlo conseguido sin ayuda y poder sobrevivir de esa manera.

Seguramente yo no era normal, aunque no por elección propia sino por circunstancias de la vida que me volvieron así. Y esa anormalidad provocaba que las personas se alejaran de mi o que yo buscara el modo de mantenerlas a una distancia prudente donde el relacionamiento lo pudiera controlar

Insegura, reservada, desconfiada, solitaria son palabras que pueden definirme bien. Es que, cuando desde pequeña aprendes que quienes deben protegerte y amarte no lo harán, que aquellos en quienes confías te traicionarán, decides cerrar tu corazón para no sufrir más de la cuenta y buscas protegerte de todo y todos de las maneras que te sean posibles. Aunque eso implique que vivirás en absoluta soledad.

Brillando en la oscuridad. #C12-16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora