Mente atormentada.

80 17 15
                                    

—¡Eres una puta!

—¡No vales nada!

—¡Me das asco!

La mirada de cada uno de los presentes se posaba en mí, haciéndome sentir pequeña, insignificante al lado de cualquiera de ellos. Casi dos semanas sin venir a clases y pensé que aquel incidente quedaría olvidado. Aferré mi mochila con ambas manos, apoyándola contra mi pecho como si fuera a protegerme el corazón del daño que estas personas me hacían.

—¡Amelie es una zorra! ¡Amelie es una zorra! —Zoe cantaba haciendo círculos a mi alrededor —. ¡Nadie quiere a Amelie, por eso se acuesta con todos!

Lloré y lloré, parada allí sin poder contestar, sin poder hacer nada más que dejar que me defenestrarán, que me lastimaran dejando heridas en mi ser grabadas.

Y de pronto lo vi allí, observándome. No entendía como él estaba aquí.

—¿Santino? —pregunté entre sollozos que parecía desgarraran mi alma.

Pero no hubo respuesta para mi, sólo el silencio y una completa oscuridad absorbiéndome, y su mirada, lo peor fue su mirada, esa que reflejaba decepción, dolor y odio. Todo el amor que alguna vez allí vivió, ya murió. No necesitó palabras para hacérmelo sentir así.

—¡No! —desperté gritando, con las sábanas enroscadas en mis piernas, pegadas a mi piel sudorosa, temblando y llorando sin control.

¿Qué carajo había sido eso? Recuerdos del pasado mezclados con gente del presente, con Santino especialmente ¿Qué tendría que ver en mis sueños? A lo mejor era porque la causante de todo eso había sido su hermana, pero eso no justificaba tener la imagen de sus ojos grabada, como si aún pudiera verlo, justo frente a mi. Y esa mirada, reflejando decepción no me gustaba para nada. ¿porqué habría de decepcionarlo? Esta bien, es el director de la obra y si metía la pata en algo, o si las situaciones con Zoe se prolongaban en el tiempo podría ser que a él no le agradara nada o incluso, como tanto temía, me quitara de la obra. Más en ese caso, la decepcionada sería yo por fallarme, por dejar que otra vez me hicieran pedazos y que fuera alguien más quien tuviera el poder de decidir mi destino.

Mi mente no paraba ni siquiera al dormir, los sucesos del día anterior tenían estas repercusiones, de eso no había duda. Tenía que enfocarme en lo que era importante para mi, es decir, el baile, el poder conseguir mejorar y seguir aprendiendo esto que tanto me gusta y en poder cambiar mi vida. Necesitaba encontrar la forma de guardar en algún recoveco de mi mente todos esos momentos tan feos que me atormentaban, para poder estar tranquila, vivir en calma y que no fueran una causa que me impidiera continuar.

Mishu, que al parecer andaba en sus salidas nocturnas algo frecuentes, apreció a mi lado, ronroneando y tratando de que la acariciara, frotando su cabecita pequeña y peluda contra mi cuerpo. Pase mi mano contra su pelaje, suave y brilloso, ella era mi única compañía, siempre estaba a mi lado y parecía tener una especie de sexto sentido para saber cuando más necesitaba de su presencia.

Me frote el rostro con ambas manos, limpiando los rastros que las lágrimas habían dejado. Sentada en la cama observé uno de los tatuajes que surcaba mi pie, el primero de todos, lo recorrí con la punta de mis dedos, tan sólo eran unas palabras en ingles, "Only you can take control of your life", algo sencillo, pequeño, pero que para mi significaba mucho y en momentos así me hacía recordar que nunca debía bajar los brazos, que aunque a veces sintiera que ya no podía más debía continuar, intentar seguir avanzando, porque al final la vida pone a cada quien en su lugar y yo lograría tener aunque fuera un poquito de felicidad y paz como recompensa para tanto sufrimiento y esfuerzo.

Brillando en la oscuridad. #C12-16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora