Llamé a mis padres para contarles la gran noticia, pero también hablamos un poco de todo. La verdad, es que los estoy echando de menos, y al final hemos finalizado la llamada llorando.
Luego me dirigí al motel donde me quedaba hasta encontrar un lugar donde vivir, pero era un hotel de lo más tenebroso, donde allí, seguro que algún asesinato se habría producido.
Carecía de limpieza en general, en el suelo había una moqueta de color rojo que tenía manchas de moho, era una habitación pequeña con una cama de matrimonio y en el nórdico había un estampado de los años setenta, era horrendo. También tenía una tele muy antigua sin mando y el baño ya es de otro mundo, como mucho me tomo una ducha de dos minutos para poder limpiarme el pelo y el cuerpo y para nada más. Estoy deseando irme de aquí.
Llamé a mi nueva amiga Jenna Pascual, la conocí en el avión en dirección a Seattle y además ella también es medio española y medio americana, ya que su padre es español y su madre es americana. Una gran coincidencia ya que mi padre es americano y mi madre española. Jenna es de Gerona, una ciudad preciosa que está en Cataluña, y yo soy de Barcelona y aunque tengamos cosas en común, somos completamente distintas. Ella tiene el pelo moreno, y yo tengo el pelo rubio de color ceniza, sus ojos son del color del océano, azules claros como esas playas paradisiacas, y yo los tengo de un color gris-azul que no está muy bien definido. Por suerte, una parte positiva de mí, es que soy bastante morena en general y eso hace que mis ojos y mi pelo resalten más, en cambio la piel de Jenna era una piel pálida que parece como una muñeca de porcelana.
Me coge el teléfono en seguida:
- ¡Amanda, que alegría oír tu voz!
- Pero si me viste ayer, ¿tanto me echas de menos?- me reí.
- Ya te gustaría a ti que te echara de menos, pero dime como te ha ido esa entrevista tuya que era tan importante.
- ¡Pues la verdad es que el lunes empiezo!- se lo dije chillando de la emoción porque aún no me lo podía creer.
- Tía, esto hay que celebrarlo, quedamos a las diez, a no, a las ocho, ¿porque los americanos tienen que cenar tan temprano?- se empezó a reír.- Amanda esta vez no quiero escusas de que estas cansada o algo, porque desde que hemos llegado no has querido salir, así que más te vale venir puntual o vendré yo y te sacare a rastras del motel.- y colgó.
Desde que he llegado aquí he estado un poco deprimida por no estar cerca de mi familia, ya que somos una familia muy unida y eso de empezar a vivir en la otra punta del mundo después que volviera de Siria fue un infierno. Esperaba quedarme un poco más en España antes de irme definitivamente, ya que Siria me dejo con bastantes problemas que tenía que superar.
A las ocho en punto estaba enfrente de ese maldito restaurante italiano, llevaba un vestido bastante sencillo de color negro ajustado, con la espalda abierta y un con un poco de escote pronunciado, unas finas medias transparentes de color negro y mis zapatos de tacón negro. Mientras esperaba a Jenna, le mandé un mensaje de que estaba en el baño y me retoque el maquillaje. Llevaba un poco más de lo normal, una línea fina negra encima de los parpados para destacar mis ojos de indefinido color, un poco de colorete en las mejillas y en los labios, que los tengo un poco carnosos de color rojo oscuro mate, me sentía guapa, era de las primeras veces desde que volví que me hacía sentir guapa de nuevo y con ganas de pasármelo bien.
Cuando salí del baño, Jenna ya estaba sentada en nuestra mesa y me hacía gestos para que la viese, me fui directa hacia ella.
Llevaba un vestido muy provocador de color verde oliva que hacia destacar su piel un poco bronceada por el verano, tenía un cuerpo estupendo y ese vestido le hacía destacar mucho más, cuando llegué me dijo:
- ¡Vaya!, estas fabulosa Amanda, no te había visto nunca así. - me dijo sorprendida.
- Bueno, tampoco es que vaya muy arreglada es un vestido sencillo, como puedes ver.
- Sí, pero te queda de miedo.- me respondió.
- Jenna ya vale ,me vas a sonrojar.- le dije con vergüenza, pero me sentó genial que me lo digiera, me había costado horrores decidirme que ponerme con lo fácil y cómodo que es ir con camiseta y pantalones tejanos con botas, pero estoy segura que si Jenna me viese como pensaba, me hubiese matado.
Cenamos tranquilamente y reímos un montón, Jenna trabaja en una revista de moda muy conocida donde tiene la central aquí en Seattle y ella posa para las fotografías de las nuevas temporadas, un gran lujo y bien remunerado, pero su jefa es una arpía que no deja en paz a sus trabajadores.
- El otro día la muy bruja, traje para desayunar una magdalena de arándanos que me compré en el Starbugs, cuando me vio con eso en la boca me dijo, ya sabes que para que te hagan fotos de la revista tienes que caber en los vestidos Jenna. Me quedé muerta ¡será zorra!, todo el mundo en ese momento me empezó a mirar y al final ese día no desayuné, pero quien se cree que es esta tía.- la verdad es que parecía enfadada y no me extrañé, ¿cómo puede ser que trate a sus trabajadores así y gane tanta pasta?
- Jenna tu estas perfecta tal y como estas, y te necesitan sino no te hubieran llamado desde España para que lo dejes todo y te vayas a trabajar con ellos, tenlo en cuenta.
Pero también podrías mirar otras revistas que les intereses ¿no te parece?- le dije. Me miró pensativa, pero sabía que ella nunca dejaría ese trabajo, porque le encantaba y empezaba a tener un poco de fama.
Después de esa conversación decidimos ir a buscar un sitio donde tomar algunas copas. Encontramos uno llamado Cherrylist, parecía tener buen aspecto y estaba por los topes.
Era muy moderno como al estilo de Pacha, con varias zonas de música, zona de sofás y zona vip. Tenía los colores rojo y rosa, los sofás blancos y otros de color gris, y la música sonaba muy fuerte pero me encantaba.
Nos dirigimos a la barra, donde esperamos una eternidad para ser atendidas, y me fijé que mientras nos atendían, unos ojos azules me estaban mirando.
Me fijé en ese chico y el muy descarado no apartaba la vista pillándole por completo como me miraba, así que entre en su juego de haber quien aguanta más la mirada. Sí, ya lo sé, a mis veinte-cuatro años y haciendo esto, pero me daba igual.
- ¡Amanda!, ¡Amanda!, tierra llamando a Amanda....- me estaba diciendo Jenna mientras aguantaba la mirada a ese chico que empezó a sonreír, tenía una sonrisa perfecta y unos dientes blanquísimos, la verdad es que es muy guapo.
- Perdona, dime.-le dije al fin.
- Que querías, el barman te está esperando a que pidas.- miré al barman que era un hombre joven de unos treinta años, y con una cara de pocos amigos.
- Lo siento, un tequila con kiwi.-volví a mirar al chico.- y bien cargado.- el barman asintió con la cabeza y empezó a preparárnoslo.
- Vaya, a que ha venido eso, y encima cargado, ¿estas nerviosa por algo? - me preguntó Jenna con interés.
- ¿Ves a eso chico de ahí con ojos azules que nos está mirando?
- No, no lo veo. Ah sí, ese se te está comiendo con los ojos tía, ¿lo conoces?
- No, no lo he visto en mi vida, me intimidan bastante los desconocidos me miren así, no me traen buenos recuerdos y eso me pone nerviosa .- terminamos la conversación cuando el barman nos sirvió las copas, mientras ese chico misterioso levantó su copa hacia mi dirección y bebió un trago. Yo por los nervios me bebí el cubata entero de casi un sorbo, y lo deje encima de la barra con un sonido fuerte del vidrio de la bebida golpeando la pegajosa barra.
- Amanda, contrólate que es temprano aún.- me dijo Jenna pero la ignoré y empecé a llamar al barman para pagar las bebidas.
- Perdona señor.-le dije al barman.- ¿cuánto le debo por las copas?
- No se preocupe, ya las han pagado.- Jenna y yo nos miramos al acto y el barman nos señaló ese intimidante chico.- ese chico os las pagó.
No, de eso no, a Amanda nadie le pagaba nada, lo odiaba y más si venia de ese descarado desconocido. Si espera que yo sea su próxima conquista lo tiene claro.
- Jenna voy un momento al baño, ahora vuelvo. - Jenna me dijo que si con la cabeza y me miraba como si yo fuera un alíen o algo.- No te preocupes, estoy bien, ¿vale?- le dije y su cara se relajó un poco.- ahora vuelvo.
Me dirijo hacia el baño, y hago una cola interminable hasta que por fin puedo mear, la bebida me ha subido bastante y voy dando tumbos por el pasillo hasta que me encuentro con Jenna hablando con un chico. Me voy directa hacia ella pero una mano me coge del hombro y tira de mi para girarme, me giro y encuentro esos ojos azules descarados.
Me aparto enseguida, me fijo que va vestido de traje negro con una camisa desabrochada por la parte de arriba del pecho, es musculoso, delgado y muy alto. Me fijo en su cara y tiene una cara con las facciones muy marcadas, barba incipiente, el cabello un poquito largo de color castaño-rubio y unos ojos increíblemente azul claro, una nariz bien perfilada y unos labios bastante carnosos. Se me hizo la boca agua durante unos instantes y luego me compuse, se quedó mirándome hasta que empezó hablar.
- Veo que puedes mantenerte en pie después del trago que has hecho.- me dijo con una sonrisa de insuficiencia, quien coño se ha creído que es este engreído, no me faltó demasiado para contraatacar.
- Bueno es verdad, pero no puedo decir lo mismo de ti ya que te has tomado que, ¿un gin-tonic?, y ya vas diciendo idioteces a desconocidas.- le contesté con superioridad.
- Touche, dos puntos para la señorita... - me preguntó.
- Ni en tus sueños- le solté.
- Vale, ni en tus sueños, ¿qué es lo que tengo que hacer para poder oírte gritar?- me lo dijo una voz, grave y sudorosa que hacia desear sesiones de sexo sin control.
Me quedé muerta, no sabía qué hacer, ni que decir, de qué coño iba ese tío, me dio un escalofrió cuando me cogió de la cintura por detrás de la espalda. Madre mía, he de reconocer que ese tío es un monumento pero conmigo no juega nadie. Me aparté de golpe y miré a mi amiga que estaba absorta bailando y restregándose con ese chico, me dirijo hacia la barra para volver a pedir, pero ese chico se me adelantó y se puso a mi lado.
- ¿Ni en tus sueños, que vas a tomar, otra bebida asquerosa de color verde?
- Pero, a ti que te importa, lo que hago o lo que dejo de hacer, ¡déjame en paz!- me ponía de los nervios ese hombre entre lo chulo y mal educado, me estaba empezando a poner verdaderamente nerviosa y cuando me ponía así los recuerdos de lo que paso en Siria me vienen a la cabeza y era un error fatal.
- No me importabas, pero al escuchar tu lenguaje insolente me ha llamado la atención.
Me dio una de sus mejores sonrisas a las que todas las chicas se derriten, pero conmigo no funcionaba y le contesté poniendo los ojos en blanco. El barman apareció, le cogí de su camisa agresivamente, y le volví a pedir lo mismo que antes.
El barman me dio el cubata y me lo empecé a beber deprisa y el arrogante me la quitó de las manos y lo olió.
- ¿Pero que es esta mierda que estas bebiendo, ni en tus sueños?- me lo dijo haciendo una cara de asco y de repulsión, para mi estaba buenísimo y pronto haría el efecto de olvidarme de esta pesadilla de noche.
- Me llamo Amanda y es tequila con kiwi, para tu información, señor.....- se lo dije levanto la mano y señalándolo.
- Asi que ahora señor eh, me llamo Dylan, Dylan Harris.
No sé porque pero ese nombre me sonaba y me dio un escalofrió por todo el cuerpo, pero como la bebida me hizo efecto, nada me importaba y menos con un hombre tan guapo como Dylan Harris.
Después de volver a discutirme con Dylan para que me dejara pagar las bebidas me fui directa hacia Jenna, que aún estaba bailando con ese chico. El alcohol me hizo efecto de inmediato y todo ya empezaba a darme vueltas, bien por mí.
- Jenna, tenemos que irnos....- le empecé a suplicar. Me puso una mala cara, así que decidí irme hacia el baño, ya que no podía irme sola de la discoteca.
Cuando por fin entré al baño, todo me daba vueltas, no para vomitar pero sí que perdí totalmente la noción del tiempo, no sé cuánto rato estuve ahí metida sin reaccionar, pero al poco rato oí las voces de las chicas chillando y quejándose, para que se fuera alguien, un ¿hombre?, creo, no estoy segura. Antes de perder el conocimiento, un chico abrió mi puerta me cogió en brazos hasta que salí fuera de la discoteca donde me estremecí por el frio, oí la voz de Jenna y su cara cerca de la mía y al final perdí el conocimiento.
ESTÁS LEYENDO
NI EN TUS SUEÑOS
RomanceAmanda Larson, una joven de veintitrés años, lo deja todo en España para poder perseguir su sueño y empezar una nueva vida en Seattle como paramédica en el hospital de referencia de la ciudad. Pero no todo es perfecto, hacía poco que volvió...