4. REGRESO AL PASADO

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  Esa misma tarde me llamó el agente inmobiliario para decirme que el lunes ya podía instalarme en la casa y que había dado de alta de la luz, agua y gas ¡genial!, el único problema es que el piso esta vació, así que me dirigía a IKEA para comprar todos los muebles principales que me hacían falta, allí tienen de todo y a muy buen precio.
Me acompaño Jenna y así pudimos continuar con nuestra charla. Obvie el tema con Dylan era evidente que necesitaba respuestas.
Como aún no tenemos coche usamos el metro, para desplazarnos, estábamos dentro del metro cuando le pregunte.
- Oye y ese chico con el que pasaste la noche, ¿cómo se llamaba Simon no?- le pregunte con una ceja arqueada y con interés. Ella se le puso la cara muy roja y me contesto.
- Se llama Simon Casanova y es ingeniero tecnológico, y es un amor.- se puso roja y luego continuo.- anoche cuando te fuiste al baño, si querer me tropecé con él y no sé cómo surgió pero empezamos hablar, fue muy amable me invito a otra copa, tenemos muchas cosas en común, como la naturaleza, tener que arriesgarlo todo para vivir tu sueño y en la cama también.- nos reímos y al final dijo.- esta noche tenemos una cita no romántica, porque a los dos el romanticismo no nos va, pero vamos a conocernos mejor. - tenía una sonrisa de una estúpida enamoradiza y estaba muy guapa.
- Bueno, lo mejor es que sea un buen chico y que te trate bien, pero por favor Jenna, solo hace una noche que lo conoces no te hagas ideas premeditadas, ¿vale?
- Te prometo que esta vez voy a ir despacio y sin hacerme esperanzas, porque como ya te conté mi última relación, terminé ahogada en penas con el alcohol y en los juzgados. - se rio, pero con tristeza en la mirada.
Pobre Jenna, más le vale no hacerse ilusiones por haber encontrado su hombre ideal, el ultimo chico con el que estuco era un carbón posesivo, que no le dejaba ejercitar de modelo, porque para él, era el único al cual la podía ver desnuda o ligera de ropa, ya que las grandes marcas de lencería se pelaban por tener unas fotos de ella, como Intimissimi o Woman Secret. Al final el tío se enteró que Jenna se hizo una sesión de fotos para una de esas marcas, ya que le daban mucho dinero y él le dio una paliza. Algo que no se lo deseo a nadie. Suerte que el al principio era un hombre muy cariñoso y parecía como si nunca hubiera roto un plato, en la calle y con la gente, pero dentro de casa cambiaba radicalmente, ella estaba enamorada perdidamente de él y no se daba cuenta que lo que hacía no era por amor era maltrato, ya le había pegado antes pero siempre decía que ella se lo merecía hasta el día de la paliza. Jenna no se calló se fue a la policía, le denunció, le pusieron una orden de alejamiento y esta si entrar en la cárcel o no. Lo cual una de las principales razones por las quiso vino a vivir en Seattle fue para que él no la encontrase.
Justo al terminar de hablar llegamos a nuestra parada y nos dirigimos hacia la tienda. Allí al final compre una cama de matrimonio y un colchón de lo más cómodo, una mesa de cocina de madera del estilo como si fuera de material reciclado, sillas para sentarse en la barra de color blanco del piso y para la mesa sillas de madera muy cómodas, un sofá de color gris de tela, con una mesa de te blanca y para poner e en el salón una alfombra de color blanca y azul que hacían un dibujo muy chulo, un mueble para poner todos mis libros, y todo el resto de material de cocina, iluminación, mantas, armarios, espejos, etc. Por suerte los electrodomésticos ya venían incluidos con el piso.
Les pedí que me lo llevasen todo el lunes por la tarde, que era cuando ya podía instalarme en mi nuevo y fabuloso mini apartamento, que consta de una habitación pequeña, un baño con ducha, cocina que tenía suficiente espacio y comedor, lo que me gusto más fue que en la habitación justo debajo de la ventana había un espacio para sentarse y con muy buena iluminación para leer y fue lo que me hizo escoger ese apartamento a parte del increíble precio.
Cuando regresamos, Jenna se fue hacia su apartamento para prepararse para la cita. Ella vive en un apartamento compartido con otras modelos de la revista, en el contrato de trabajo le ofrecían vivir allí sin ningún gasto, solo el de la comida así que acepto encantada vivir con las demás chicas, son simpáticas, una vez salí con ellas a tomarme unas copas aunque a vezes según me cuenta Jenna parece la casa de las Kardashian.
Llegue a mi habitación del motel, pedí una pizza, era mi penúltima noche, avise en recepción de que solo me quedaba dos noches más y las pague. Empecé hacer las maletas y de pronto me golpearon la puerta, pensando que sería el de la pizza, abrí y me encontré a Dylan con la pizza en la mano.
- Hola muñeca, te traigo tu pizza.- me dijo riéndose, yo sin embargo, no sonreí, estaba cansada y no quería volver a verle, pero necesitaba respuestas.
- ¿Este es tu trabajo, repartidor de pizzas?, con tu juventud ya tienes síndrome de no querer hacerte maduro, ¿o es que no quieres llegar a ser nada en la vía?- pregunte inquisitivamente, y me apoyé junto con el marco de la puerta y la puerta para que solo pue pudiese ver mi figura.
- Vaya ya echaba de menos esa boca insolente tuya. ¿puedo pasar, por favor?, ya que he tenido que pagarle una pasta al repartidor para que terminara de traerla hasta la habitación.- me lo dijo con una cara de pena, como un cachorro triste, al ver que no hacia ese efecto en mí, abrió la pizza para que me llegara el olor y la cerró, cuando se me hizo la boca agua.
- Vale está bien- le espete.- pero porque solo tienes la pizza y me muero de hambre.- le deje entrar por la puerta y paso muy cerca de mí, y mi corazón empezó a latir muy deprisa.
- ¿Saben ya las otras chicas, que eres un acosador?- le pregunte divertida, no sé por qué pero ese hombre atraía algo en mí.
- La verdad, Amanda es, que la mayoría de chicas al día siguiente se mueren de ganas, por verme- dijo sentándose en la esquina de la cama.
- ¿Vaya y solo se te ha ocurrido venir a verme a mí?, Que afortunada soy dije con exageración, mientras cerraba miré el pasillo del motel, para ves si venia alguien o no y cerré la puerta de la habitación, me gire y vi que me sacaba la lengua, sabía que había vuelto a ganar la batalla, me hizo el gesto con la mano, para que me viniera a sentarme a su lado. Me senté, Dylan no podía distraerme, tenía que concentrarme para que, ni su cuerpo, ni sus labios, ni todo el... ¡BASTA! tengo que sacar la información de porque me conoce y como yo no sé nada de él. Cogí un trozo de pizza y me la empecé a comer sentada en el suelo recostada con la cama y Dylan se sentó a mi lado, mirándome.
- Se puede saber, porque no paras de mirarme, es muy intimidante ¿lo sabías?- le dije en un tono directo.
- Me da igual que te intimide, creo que eres preciosa y esos ojos ¿azules?, ¿grises?, me tienen alucinado e hipnotizado. Me quede sin respiración se acercó para internar ver los ojos más cerca pero me aparté y le pregunte con la voz temblorosa
- Y... ¿a que te dedicas Dylan Harris?
- Crees que de verdad importa eso ¿ ahora?- empezó a implorar con la voz muy baja
- Pues para mi si, ya que según un pajarito sabes ya toda mi vida.
- Mierda...- lo dijo muy bajo, pero pude escucharle
- Que, que pasa Dylan, ¿porque tú me conoces y yo a ti no?- me levante, creo que hoy no voy a cenar.- siento que tu nombre lo reconozco de algo, pero no sé de qué.- Dylan se levantó y empezó a andar por la habitación, me empecé asustar, parecía cabreado, pero ¿Por qué?, solo le había preguntado cuál es su trabajo.
- Mira Amanda.- se acercó y lo mire directamente a los ojos por lo que me iba a decir, pero en vez de eso me cogió la cara con las manos y me beso, fue un beso carnal y lento, cuando nuestras bocas se separaron le mire fijamente a los ojos y lo volví a besar, quería saber lo que pasaba pero mi sentido racional me abandono cuando nuestros labios se tocaron de nuevo. Me daba igual, cada vez quería más de él, abrí suficientemente la boca, para que su lengua pudiera entrar y no tarde en unirme con ella, bailaban a un compás muy lento, que poco a poco fue aumentando, le pase mis brazos alrededor del cuello, el paso un brazo alrededor de mi cintura para acercarme más a él, nuestra respiración era entrecortada, y sentí de pronto, como me clava en el colchón por su peso encima de mí, sin poder resistirme más, le quite la camisera, cada vez era más intenso, más apasionado y de pronto, empecé a chillar.
- ¡NOOO!, ¡NOOOO!- me aparte de él en seguida, estaba temblando de golpe y empecé a llorar, me vinieron los recuerdos en mente, y me llevaron al pánico completamente. Dylan me empezó abrazar, pero no podía parar de chillar, y de darle puñetazos y patadas para que me dejara en paz, me apretaba muy fuerte en sus brazos.
- Tranquila, tranquila, Amanda, ya está, todo pasó, estas aquí conmigo - me lo decía con una voz muy tierna, yo lloraba sin control.
- No, no puedo, no puedo, parar, haz que pare ¡HAZ QUE PARE!- sentí que mi pesadilla estaba pasando de verdad, no estaba consciente del mundo real, solo lo veía a... Él. Solté un grito terrible, con mucho dolor y desesperación.
De pronto sentí que mi cabeza dando sacudidas, y pude reaccionar cuando vi a Dylan, cuando vi su cara nítida y clara lo abracé muy fuerte, me había podido sacar de mi pesadilla.
- Lo, lo siento, Dylan, no sé qué me ha pasado -le dije apartándome de él, lo suficiente para mirarle a los ojos, pero sí que lo sabía lo que me pasaba .- será mejor que te marches, no quiero que me veas como una loca.
- Realmente lo pasaste muy mal, cuando estuviste con ellos.- me dijo muy seriamente, pero con los ojos muy tristes, levante la mirada para verle sus preciosos ojos y fruncí el ceño.
Me quede mirándolo, sorprendida, como puede saber lo que me paso allí, estaba en shock y de pronto sonó el teléfono de Dylan, dijo improperios y cogió el teléfono, no puede oír lo que decía.
- Lo siento cariño, pero debo irme.- dijo levantándose y poniéndose la camiseta.
- ¿Pero qué hora es?- mire el reloj y eran las once de la noche. -¿ donde tienes que ir a estas horas.?
- A trabajar.- me dijo cuándo, ya estaba en la puerta.- te llamare, hasta luego.
Cerro la puerta de la habitación y me quede totalmente a oscuras y llorando.

NI EN TUS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora