Una vez terminado el día regreso a mi piso, me hago una bañera para relajarme y me hago una cena ligerita, salmón al horno con patatas. Demasiado lujo para una persona sola, pero me da igual, me pongo música relajante mientras descorcho una botella de vino blanco español, que me mandaron mis padres. Pongo un poco de vino en mi copa y dejo que se oxigene mientras me suelto la toalla con el pelo mojado. Cuando voy a dar un sorbito, llaman a la puerta, la abro y me encuentro a Dylan con una botella de vino con intenciones de entrar. Le abro la puerta para que pase y entra.- Ni en tus sueños, te vengo a traer un fabuloso vino porque te voy a llevar a cenar a un restaurante increíble.- dijo con una sonrisa amable y cariñosa.
- Lo siento, pero ya estoy tomando vino, ¿ves? – dije mientras daba un sorbo a mi vino, ¡Que rico!.- y la cena también, pero me he pasado con la comida, así que si quieres para ti también tengo salmón al horno y estamos los dos aquí solos y tranquilos- digo con picardía la parte final y guiñándole el ojo para que entienda mis claras intenciones.- Pues perfecto pequeña, deje que me desabrigue y te ayude a hacer alguna cosa.- sus ojos no podían parar de mirarme mientras se desabrochaba el abrigo, estaba devorándome con la mirada, y hacia que me excitase. Yo tengo el pelo mojado, un albornoz rosa abierto y con una sola camiseta de nirvana debajo, y bragas, que por suerte me decidí poner unas bonitas por si él aparecía.
- ¿Quieres un poco de vino blanco señor todo lujo? – dije con una voz que desprendía erotismo.
- Preferiría otra cosa ahora mismo, pero sí, déjame probar el vino que has abierto.- mientras se acerca a mí y me arrincona en la encimera de la cocina y detrás de ha dejado la botella. Muy despacio, sin quitarme los ojos de encima coge el vino y se lo sirve de una manera muy erótica y sensual. Prueba el vino y veo como se lo traga y baja por la garganta, madre mía que cosa tan erótica y sensual, como esto dure un poco más ya no habrá cena. Me aparto de él y me dirijo a mi pequeño horno para ver si está la comida. Lista, le hago un gesto con la cabeza a Dylan para que se acerque.
- Madre mía, ni en tus sueños, que bien huele. Puede que incluso este bueno.- dice mofándose de mí.
- Para tu información, americanucho, soy una española que tiene unos dotes culinarios de su tierra y de su familia. Es una receta de mi familia ya que mis padres son dueños de un restaurante en la costa, por lo que me he criado entre fogones y buena comida. Nunca has probado un salmón tan bueno como el mío.- digo orgullosa de mi misma, y lo miro con cara de satisfacción mientras que él se queda mirándome fijamente.
- Bueno eso lo sabré cuando lo pruebe, ¿no crees?
- Si me ayudas a poner la mesa me harías un favor mientras yo lo saco del horno y lo pongo en los platos.
Una vez la mesa ya estaba puesta vi que encontró velas y las encendió para crear un buen ambiente ya en mi pequeña cocina no cabe ninguna mesa.- ¡Mmmm!, tengo que decirte, pequeña, que está de muerte este salmón, delicioso,- levanta la copa y dice.- un brindis para una excelente cocinera de España y una salvadora de vidas en Seattle. Me puse roja con lo que dijo, si es que este hombre nunca sabes que te va decir, cómo te lo va decir o como es su estadio de humor. Todo él, aún para mí, es un gran misterio. Mientras daba un sorbo al vino nos guiñamos el ojo.
- ¿Así que te criaste entre medio de los fogones de una cocina?- preguntó con interés.
- Así es, mis padres son dueños de un restaurante en la costa, en la playa de Barcelona, tienen una parte del bar con tapas, estilo calamares a la andaluza y esas cosas, y la otra es de un buen restaurante, es bastante famosillo por la gente que vive allí, así que al venir mucha gente mis padres siempre han estado trabajando noche y día, para dar a los clientes lo mejor de sí. Como no estaban mucho en casa, de pequeña, me dejaban con mi abuela durante la semana, y el fin de semana, aun siendo una niña, ayudaba a los camareros a cobrar a la gente, así que crecí allí. Decidí ayudar en todo lo que pude hasta que me puse a estudiar y luego sentí que tenía que ir a Siria a salvar a la gente y todo eso. Cosa que sabemos perfectamente como terminó todo. Pero espero que algún día puedas probar los fantásticos arroces que hacen porque son para morirse.
ESTÁS LEYENDO
NI EN TUS SUEÑOS
RomantizmAmanda Larson, una joven de veintitrés años, lo deja todo en España para poder perseguir su sueño y empezar una nueva vida en Seattle como paramédica en el hospital de referencia de la ciudad. Pero no todo es perfecto, hacía poco que volvió...