10. LA CONFESIÓN

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Nos quedamos tumbados durante mucho rato, llorando, nos consolábamos mutuamente y de pronto no sé cómo sucedió que nos estábamos besando con pasión y posesión, nuestras lenguas se encontraron y bailaban al mismo compas la una con la otra, como si estuvieran predestinadas a estar juntas. Dylan me mordió el labio inferior y solté un pequeño gemido, con ese ruido le pude notar su inminente erección dentro de su pantalón, presionaba  mi entrepierna, ya que ahora estaba a horcajadas encima de él. Poco a poco, los besos se volvieron más devorantes, hasta que le quité la americana de encima y le arranqué los botones de su camisa, rompiéndola, mientras él me quitaba los tirantes del vestido poco a poco, dando besos a cada espacio libre de tela. Cuando el vestido se quedó sobre mis caderas, mis pechos quedaron al descubierto, Dylan tragó saliva y me miró a los ojos para que yo le diera la confirmación para que pudiese hacer lo que quisiera con ellos, pero yo tenía la cabeza en otra parte por la lujuria. Se me secó la boca cuando vi esos ojos azules con las pupilas dilatadas y esa cara de excitación. Suavemente, bajé y subí la cabeza afirmando que podía hacerme lo que quisiera.
-      Cariño, no sabes las ganas que tengo de tocarte y de sentir que tú también me deseas, no te vas a arrepentir -  la última parte lo dijo muy cerca de mi pezón, y cuando terminó de hablar lo mordió y solté un grito, pero no de dolor, sino de placer.

-  Eres deliciosa, no sé si podré parar Amanda, no sé si podré...- me estaba mordiendo de una forma muy fuerte el pezón, cosa que ya no era para nada  placentera, sino dolorosa, veía que se estaba poniendo muy nervioso, así  que me aparté suavemente de él pero me volvió a coger y a morderme por todo el cuerpo.
-  No, Amanda, no te separes de mí, te necesito preciosa, no puedo vivir sin ti.- no sabía qué hacer, me hacía daño y empezaba a tener la piel rojiza por los mordiscos y arañazos de sus uñas agarrando mi piel. Si me separaba de golpe no sé cómo reaccionaría, así que le cogí la cara y la subí haciendo que sus ojos se encontraran con los míos, parecía aterrorizado, como si mi cuerpo solo le calmase. Puse mi frente junto con la suya, conforme  yo estaba ahí y que se podía tranquilizar, puse mi mano en su pecho, despacio, y le acariciaba suavemente, y noté su respiración acelerada, pero que poco a poco se iba tranquilizando.

Me pasé un buen rato intentando tranquilizar a Dylan. Cuando su respiración y su corazón tenían un ritmo normal, habló.

-  Lo siento Amanda, de verdad, no puedo, no puedo ser la persona que te mereces, pero te necesito, siento ser tan egoísta contigo, no intento que me perdones por lo que hice, pero me vuelves loco hasta  el punto de la locura y tengo miedo de hacerte daño de nuevo, y perderte para siempre.- dijo con la cabeza gacha mirando al suelo.
Me separé un poco de él y me senté en frente suyo, se le veía muy arrepentido e indefenso.
-  Dylan eso no va a pasar, tu eres mi ángel- sonrió un poco- tú me salvaste la  vida, tuviste que hacerme todo aquello para luego poder sacarme de allí, confiaba en ti y me cuidaste cómo pudiste en esas condiciones. Yo solo puedo estarte agradecida por salvarme la vida, y aunque quisiera separarme de ti, no podría, porque me estoy enamorando de ti. Lo superaremos juntos, juntos superaremos toda esa mierda y tiraremos hacia delante, eres fuerte, y ahora que hemos vuelto a reencontrarnos, no nos podrán separar. – le miré y pude observar que estaba llorando por la cantidad de lágrimas que precipitaban por sus mejillas, tenía una cara muy tierna y los ojos rojos por estar llorando. Cogió mi cara y me besó con ternura. Por fuera Dylan parece un hombre egocéntrico y fuerte, pero si tienes el privilegio de conocerle, como yo lo hice y lo hago, es un hombre sensible, traumatizado y cariñoso.
-    Yo también me estoy enamorando de ti, desde el día en que te vi en el bar, el carácter que tienes, tus contestaciones insolentes, y tu poder para seguir hacia delante, eres una mujer hermosa y poderosa, que nunca se ha rendido. Todo lo que me dijo Lewis tiene razón, soy un hombre muy afortunado por tenerte en mi vida y aceptarme para formar parte de la tuya, este soy yo al cien por cien, sin mentiras, no puedo ocultarte nada mas, estoy desnudo ante a ti.- le callé con un beso. Al separar nuestro labios, me levanté, me quité el resto de ropa que llevaba, le tendí la mano, la acogió y se levantó también mientras le guiaba hasta su cama. Le quité el resto de ropa y lo empujé para que se tumbara en la cama.
-    Cariño no estoy para tener una sesión de sexo sudoroso contigo, otra día mejor y perfecto.- me dijo con una sonrisa en la cara. Este hombre me va a volver loca.

NI EN TUS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora