La cena estaba siendo favorablemente perfecta, un restaurante español, ya que echábamos de menos nuestro país, la decoración era un poco recargada, de color rojo y con mucha presencia de estatuas de sevillanas y toreros, la comida estaba riquísima.Jenna también llevaba un vestido de escándalo, y los chicos estaban un poco nerviosos y se miraban constantemente con miradas extrañas, como si tuviesen telepatía. En cambio, Jenna y yo estábamos pasándolo en grande y riendo un montón, justo en este momento llegan los postres, aparte de preguntarle muchas cosas a Simon ahora venía la pregunta clave. Hago un sorbo de vino, me retiro el pelo hacia atrás y pregunto.
- ¿Simon, cuál es tu trabajo?- tanto él como Dylan se pusieron tensos al instante, ya que nos habían mentido a las dos como si fuésemos tontas. Entonces Jenna entra en el plan.
- Aah y cuál es el tuyo Dylan?, enquistó Jenna alzando una ceja. Se formó un aire de tensión que con un cuchillo se hubiese podido cortar sin ningún problema. A los pocos minutos Dylan empezó a sonreír, todos nos lo quedamos mirando con curiosidad, él se acercó hacia mí para decirme algo al oído.
- Ya veo que mi chica es demasiado lista y cotilla, si quieres jugar jugaremos.
Abrí mucho los ojos, alucinando, enserio que ahora quiere jugar, yo solo quiero saber la verdad, estoy harta de tantas mentiras, enserio, a qué viene tanto secretito, si no me va a responder hoy le juro que se acabó esta cosa rara que tenemos. Miro a Jenna, y con la mirada que le hago sabe perfectamente lo que quiero decir. Plan B.
- Bueno, ya que ninguno de los dos va a responder a esta simple pregunta y uno ya se piensa que esto es un simple juego, vamos a poner de una vez por todas las cartas en la mesa y a dejarnos de una puta vez de las putas mentiras, porque los dos sois unos cerdos mentirosos y yo ya estoy harta de este tira y afloja.- empecé a decir y me levanté enfadada y decepcionada por no poder confiar en la gente una vez más, estoy harta de hacer ver que no veo las cosas porque están muy equivocados. Justo al levantarme, Dylan cogió mi mano con fuerza y me indica con la otra mano que me vuelva a sentar, pero no me da la gana, estoy harta. Los otros dos se quedan mirándome, y Jenna ya pasará a su plan B después, ahora me toca a mí como lo habíamos planeado. Me solté la mano de Dylan y me fui a fuera, me había dejado el abrigo así que estaba muerta de frio, con mi vestido de tirantes, pero me da igual que la gente me mire mal por ir así, no me importa nada, solo quiero irme a mi casa. Cuando estoy a punto de entrar por la boca del metro, unos brazos me apartan de las escaleras y me pasan un abrigo por encima, no me hace falta voltearme para saber que es él, me lo pongo y empiezo a bajar las escaleras, pero él se pone delante de mi impidiendo el paso aunque le quiera evitar.
- Amanda esto lo podemos hacer por las buenas o por las malas, tú decides. Te puedes venir conmigo tranquilamente y en mi casa chillarme todo lo que tú queras, o te tendré que coger a la fuerza tanto si quieres como si no, me da igual.
- Me das pena,- espeto.- no quiero nada de ti, me importa una mierda tu trabajo real, solo quiero que me dejes en paz, por favor, ya he tenido suficientes problemas en mi vida para que tu vengas ahora y me hagas más daño, estoy harta, así que apártate por favor.- le indico con una mano para que se aparte, pero no lo hace, solo me coge de las manos, me las acaricia y me guía hacia su coche. Creo que con todo lo que le he dicho me he quedado anulada, porque no reacciono y empiezo a caminar con él. Estoy tan cansada que no puedo luchar contra corriente, supongo que dejo que las olas me absorban.
Me subo a su coche y estoy todo el trayecto sin decir nada. Una vez que llegamos a su parking, salgo del coche y me dirijo hacia mi piso, pero él me vuelve a detener, y me abraza por detrás. Creo que estoy llorando ya que mi cuerpo está al límite y estoy muy agobiada, nunca antes me había pasado esto de quedarme así de anulada y sin poder defenderme. Bueno, una vez, pero esa no la quiero ni recordar...
Así, cuando menos lo espero, unas manos cogen mi cara y es cuando me doy cuenta de que estoy llorando, no puedo mirarle a la cara, me siento muy cansada. Me coge en brazos y me lleva hasta su casa.
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NI EN TUS SUEÑOS
RomantizmAmanda Larson, una joven de veintitrés años, lo deja todo en España para poder perseguir su sueño y empezar una nueva vida en Seattle como paramédica en el hospital de referencia de la ciudad. Pero no todo es perfecto, hacía poco que volvió...