Sin decir "Adiós"
*Sophía*
Habían pasado dos horas desde lo sucedido. Sophía seguía encadenada en la fría silla. El hombre había salido de la habitación y le había ordenado a los enmascarados unas cuantas cosas a las que ella no dio importancia. Desde entonces, no había apartado la vista de Jorge, que aún estaba en el suelo, sin despertar, con la mitad del rostro ensangrentado. El hombre le había sacado un ojo, y estuvo a punto de sacarle el otro, cuando la alarma volvió a retumbar en las paredes. Él le puso el ojo en la mano a Jorge, sonriendo, y se marchó. Sophía sólo esperaba que su compañero siguiera con vida.
A su lado, Martínez había dejado de toser y de moverse hacía ya una media hora aproximadamente. Ella lo había estado llamando durante un rato, pero evidentemente, ya no estaba con vida.
Desesperada, miraba a todos lados; movía sus brazos para zafarse de las cadenas, pero no logró nada más que lastimarse. Estaba experimentando un miedo que no había sentido nunca. Prácticamente estaba sola, desarmada, herida y no veía una forma de salir de ese rollo. Unas lágrimas se agruparon en su rostro, lágrimas de rabia, de impotencia. De no haber podido salvar a su equipo, de no haberle hecho caso a Jorge cuando este le pidió la retirada. Siempre había sido así, no se detenía a razonar en los momentos que requerían un plan de iniciación, sino que actuaba, sin visualizar siquiera el peligro al que se enfrentaba. Pero esta vez... se lamentó tanto de su incapacidad de controlar sus impulsos.
No sabía cuánto tiempo había pasado. Sentía el cansancio instalado en cada parte de su cuerpo; su mente, que desde hacía minutos, o tal vez horas intentaba estructurar un plan, vagaba entre recuerdos que normalmente ella intentaba guardar en un archivo perdido en su memoria. Había bajado la cabeza, para mirar sus manos atadas, y el cansancio estaba ganando la batalla. Sus párpados se sentían más pesados a cada segundo que transcurría...
---Pareces una niña en esa silla---Dijo una débil voz, al principio Sophía pensó haberlo imaginado---Es gracioso cómo tus piernas están casi colgando, todavía no sé cómo eres policía si mides metro y medio.
Ella levantó el rostro, y las ganas de llorar regresaron. Normalmente Jorge se burlaba de su estatura, y ella se enojaba tanto que terminaba golpeándolo. Pero nunca se había alegrado tanto de escuchar un insulto suyo.
---Hola...---Susurró, sin evitar sonreír. Fue lo único que consiguió decir, y se sintió tonta. Lo miró, él le regresaba la mirada; aquella imagen le causó escalofríos, la herida se veía carnosa, y aún sangraba.
---No me duele, si te lo estás preguntando---Dijo él, por lo bajo---Ya no siento nada. Aunque al principio...
No continuó. Ella vio cómo él apretó los puños, y se dio cuenta de lo que tenía en la mano.
---Era un bonito ojo...---Dijo muy serio. Aquello le pareció a Sophía muy descabellado y perturbador.---Lo mataré. Saldremos de aquí, y buscaremos a todos los equipos. Luego volveremos y quemaremos este maldito lugar.
---Es curioso, eso que dices---Dijo una voz femenina. Sophía se sobresaltó, en la habitación no había más nadie. Sospechó de los tres enmascarados que estaban apoyados de la pared, pero parecían estatuas... Entonces, de uno de los laterales de la pared se abrió un rectángulo de esta misma, de la cual salió una mujer de cabellos rojos, también llevaba un bata blanca de médico. Sonreía socarronamente y caminaba hacia Jorge mirándolo con malicia. Se puso de cuclillas junto a él, y le arrancó el ojo de la mano---Dígame, oficial. ¿Cómo pretende quemar el infierno?
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The Last Souls
General FictionEl caos llegó silencioso a las ciudades. Mientras todos dormían. Ataques inexplicables, muertes escalofriantes. Criaturas que parecen ser de otros mundos... ¿Qué sucede? ¿Hay alguien detrás de esto? ¿Es este el fin del mundo? ¿Quién va a salvarnos...