Capítulo 5

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La Caída

*Hugo* 

                    Hacía un frío de muerte, la última pieza de pan que había encontrado en aquella vivienda parecía una piedra, pero aún así intentó comerla. Sabía que pronto tendría que continuar su camino, encontrar otro refugio, más comida. Se acurrucó en el montón de mantas que había encontrado en un armario y observó el lugar. La débil luz de la mañana lluviosa entraba por una pequeña ventana. Las paredes estaban pintadas de celeste, en cada una había un cuadro. En el centro, se encontraba una mesita redonda de madera, sobre esta, descansaba un libro viejo, unos lentes de lectura y un cenicero. En la pared frente a él, había una repisa repleta de portaretratos. 

                         Hugo se levantó con dificultad, sus piernas estaban entumecidas por el frío. Se acercó a la repisa, observando las fotografías. En una, un hombre alto, pálido y delgado sostenía en sus brazos a un gato persa que le devolvía la mirada un poco enojado. en otra, una mujer muy bonita sentada en la orilla de alguna playa sonreía mientras miraba a una pequeña niña de cabellos oscuros jugar con la arena. Cerró los ojos fuertemente. Ver aquellas fotografías le hacían recordar a su familia, lo felices que eran... y eso lo destruía. Ya no vería la sonrisa de su madre, ni se reiría de las ocurrencias de sus hermanos. Ya no cantaría con su padre mientras podaban el césped... Le dio la espalda a la repisa y se dirigió a la mesa del centro, se dejó caer de rodillas delante de ella, y tomó el libro, era una de sus obras favoritas de Hermann Hesse, "El Lobo Estepario". Se sorprendió a sí mismo sonriendo. Guardó el libro en la mochila que había tomado de otra vivienda en la que guardaba dos linternas, dos botellas de agua, tres latas de atún, una cobija vieja y un cuaderno en el que escribía cada día lo que estaba viviendo. Cerró la mochila y se la colgó en un hombro. Temblaba de frío, pero ya no podía quedarse en un mismo lugar, debía continuar. Salió de la habitación al pasillo principal, estaba poco iluminado ya que no había ventanas. Bajó las escaleras. El lugar había sido poco dañado. Sólo la cocina, la sala y la habitación de servicio habían quedado hechas nada. 

             Salió de la vivienda sintiendo las frías gotas de lluvia en su rostro sucio. Miró a los lados, la mayoría de las casas no estaban tan deterioradas. Empezó a caminar, intentando no mirar los cuerpos en descomposición que estaban a su alrededor. Hubo un tiempo en el que antes de salir de casa siempre hacía una oración a Dios, para que su día estuviera lleno de cosas buenas, y apartara los malos momentos de su camino. Sonrió irónico. Muchos años de fe se perdieron en tres meses de desgracias. 

                Un sonido le hizo perder el hilo de sus pensamientos. Se detuvo, mirando a su alrededor con pánico. Sacó la navaja que guardaba en el cinturón de su pantalón. Había tenido algunos encuentros con unos seres espantosos. Había visto de lejos lo que hacían. Había perdido a alguien por culpa de esas cosas... Escuchó atentamente, sin dejar de mirar a todos lados. El sonido llegaba desde su derecha. El bosque se alzaba ante él. Tenebroso. Los árboles frondosos impedían que su vista fuera más allá de dos metros de distancia. El sonido se escuchaba más claro ahora. Parecía ser un llanto. Hugo se debatía entre continuar con su camino, o arriesgarse a entrar en el bosque. 

---Lissie...---Escuchó vagamente a través de los árboles. Era una voz femenina. Hugo no lo pensó dos veces, tal vez necesitaba ayuda. Se adentró en el bosque en silencio. Caminó inseguro, intentando seguir la voz. Dentro del bosque había poca luz. Y a su alrededor, una espesa niebla le impedía ver. Sacó la linterna de su mochila. Unos segundos después estuvo a punto de tropezar con la persona que lloraba. 

The Last SoulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora