Curándome

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Cuando llegue a la cabaña estaba exhausto, perdí una gran cantidad de sangre. Poco después de entrar perdí la consciencia.
Cuando la recuperé estaba todo oscuro. Sabía que tenia los ojos abiertos pero todo estaba negro. Con esfuerzo pude distinguir algunas formas en la oscuridad. Algo estaba a mi lado, no sabía ni donde estaba ni quien estaba en esta estancia además de mi, pero pude distinguir una puerta. Me levante y comprobé mis heridas. Estas estaban vendadas. Al levantarme de ese lecho lo que estaba a mi lado habló y por su voz supe que se trataba de María:
-No te levantes, tu calor corporal esta bajo, tras haber perdido tanta sangre.-
Ella me agarro por detrás. Sentí sus suaves cabellos en mi espalda desnuda y poco a poco ella fue arrastrándome de nuevo a lo que supuse que era nuestra cama. No estaba vestido de cintura para arriba pero es comprensible debido a que tuvieron que vendarme. Note que ya estando tumbado en cama con María, ella comenzó a pasar sus manos por mi pecho acariciándolo suavemente. Fue subiendo su mano por mi pecho, pasó por mi cuello y finalizó su trayecto en mi cabello, el cual comenzó a acariciar. Supongo que ella pensaba que no me daba cuenta de lo que estaba haciendo debido a mi poca lucidez por la pérdida de sangre. Después de estar un rato acariciando mi cabello puso su cabeza sobre mi pecho mientras que su mano derecha descansaba sobre mi abdomen y se durmió. Lo normal habría sido que me durmiera con facilidad tras haber trasnochado y perdido sangre pero estuve despierto gran parte de la noche hasta que finalmente me dormí.
Cuando desperté ya era de día. Me percaté de que María ya no estaba en la cama. Mire a mi alrededor y vi a Ángela apoyada en la pared mirándome.
Ángela:
-Que bien que estas despierto dormilón.-
Dijo con un tono dulce y afable.
Ángela:
-Debo revisarte esas heridas, necesito comprobar que están mejor.-
Yo:
-¿Tu me curaste ayer?-
Ángela:
-Si, yo curo a las chicas cuando les ocurre algo así. De hecho María se hacía muchas heridas cuando la trajimos aquí.-
Mientras lo decía ya me estaba sacando las vendas.
Yo:
-Gracias por curarme Ángela. De no ser por ti ahora podría estar muerto.-
Ángela:
-No las des. Solo hago lo que cualquiera haría.-
Ángela ya me había quitado las vendas y ahora me estaba desinfectando las heridas de nuevo. Al acabar de hacerlo me puso vendas nuevas y dijo:
-Tus heridas están curándose muy bien. Te dejare agua y comida aquí, debes alimentarte bien después de lo que te pasó.-
Me dejo en cama una bandeja con un vaso grande de agua y un plato con chorizos ahumados y costillas. Tras hacerlo se marchó de la habitación con las vendas que llevaba antes empapadas de mi sangre. Me dedique a comer la deliciosa comida que me habían preparado. Estaba tan deliciosa que incluso deje limpios los huesos de las costillas, al acabar de comer me recosté de nuevo y en ese momento alguien toco a la puerta.
Yo:
-Puedes pasar.-
Era Julia, se acercó a la cama y me pregunto:
-¿Te ha gustado la comida que te prepare?-
Yo:
-Si, estaba genial. Te agradezco te hayas molestado solo por mi.-
Julia:
-No es molestia alguna, debes comer bien. Y yo debo asegurarme de que comas bien. Por ahora descansa. Más tarde te vendré a traer rica y deliciosa comida de nuevo, pero por ahora déjame que recoja esto.-
Julia recogió la bandeja y se marchó de la habitación. Nada más irse entro Sandra a la habitación a hurtadillas, se acercó a mi cama y se sentó en ella.
Sandra:
-Vaya, si que tienes unos buenos músculos. Por cierto, me comentaron que ayer te hiciste esas heridas luchando contra un etreum.-
Yo:
-Si, esa cosa me hizo mucho daño.-
Sandra comenzó a pasar sus manos por mi abdomen haciendo un recorrido que acabo en mis hombros. Entonces ella estaba sobre mi y su cara estaba a unos centímetros de la mía.
Yo:

-¡¿Q-que estas haciendo?!-

Sandra dijo con un tono sensual:

-Recompensar al héroe que luchó por nosotras ayer.-
Su cara cada vez estaba más cerca de la mía pero cuando me iba a besar entró su hermana, Besna, corrió a sacarla de encima de mi y le dijo:

-¡Ya te he dicho que no lo fueras a molestar!-

Sandra: -Solo estábamos hablando tranquilamente.

Besna: -¡¿Estando encima de él a punto de besarle?!¡Vayámonos de aquí, solo lo molestarás!

-Besna sacó a Sandra a rastras de la habitación.

Pensé: -(Eso estuvo a punto, pero me hizo recordarla... Al menos creo que aquí podré olvidarla, conseguí pasar un día entero sin pensar en ella.)-

La raza perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora