Salí de la cabaña con mis 6 cuchillos aerodinámicos, la coraza que hice para protegerme los costados, las botas metálicas con garras, los brazaletes de metal pesado, un pantalón largo y una camiseta de manga corta.
El sol estaba tapado por las nubes y la niebla débil que se creaba al evaporarse la humedad de la noche, el suelo estaba húmedo y cubierto de hojas color bronce caídas de algunos árboles. Comencé a caminar por el bosque, no sabía a donde me dirigía ni a donde llegaría, solo esperaba encontrarme con María para poder hablarle sobre si podría conseguirme una buena arma. De vez en cuando el viento soplaba débil a mi paso, arrastrando algunas hojas caídas. Ya habiéndome adentrado en lo profundo del bosque escuché una voz:
-¿Que haces aquí?-
Frené y me volteé hacia un lado. Apoyada en un árbol, había una chica de cabello azabache y ojos grises que me miraban de reojo. Llevaba una bufanda negra, unas manoplas grises, una chaqueta también negra, unos pantalones grises y unas botas negras.
Yo:
-¿Quien eres tu?-
La chica se giro para verme bien y se irguió del árbol en el que hasta ese momento estaba apoyada para decirme:
-¿No crees que es injusto exigirme una respuesta a tu pregunta sin haber respondido a la mía?-
Ella tenía razón así que respondí su pregunta.
Yo:
-Estoy buscando a alguien.-
Ella abrió más los ojos y exhibió una leve sonrisa para responder a mi pregunta:
-Yo soy Sabela.-
Yo:
-¿Y qué quieres de mi?-
Sabela:
-Simplemente me pareces diferente, es como...Sí no fueras humano.-
Tras decir esto último clavo sus ojos en mi como buscando una reacción a su respuesta. Yo mantuve la calma y respondí.
Yo:
-¿Acaso estas intentando ligar conmigo?-
Cómo predije ella se sobresalto, no esperaba que dijese eso pero así quizás pudiera hacerme pasar por un humano normal.
Sabela:
-En realidad no es eso lo que busco. Por cierto, ¿por qué llevas botas y brazaletes de metal?-
Yo:
-Es para hacerme más fuerte al hacer mis rutas de senderismo.-
Sabela:
-¿Los cuchillos también?-
Ya no tenía oportunidad de engañarla, sabía que yo era diferente desde el principio, solo estaba intentando hacerme confesar al acorralarme con sus preguntas. Comencé a ponerme nervioso y no sabía qué debía hacer en ese momento, por lo que me puse en guardia y cuando iba a agarrar los cuchillos aerodinámicos ella habló.
Sabela:
-Eso no será necesario, no tengo intención de enfrentarme a ti.-
Yo:
-¿Cómo sabes que soy diferente?-
Sabela:
-No hay más que verte, vistes igual que María.-
Cuando de su boca salio ese nombre me entró curiosidad.
Yo:
-¿De qué conoces a María?-
Sabela:
-Eso no es lo que importa.-
Sabela sacó algo del bolsillo de su chaqueta, se acercó a mi y me lo enseñó.
Sabela:
-Creo que esto es tuyo.-
Era la foto...La foto que sostenía en mis manos moribundas el día que María me salvó...¡¿Cómo es que ella la tenía?!
Yo:
-¡¿De donde has sacado eso?!-
Sabela:
-Estaba al pie de un árbol imponente con la mitad de una soga atada a una de sus ramas y la otra mitad de la soga en el suelo, cuando encontré la foto estaba en mal estado por la lluvia y el barro pero he conseguido limpiarla aunque ahora tenga algún desgaste en el color y los bordes.-
Intenté cogerla pero ella apartó su mano con la foto sujeta.
Sabela:
-Entonces fuiste tu el que se intentó suicidar, por cómo vas vestido deduzco que fue María o alguna de sus compañeras la que te salvo de morir ahorcado. También deduzco que la chica de la foto fue el detonante que te impulso a suicidarte.-
Yo:
-Deduces bien.-
De repente ambos nos sobresaltamos al escuchar una voz conocida por los dos:
-¡ALÉJATE DE Él!-
Era María, estaba corriendo hacia nosotros, tenía el iris de sus ojos tan amarillo como los ojos de una serpiente o cualquier otro animal salvaje y en ellos se vislumbraba la vivacidad del fuego.
Cuando llegó hasta nosotros tiró de mi brazo haciéndome retroceder y se puso delante de mi. Sabela retrocedió también pero ella lo hizo voluntariamente al ver los ojos de María.
Sabela:
-Solo estaba hablando con él, ¿acaso temes que te lo robe?-
María:
-No sería lo primero que me quitas.-
Sabela se puso seria y miro a María a los ojos.
Sabela:
-No fue mi culpa. Intenté que no sufrieras.-
María:
-Ya se ve que a ti no te afectó, después de todo siempre te he dado igual.-
Sabela:
-¿Crees que yo no sufrí cuando tus padres te pusieron en manos de la iglesia?-
María:
-Si yo te importara lo habrías impedido, ellos te lo preguntaron y tu me delataste.-
Sabela:
-Tus padres ya sabían lo que eras, no podrías seguir ocultándolo más tiempo.-
María:
-Pero tu fuiste la guinda del pastel, por tu culpa yo tuve que sufrir un calvario. ¿Pretendes hacerle a Alberto lo mismo que me hiciste a mi?-
Sabela:
-Sigues igual de resentida, no pienso soportarte, me voy.-
Sabela se fue andando y desapareció entre los árboles.
Yo:
-¿María, estas bien?-
María:
-Eso debería preguntarte yo a ti. ¿Te ha hecho algo?-
Yo:
No, sólo me hablo...
María me miró inquisitiva mostrando desconfianza pero yo no quería decirle lo de la foto, no quería que se preocupara por mis problemas.
María:
-Esta bien. Volvamos a la cabaña.-
Yo:
-Cuando lleguemos tengo que hablarte sobre algo.-
María:
-Sin problema, estaré a tu entera disposición.-
Ambos volvimos juntos a la cabaña atravesando aquel bosque húmedo y frondoso.
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La raza perdida
AvventuraDesde los avances de la tecnología y la sociedad hemos olvidado que lo que nos acosaba por la noche en el pasado también ha podido evolucionar al igual que nosotros. Lo que debe preocuparnos es lo que quieren. Ni los buenos son tan buenos ni los ma...