María y yo ya habíamos regresado a la cabaña y nos encontrábamos en nuestra habitación.
María:
-Bueno¿cuál era ese asunto del que querías hablarme?-
Yo:
-María, yo quiero un arma de mano, no creo que pueda defenderme del siguiente monstruo que venga solo con 6 cuchillos aerodinámicos. Por eso quiero pedirte un arma ya que Julia me dijo que tu eras una experta en armas.-
María:
-No creo que deba darte un arma. Podrías pedirle una a Cintia, seguro ya le han contado lo bueno que eres. Ella te dará un arma mejor que la que te pueda dar yo.-
Yo:
-¿Qué te hace pensar eso?-
María:
-Que Cintia esta al mando por algo, ella sabrá que darte.-
Pensé que quizás María tuviera razón. Salí de la habitación y recorrí el pasillo hasta la última puerta, el despacho de Cintia. Di dos toques leves en la puerta para producir el sonido necesario para que se escuchará solo el el despacho. Desde dentro oí una voz que identifiqué como la de Cintia:
-Adelante.-
Abrí la puerta lentamente y entré en el despacho. Cintia estaba sentada detrás de su mesa con cara seria.
Cintia:
-Ya me han contado lo que hicisteis con el Etemamete. Estoy satisfecha con tu evolución aquí.¿Dime, querías algo?-
Yo:
-Venía a pedirte un arma Cintia.-
Cintia:
-Me suponía que me la pedirías algún día.¿Tienes experiencia con alguna?-
Yo:
-No.-
Cintia:
-¿Y como peleabas antes? Porque un chico que es capaz de luchar contra esas bestias tuvo que haber peleado antes.-
Yo:
-Peleaba a puño.-
Cintia:
-Tendrás tu arma. Haré que te la lleven a tu habitación.-
Yo:
-Estoy muy agradecido por lo que estáis haciendo por mi, muchas gracias.-
Cintia:
-Tengo los medios y el deseo, no supone un problema hacerme cargo de ti. Sí tienes algún problema no dudes en venir a verme.-
Yo:
-Lo haré, gracias.-
Salí del despacho cerrando la puerta tras de mi. Caminé hasta mi habitación para esperar mi arma y María estaba tumbada en la cama mirando al techo. Me acerque a la cama, me senté en el borde y le pregunte:
-¿En qué piensas?-
María:
-En nada especial. ¿Qué tal ha ido?-
Yo:
-Tendré mi arma.-
María:
-Me alegro, así no tendré que preocuparme tanto.-
Me incline sobre María atrapándola entre mis brazos y la apreté contra mi mientras ella se quedaba sorprendida.
Yo:
-Gracias por preocuparte por mi.-
María:
-De nada. Tu haces lo mismo por mi. ¿O crees que no me doy cuenta de que te preocupas por mi cuando justo ayer no pudiste dormir hasta que llegue?-
Yo:
-Tienes razón. Me preocupas.-
Lo que dije pareció agradar a María haciendo que esta pusiera en su cara una expresión plácida y me devolvió el abrazo. Mientras nos abrazábamos escuchamos a Julia que llamaba a todos para comer. Nos levantamos de la cama y acudimos junto con todos a su llamada. En el comedor nos dimos un buen festín de carne como todos los días y después cada uno regresó a sus asuntos. Yo volví a mi habitación para esperar mi arma, María vino conmigo a la habitación y nos quedamos haciéndonos compañía y hablando, yo para evitar pensar en la fotografía que Sabela me mostró y María para evitar pensar en el daño que Sabela le había hecho en el pasado.
Alguien tocó a la puerta y ambos nos giramos para ver quien era. La puerta se abrió y mostró el rostro serio de Béretriz.
Béretriz:
-Esto es para ti, Alberto.-
Me acerque y cogí el maletín que Béretriz me cedió en mano. Béretriz se fue, cerrando la puerta y yo me dirijí hacia la cama donde María estaba sentada y dejé el maletín sobre la cama. María estaba expectante esperando que yo abriese el maletín.
Abrí el maletín y dentro había dos armazones de cuero, uno para cada mano a los que les sobresalía 4 robustos y afilados filos de metal donde debían estar los nudillos.
María:
-¿No vas a probártelos?-
Accedé a los deseos de María y me los puse.
María:
-Te ves duro y salvaje.-
Dijo, poniendo una expresión pícara en su cara mientras hacía con su mano el gesto de la garra de un tigre.
Yo:
-Esta noche habrá cacería supongo, no quiero que lleguen hasta la cabaña como ocurrió ayer. ¡Esta noche os acompañaré!-
María me miró con una sonrisa y asintió con la cabeza.
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La raza perdida
AventuraDesde los avances de la tecnología y la sociedad hemos olvidado que lo que nos acosaba por la noche en el pasado también ha podido evolucionar al igual que nosotros. Lo que debe preocuparnos es lo que quieren. Ni los buenos son tan buenos ni los ma...