Capítulo XV [Final]:

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Capítulo XV:

Daisuke iba al frente de la expedición junto a Sesshomaru y Koga, los demás íbamos detrás.

Irasue estaba metida en sus pensamientos, Emiko y Ryu hablaban de cómo entrarían a la mansión y Aoki de vez en cuando asentía o mejoraba las ideas que estos daban.

Inuyasha saltaba de árbol en árbol para vigilar el terreno o más o menos para tenerlo contralado, ya que él, aparte de Kikyo, era uno de los más débiles en nuestro grupo.

Mientras tanto Kikyo y yo estábamos en silencio, cada una pensando en lo suyo.

¿Cómo inicio una conversación con ella?

Pensé mientras le daba vueltas a mi cerebro para hablar de algo.

- ¿Cómo te va con Sesshomaru?- la pregunta de Kikyo me cogió por sorpresa, teniendo en cuenta que ella no sabía nada de lo que había entre nosotros dos.

-Bien, supongo- miré el rostro de Kikyo, ella, al igual que Sesshomaru, Emiko e Irasue, no mostraba ninguna expresión.

- ¿Sabes que esta podría ser la última vez que le ves?- preguntó como si fuera lo más normal del mundo.

-Lo sé Kikyo, ¿has pensado tú lo mismo?

-Yo, a diferencia tuya, ya pasé bastante tiempo alejada de Inuyasha- aunque sus palabras sonaban frías muy en el fondo sentí como si tuviera miedo de volver a perder a Inuyasha.

-Bueno, ganaremos la batalla contra Tatsuya y no perderemos a nadie, no debe ser tan difícil- dije con una sonrisa en la cara.

-Lo que menos deberías dejar de hacer es subestimar al enemigo.

-No lo subestimo Kikyo, sé de sobra que Tatsuya es bastante fuerte, incluso más que Naraku, pero tengo la esperanza de que Tatsuya cambie en el último momento.

- ¿Qué cambie? ¿Acaso Naraku cambió en el último momento?

Por mucho que me negara, Kikyo tenía razón, Tatsuya Hisashi tenía pocas oportunidades de cambiar en el último momento.

Me hubiera gustado ver a mi madre antes de todo esto.

Mientras pensaba eso miraba hacia Irasue, alguien tan fría y calculada como ella me era tan familiar y calidad como si fuera mi propia madre.

Llegada la noche nos sentamos todos alrededor del fuego. Como era obvio, los gobernantes e Irasue podían aguantar más sin dormir, pero Kikyo, Inuyasha, Koga y yo necesitábamos descansar.

Poco a poco cada uno de nosotros se fue durmiendo, excepto yo, yo me quedé pensativa mirando las estrellas.

- ¿Qué le ocurre mi reina?- la voz de Irasue me asustó un poco, pero luego me calmé.

-Estoy algo nerviosa, siento que algo malo va a pasar- Irasue se sentó a mi lado y alzó la mirada para ver el cielo.

-No debe pensar en eso mi reina- miré a Irasue.

-Por favor no me vuelva a decir mi reina, dígame Kagome- esta asintió. - Y es que yo he sido la primera en no pensar en ello, pero muy en el fondo de mí, presiento que se avecina algo oscuro- dije bajando la mirada y viendo mis manos.

-Kagome, te voy a contar una historia, la historia de un niño que perdió toda esperanza en la humanidad y que solo vivió con la oscuridad en su corazón- miré con detenimiento a Irasue.

-Una vez, un pequeño niño nació de la unión de dos grandes seres, ese niño desprendía poder y belleza desde cualquier lado que lo miraras. Un día el padre de la madre decidió abandonarles, él niño siempre culpó a la madre de que el padre se hubiera marchado. Él le declaró odio a la madre por ser débil y no proteger lo que es suyo, desde ese día el niño empezó a odiar a todo ser que pasaba por su vida, no dejaba que nadie se acercara a él. Hasta que un día una pequeña niña empezó a dejar luz en su oscuro corazón, poco después apareció una joven mujer, con una sonrisa radiante y un corazón puro como el mismo agua. Desde entonces el niño dejó de ver todo con rencor y odio. Ese niño Kagome, aun a día de hoy vacila de vez en cuando, no sabe cómo será su futuro, si esa joven mujer le dejara abandonado él quizás volvería a su oscuridad.

La reina de la nieve [Inuyasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora