A los 5 años, pensaba en tener a mi lado un par de amigos que pudieran tocar el fondo de mi corazón con unas simples palabras, soñaba con esas amistades de las películas dónde todo era felicidad y diversión, dónde se apoyaban incondicionalmente sin importar que dejaban atrás. A los 7 años quería tener a alguien que me escuchara, quería salir y llegar tarde a casa por qué me estaba divirtiendo con alguna persona, quería a alguien que le pudiera llamar amigo. A los 9 años tuve mi primer amigo y entendí que no todas las amistades son para siempre. A los 13 años me di la oportunidad de volver a confiar en alguien, se paso la escuela y jamás volvimos a tener comunicación, seguí creyendo que algunas amistades no eran para siempre. A los 15 años, mi mejor amigo era un cachorro y las niñas no querían a alguien así,creí que las amistades de las películas no existían, me resigne y fue en ese momento cuándo encontré una amistad verdadera, como esas de las películas, pero también había discusiones y malentendidos, no era perfecta en todo, pero si honesta y me di cuenta que lo que estaba buscando era fantasía y que lo que había encontrado era algo real, algo que tal vez no dure toda la vida o quizá si, pero ese es el punto, no esperarlo, sólo dejarlo pasar a su tiempo. Entendí el valor de la amistad, crecí y entendí que para saberlo hay que arriesgarlo, gracias a eso tengo a los dos mejores amigos, unos amigos que se volvieron familia, por qué de eso se trata de encontrar algo que te haga feliz y no dejarlo ir, luchar.