Capitulo 1.

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Una nueva mañana se divisaba en aquel apartado pueblo de Óregon que tantos secretos guardaba. El sol se extendía perezoso por el paisaje, tratando de llegar a cada rincón posible y ahuyentar a las sombras; lamentablemente, no lo logró con una. Aquella era una sombra antinatural, una pequeña y débil sombra que se desplazaba con cautela entre las ramas de los árboles, buscando un sitio específico de aquel poblado...una cueva...

Su tarea era sencilla, la entrada a la cueva debía llevarle menos de dos minutos y luego solo debía buscar a la persona correcta. El problema era el tiempo, pues sólo tenía ese día como oportunidad, debía dejar cada pieza en su lugar lista para iniciar el nuevo juego.

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-¡¡Estoy ansiosa por regresar, ya quiero ver a mis amigas!!-casi gritaba emocionada la castaña mientras estrujaba a su gemelo y arrojaba sus cosas a la maleta.

-Lo sé, lo sé, pero acomoda bien tus cosas y déjame a mí guardar las mías Mabel, por favor..-rió un poco y siguió en su labor con su mochila.-extraño mucho a todos, ya quiero investigar más cosas con el tío Ford, ¡¡tengo tantas teorías que quiero contarle!!

Esta vez era él el entusiasmado, a lo que su hermana lo abrazo dando pequeños saltitos. En verdad seguían siendo infantiles a pesar de tener ya casi los 15 años.

-No puedo creer que ya han pasado dos años, seguro se divirtieron mucho en su viaje por el océano.-comentó bajando las escaleras la castaña.

-Será interesante escuchar todas sus historias, quizá encontraron un calamar gigante, o al kraken...¡o la Atlántida! ¿Mabel, y si encontraron la Atlantida? ¿Te imaginas? ¡Eso sería fabuloso! -le seguía el menor casi corriendo y subiendo al auto con sus padres, quienes los llevarían a la estación de autobuses. Casi cae cuando Pato se adelantó para subir al auto pasando entre sus piernas, ya era un enorme y gordo cerdo que, igual que su hermana, permanecía adorable.

El camino hacia el autobús se les hizo demasiado corto mientras platicaban sobre todo lo que iban a hacer, lo que podrían encontrar, las aventuras que tendrían. A sus padres les parecía fascinante y extraño que se interesaran tanto en visitar a aquellos familiares ya bastante grandes, pero les gustaba verlos felices.

Lo más largo fue el camino en autobús a Gravity Falls, pues la emoción de los hermanos hacia que cada minuto se sintiera como una hora, en verdad querían ya estar ahí. Fue un alivio para el conductor cuando se durmieron y pudo tener algo de tranquilidad, y para los gemelos también en buena parte, pues durmiendo no se siente el tiempo, o al menos no de la misma manera.

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-¿Mabel?...¿Tío Ford?... ¿Tío Stan, hay alguien?...-gritaba el castaño mientras caminaba lentamente por el oscuro vacío en el que estaba.- Soos...Wendy...¿Pato?...

No recordaba haber estado ahí antes, tampoco sabía cómo había llegado.siguió avanzando mientras pequeños y delgados libros aparecían a su alrededor. Libros que conocía bien, ya que desde que regresaron a casa, tenía ese sueño cada tanto tiempo. Eran memorias, de todo lo que había pasado en Gravity Falls, recuerdos que le encantaban, por lo que al reconocer el sueño se relajó y empezó a escoger algunos, incluso los de sus últimos días de caos le agradaban, de alguna forma eran de sus momentos preferidos; de alguna forma extrañaba el sentimiento de aquella época, quizá por la adrenalina que todo le hizo vivir, o el alivio de haber podido salvar al mundo. No era que se sintiera un héroe, simplemente era saber que era capaz de mucho más de lo que él imagino alguna vez, eso y la mezcla de fascinación y curiosidad por los monstruos y demonios que los atacaron. Le hubiera encantado convivir con ellos de no ser porque, para empezar, eran malignos y despiadados, lo que le provocaba pensar que los hubieran matado sin dudarlo mucho.

Un escalofrío lo recorrió momentáneamente al recordar a la cabeza gigante. No sabía si era cinismo o la propia naturaleza tan demente como cierto demonio, pero la amabilidad con que pedía aquel engendro que entrara a su boca para comerlo le causaba gracia ahora, como quien pide le pasen la sal. Y en ese instante lo recordó. Ese demonio que tantos problemas les había dado, podría sonar como una broma, pero a pesar de tener bien presentes los recuerdos del raromagedon, ya había olvidado al demonio piramidal.

Suspiró con nostalgia y fastidio cerrando los libros de memorias, mientras uno más grande aparecía y se abría frente a él, un viejo libro de tapas doradas que le mostraba ahora los breves momentos que paso con el demonio.

-Hubiera sido fascinante tenerte como amigo, pero como uno de verdad, no ser sólo tú pieza de juego. -murmuró viendo las imágenes, escuchando al demonio preguntar si le extrañaba, poco antes de usar su cuerpo como marioneta, y como si pudiera realmente hablarle, sólo susurró-...sí, creo que te extraño...al menos un poco...

De repente la imagen se congeló, o eso creyó al ver que no se movía, hasta que sintió aquel ojo viéndolo. Se tensó y cerró el libro de golpe, eso no le había pasado antes, mejor era volver a dejar a aquella criatura en el olvido. Soltó el libro para que empezara a flotar hacia el vacío y desapareciera, caminando de nuevo, más no pudo avanzar mucho ya que sintió una extraña energía a su espalda. Por un momento imaginó ver ahí a Bill, así que juntando valor se volteó a encararlo, pero sólo vio el dorado libro flotar frente a él de nuevo abierto, esta vez con las escenas de lo último que había visto su tío Stan. Estaba realmente sorprendido y atentamente observaba todo lo que pasaba, notando como el libro cambiaba a negro conforme Bill moría y era hecho pedazos por su tío, hasta que el fuego consumió toda su mente y el libro se cerró cayendo al inexistente suelo, retumbando en un golpe seco que causó un eco impresionante.

¿Que había sido eso? Su tío jamás les contó lo que pasó, ¿por qué tenía él ese conocimiento? ¿Esa visión?. Su mente le quería decir algo y no entendía qué era, pero lo frustraba como hacía años no ocurría, principalmente por tratarse de Bill. Lo siguiente que supo fue que estaba ahora en el bosque, junto a una enorme cueva tan oscura que no dejaba ver que había en su interior, sólo pudo fijar un momento la vista en una mancha, una sombra que se introdujo aún más en la cueva perdiéndose en la infinita oscuridad.

- ¿Pero qué rayos?...¿qué está pasando?...-hablaba para sí mismo mientras se acercaba, chocando con una especie de barrera al intentar entrar.-...oh, por favor...necesito saber qué era eso...

Golpeó un par de veces la barrera hasta que ésta se rompió, pero no logró entrar, todo el suelo empezó a quebrarse en pedazos de cristal que reflejaban ahora las que dedujo eran memorias de sus tíos. Se vio cayendo a un vacío oscuro y frío, uno profundo y aterrador en el que sólo estaba rodeado de negras sombras y los trozos de cristal que le dejaban ver los recuerdos de los gemelos mayores pero, ¿en verdad que estaba pasando? ¿Sus sueños se mezclaban? ¿O quizá eran sus mentes? En verdad no lo entendía, y sentía su pulso acelerarse, ya no quería estar ahí, sentía una presión en el pecho, como si no estuviera cayendo sino hundiéndose en el profundo océano mientras el enorme peso del agua le oprimían con fuerza; comenzaba a faltarle la respiración mientras escuchaba a la lejanía que alguien pronunciaba su nombre...

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-¡Dipper!...¿hermano, me asustaste, qué te pasó?...-preguntaba aliviada la mayor al haber logrado despertarlo.

-¿Ma...Mabel?...-respiraba agitado tratando de poner en orden su mente. No recordaba lo que había visto, y por un momento olvido a donde estaba realmente.

-Hermano, ya llegamos, vamos, hay que bajar...-dijo tomando sus propias maletas y esperándolo junto al camino.-...¿Dipper, que te pasó?...¿que soñaste?

-...Yo...no lo sé Mabel, en verdad...no lo recuerdo...-respondió arrastrando su mochila y bajando del autobús mientras su otra mano sobaba un poco su cabeza, estaba mareado y confundido, y lo peor era que no recordaba nada pero sabía que era importante.-..necesito hablar con el tío Ford...

Un nuevo verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora