Capítulo 5

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Era una hermosa mañana de domingo, de esas mañanas con fuerte sol y fresca brisa que indica que va a hacer un estupendo día y era hora de despertar. Serena estaba con la cabeza sobre el fuerte pecho de su amado esposo, durmiendo plácidamente. Pero la luz del sol que entraba por la ventana, pego en su rostro y la despertó porque había olvidado cerrar las cortinas.

—Ay no, olvidé cerrar la cortina y todo por tu culpa, mi amor.

—Buenos días, hermosa señora de Chiba ¿mal humorada?—dijo con su bella sonrisa blanca—pensé que estaba usted contenta.

— Hola mi amor. —Dijo abrazándolo más fuerte y dándole un beso en el pecho—Claro, quién no lo estaría si despertara al lado de un hombre tan guapo como tú.

—Qué mujer tan educada y halagadora tengo—dijo sonriendo y levantándose de la cama— ¿Qué quieres hacer hoy?

— Voy a verme con las chicas, ¿y tú?

—Aun no sé, pensaba quedarme todo el día contigo en esta habitación pero ni modo, ya que

Dijo como un niño pequeño y desilusionado.

—Ay, mi amor, —dijo abrazándolo por la espalda—no pongas esa carita que me matas. Mejor ¿serias tan amable de llevarme y después me recoges para que salgamos a hacer algo divertido? Últimamente solo trabajamos y no hacemos nada más.

— Está bien preciosa—dijo mientras se metía al baño—ven, te arreglas y te llevo después de que vayamos a desayunar ¿te parece?

— Sí, gracias—dijo muy sonriente mientras entraba con él.

En otro lugar esta Rei despertando en su cama después de una noche intensa de buen sexo con su novio. Nicolás entro con una bandeja a la habitación, la puso sobre sus piernas y dándole un tierno beso en la frente le dio los buenos días.

—buenos días mi amor, te traje desayuno. Espero te guste.

—guau Nicolás— dijo ella viendo el desayuno—estas lleno de sorpresas mi amor, gracias.

—de nada mi amor, tu eres mi reina. Mereces ser tratada como tal.

Ella empezó a comer muy animada, por alguna extraña razón tenía mucha hambre. Tal vez se debiera a que necesitaba recuperar energía.

Ambos estaban desayunando cuando ella escucho que él dijo después de comer un pedazo de fruta que había estado pensando en algo pero la forma como lo dijo, preocupo a Rei en el acto.

—Rei he estado pensando en algo.

—dime amor, te escucho.

—bueno, nosotros llevamos muchos años juntos y te amo. Tal vez sería buena idea si tuvieras las llaves de mi apartamento—dijo sacando un lindo llavero con la letra R de color rojo—quiero que puedas entrar y salir de mi casa cuando tú quieras.

—ay Nicolás, no sé qué decir, me has tomado por sorpresa y yo pues...

—¿no las quieres?—pregunto visiblemente afligido— ¿Por qué? Esto no tiene que significar nada trascendental amor, solo son unas llaves nada más.

—sí pero, no sé lo que tu estés esperando de mi y ya sabes que yo...

—lo sé, no quieres ningún compromiso serio, eso lo entiendo. Pero debes saber que yo te amo y seré paciente, esperare hasta que estés lista.

A ella en verdad le dolía hacerlo sufrir, él era un buen novio y ella aunque lo amara, aun no superaba su miedo al compromiso. Le costaba mucho trabajo renunciar según ella, a su espacio y a su intimidad.

Lo que fue antes de ser Tokio de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora