Os diré algo, pues que tengo la mala suerte de siempre caerme. Y por eso, siempre tengo esa mala suerte al momento de encontrarme con alguien.
Mark me mira y ríe, y yo inmediatamente me contagio de su risa. Él se levanta y me extiende el brazo, me jala con mucha fuerza haciendo que me pegue completamente a su pecho.
Hasta ahora no me había dado cuenta de que yo le llegaba a la altura de su nariz. Lo miro a los ojos y me doy cuenta también de que sus ojos eran color gris, con una mirada profunda, la cuál te incitaba a conocerlo más y más.
Mi ensoñación termina cuando él mueve su mano derecha delante de mí.
—¿Pasó algo? —su voz es profunda y suave a la vez. Ladea su cabeza mirándome extrañado.
—¿Eh? —apenas logro recomponerme de mi ensoñación— ¿Qué pasó? —le pregunto ya que no sé que me estaba diciendo.
Se ríe, y su risa es lo único que escucho. No sé si estoy exagerando pero su risa es lo más bonito y tierno que he escuchado.
—Nos hemos chocado, bueno mi boca con tu frente, y creo que te has quedado algo aturdida con el golpe —dice luego para mirarme a los ojos—. ¿Estás bien?
—Ehm, sí —asiento.
Bueno, dice que mi frente se chocó con su boca. Espera, ¿qué? ¿Boca? Miro su boca, sus labios, y sí, estaban sangrando, bueno, el labio inferior.
—¡Ay, pero qué torpe de mí! —suelto lamentando el momento en que choqué con él—. Lo siento, en verdad —lo miro apenada y él me mira despreocupado.
—¿Por esto? —hace un puchero para ver su labio, y luego suelta una risita— No es nada. Quien debería disculparse soy yo... —me mira la frente y luego baja su mirada por mi rostro mientras yo siento que mi rostro es una viva imagen de un tomate bien rojito.
Me quedo muda ya que no presto tanta atención más que a mi rostro enrojeciéndose por la vergüenza.
—N-no —logro decir.
Mark ladea la cabeza divertido.
—Estás... —se quiere reír pero aguanta— roja.
—¿Y-yo? —«No, tu abuela. Obvio tú, a ti te está hablando.»
Abro los ojos reaccionando a sus palabras, y sin esperar, me río.
Y sin esperármelo él también ríe.
Reímos tanto que las enfermeras nos shitan, y nos dicen que guardemos silencio.
—¡Ay, Dios! Hace tiempo que no había reído así... —me dice Mark luego de limpiarse lo que parecían ser ¿lágrimas de risa?
—¿Hace cuánto? —le sonrío mientras trato de estabilizar mi respiración, después de tanto reír.
Se queda pensativo tratando de recordar.
—Pues así como ahora, hasta hace unos dos meses.
Creo que en mi rostro no cabe la sorpresa ya que se vuelve a reír, pero levemente.
—¿En serio? —suelto. Sinceramente no lo puedo creer.
Asiente sin más. Vale, esto es muy raro. Digo, ¿quién no es capaz de reír durante dos meses? Sólo él.
—Parece poco creíble... —y yo asiento, y por mi rostro, vuelve a corregir—: bueno, casi nada creíble.
—Tú lo has dicho, no yo.
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Distant memories
Random¿Era un sueño? No. No lo era, y lo sabía. ¿Que quién lo sabía? Ella. Ella lo sabía perfectamente. ¿Cuándo comenzó? Comenzó cuando todo terminó. ¿Muchas incógnitas? Ah, eso. Se resolverán en cuanto la conozcas. Es como tú y como yo, pero a la vez no...