—¡¿Qué demonios te hizo?! —me preguntó Rodri.
Al verlo un poco alterado, sé que no se va a calmar hasta que encuentre una explicación lógica.—Rodri —le dije colocando mis manos en sus hombros—. Rodri, tranquilízate, ¿sí? —le supliqué—. ¿Puedes?
Se pasó las manos por su rostro y, gruñendo, asintió. Alejé mis manos de sus hombros, y las pasé por su rostro, acariciando sus mejillas.
—Mírame por favor —lo miro a los ojos, y él también. Y lo veo frágil, preocupado. Y decepcionado.
—Debiste decírmelo antes —me susurra, tratando de entender—. Debiste confíar en mí.
—Es que no sabía cómo decírtelo, sinceramente —es la verdad, y trato que me entienda—. No quería que dejes de hacer tus cosas por mí... —susurro a un lado. Pero creo que me llega a escuchar.
—Es que no hay nada más importante que la vida de una persona —me mira directamente a los ojos—, en especial si esa persona es alguien muy importante para ti —me mira con tristeza—... Porque tú eres mi alma gemela, mi hermana, mi confidente, mi mejor amiga... ¿entiendes? —me toma por los hombros y lo miro nerviosamente. Pero sí, sí le entiendo.
—Vale... Sí debí decírtelo —acepto—. Pero ¿cómo te miraría a los ojos para explicarte que no debió ser tu culpa por lo que pasó, cuando me vieras en ese estado? Porque te conozco bien, y sé que te echarías la culpa de no haber estado conmigo en esos momentos —le resalto, y él se queda, por un momento, sin nada que decir.
—No sé...
—Por eso... Porque eres tan buen amigo que dirías que fue tu culpa, ¡incluso en algo en lo que tú no estabas metido para nada! —le señalo, e inmediatamente le doy un fuerte abrazo. Mi abrazo es correspondido. Y luego de una larga pausa de silencio, le acaricio el cabello—. Pero eso ya pasó, ¿sí? Y lo que importa es que ambos estamos aquí —agrego—. Juntos —lo miro y le sonrío.
Y él también lo hace.
Y después del momento sensible, fuimos por helados... Y volvimos a casa. Y Rodri se quedó a dormir esa noche en mi casa.
**********
—¡Vamos, Liz!
En serio, recuérdenme no dejar a Rodrigo dormir en la sala con un pote de dulces, por la noche.
—Déjame un ratito más, Rodri...
—¡No puedo creer que sigas durmiendo a estas horas!
—¡Son las cinco de la mañana y tú quieres ver películas! ¡Sos peor que una embarazada con antojos! —grito y me cubro la cabeza con mi almohada de perritos.
No escucho respuesta por parte de él. Ñeh, supongo que se rindió ya.
Me acomodo mejor para dormir, pero siento algo pesado arrastrándome.¡No! ¡No, no, no! ¡No te atrevas!
—¡¡Louis Rodrigo Grace Fernández!! —logro gritar antes de caer con gran estruendo al suelo.
—¿Ups?
Si las miradas matasen, él ya estaría más que muerto ahora.
Me voy contra él, pero logra correr a tiempo.
Ambos salimos correteando del cuarto y él intenta abrir la puerta de afuera, pero está atascada.Sonrío con satisfacción mientras lo acorralo. —Con que querías escapar, ¿eh? —me tomo el tiempo ya que no tiene salida.
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Distant memories
Random¿Era un sueño? No. No lo era, y lo sabía. ¿Que quién lo sabía? Ella. Ella lo sabía perfectamente. ¿Cuándo comenzó? Comenzó cuando todo terminó. ¿Muchas incógnitas? Ah, eso. Se resolverán en cuanto la conozcas. Es como tú y como yo, pero a la vez no...