La Estrella del Tiempo

Capítulo 5.2: El Brazalete del Tiempo

–Entonces quieres que le ponga, El Brazalete del Tiempo.
–Suena más largo, pero mejor, maestro.
–Bueno en eso tienes razón Matthew, suena mejor con ese nombre.
Bueno, ya todo está arreglado, disculpa que hayas leído eso, pero ya no pasara, espero... ¡Continuemos!
–Maestro– Lo miraba firmemente a los ojos, necesito la verdad. – ¿Cómo puede explicarme todo lo que dijo? Menciono que es un invento suyo, y hasta que funciono... ¿Usted tiene recuerdos del futuro?
–Para nada, pero sé muy bien que es ya que en estos instantes acababa de terminar los planos para su construcción.
– ¿Entonces por estas fechas lo comenzaba a armar?
–No lo creo, más bien comenzaba a recolectar todo el material necesario, y ya terminar su construcción, pues según mis cálculos, tardaría al menos cinco años en poder tenerlo listo.
–Entonces, no entiendo que pudo haber salido mal, deberían de haberlo corrido de la escuela al no ser apto para dar clases, pero no fue así.
–Eso suena cruel Matthew, pero, ¿Estás seguro que no cometiste algún error tú?
–No dude de mí, es solo que tengo los recuerdos algo confusos en mi mente.
–Mira, mejor hablemos el fin de semana, el domingo. Tendré tiempo para pensar yo también en algo.
–Ese día iré a visitar a mi novia a su casa.
–Ven por la noche cuando estés desocupado.
–Pero mi tía y mi tío...
–Yo tomare la responsabilidad, tú no te preocupes por ello.
–De acuerdo, nos vemos hasta entonces.
Salí por la puerta, él se quedó en su consultorio muy callado, la verdad, no tengo ni idea de que está pasando.

Esa noche no pude dormir a gusto, no podía recordar bien todo los hechos que debieron haber pasado, me culpo por tener una memoria que suele fallar cuando más la requiero. El domingo llegue temprano a la casa de Belem, ¿Qué ropa llevaba en esta ocasión?, sorpréndeme usando tu imaginación. Me recibió con mucha alegría.
– ¡Matt!, pensé que ya no vendrías– Y ya que imaginaste la mía, nada te cuesta también imaginar la ropa Belem, anda, a trabajar esa gran mente que tienes.
–Solo me retrase cinco minutos...
–Se me hicieron cinco horas, ven, pasa.
Pase con mucho gusto y me encamino hasta su habitación, me dijo que tenía que acabar de ver un video que realmente se le hacía interesante.
– ¿De qué dijiste que es el video, Belu? – ese fue el apodo que le puse de cariño, no soy muy ingenioso lo sé, pero al menos a ella le pareció lindo.
–Sobre un posible fin del mundo.
– ¡Ja! – me tape la boca rápidamente, pero vamos, ¿Quién va a saber eso mejor que yo?
–Vamos, sé que ya lo han predicho mucho y siempre pasa lo mismo, nada. Pero este en realidad es bueno, ve lo conmigo.
No podía negarme, el video trataba de un profeta llamado Shoku Ika, nacido del extranjero pero residente justo de mi ciudad, bueno, mi ciudad hace 500 años. No me hubiera interesado eso, sino fuera por lo que se dijo en el video:

Según Shoku Ika, el fin de nuestro planeta se llevara a cabo mediante una especie de artefacto volador hecho totalmente de metal, del cual, se emitirá una radiante luz que arrasara con todo a su paso. Todo esto que acabo de decir esta explícitamente escrito por él con un entendible inglés, si tienen dudas sobre de ello, ahora mismo les muestro la imagen del pergamino que fue encontrada en lo que podría ser su habitación de escritura, como si de una oficina se tratase. Aun no entendemos bien a que se refiera con esto, pues el artefacto volador, claramente puede que se trate de un avión, pero lo de las luces sin duda alguna puede que sea tecnología fuera de nuestro mundo.

Estaba más que claro, sabía perfectamente lo que iba a pasar, pero no entiendo el cómo lo sabe. Apunte su nombre en mi celular para investigar sobre él más tarde.
–Matt– me miro Belem un poco asustada, parecía que realmente le había afectado el video. – ¿Realmente crees que así sea el fin del mundo, o qué nos toque a nosotros?
Mi garganta se sentía seca, no sé qué debería responder, con la verdad, o con una mentira.
–Pues– no me quedaba otra opción más que mentir. –Deberían pasar muchos años para eso, así que dudo bastante que realmente llegara a pasar.
–Si supongo...
–No pareces muy convencida del todo.
–Perdón, es solo que ando un poco reflexiva.
–Veamos otra cosa para que se te pase eso entonces.
–Bien...