Corazón lleno de oro.

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Ahora, Alan, quien jamás había sentido preocupación o interes por alguien "que de él gustara" realmente estaba feliz, tan feliz que olvidó sacar las llaves de su casa.

Así que preocupado, le dijo a la chica que si podría ayudarle después con ello…

Ella le dijo que estuviese tranquilo, que cuando la cita acabara, irían a la casa de ella a encontrar una solución.

Vale, estaban juntos, sentados frente al mar, las gaviotas picotean los arbustos que junto a la playa estan, el ruido que hacen con sus afilados picos es lo unico que se escucha en el radio de más de veinte metros. Los jóvenes no logran encontrar un tema de conversación…

-Ah, lo siento, he olvidado preguntar tu nombre… dijo Alan, quien sentía su corazón latir cada vez que ella le veía sigilosamente.

-Lucia, me llamo Lucia… dijo ella mientras bebía un poco de café calido.

-Vaya, que nombre más hermoso. Lucia, ¿te gustaría caminar por esta inmensa playa? Rodeada de personas que buscan distraer sus penas y problemas, ¿te gustaría sumergir tus pies en éste inmenso mar? Repleto de personas que lloran en el por creer que será menos doloroso, dijo Alan mientras observaba detenidamente su forma de beber café.

-Si, me encantaría caminar junto a tí como dos almas libres de sí mismas… Respondió Lucia.

Después de eso, ellos caminaron juntos tan cerca que desde lejos parecían sólo uno, pasaron segundos, minutos y horas, hasta que quedó nada más que una compañía hasta la casa de Lucia. ¡Vaya sorpresa! Lucia estaba sola, aunque decía ella que eso era habitual, que normalmente ella se sentaba en la ventana a ver a los dulces pájaros que habían hecho nido sobre sus mesetas, o las que ella había puesto.

Hubo un minuto de silencio en la entrada de la casa, y ese minuto bastó para que Alan se lanzase hacia ella y la besase, ella dejó que el beso siguiese, y siguiese…
Cuando el beso acabó, Alan se despidió ocultando una gran sonrisa, realmente estaba loco por alguien que no había hecho nada para ser el motivo de esa locura, esa locura intensamente fuerte, como los huracanes y tormentas.

-Hasta el próximo día de oscuridad y frío, mi bella Lucia… Dijo Alan.

-Hasta ese hermoso día, mi apuesto caballero, dijo Lucia mientras sonreía.

Sentimientos inundados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora